miércoles, 22 de abril de 2009
RESPUESTA DE VALENCIA A LOS DIRECTORIOS
RESPUESTA DE VALENCIA A LOS DIRECTORIOS NACONALES DE LOS PARTIDOS CONSERVADOR Y LIBERAL Y A LOS DIRECTORIOS LIBERAL Y CONSERVADOR DE ANTIOQUIA, QUE LO HAN ESCOGIDO COMO CANDIDATO NACIONAL A LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA, PARA EL PERÍODO 1958 – 1962
Medellín, 8 de abril de 1957
Señores Directores Nacionales de los Partidos Conservador y Liberal; Señores Miembros de los Directorios Liberal y Conservador de Antioquia.
Bogotá y Medellín.
Distinguidos amigos:
Tengo el honor de avisar a ustedes recibo de su importante comunicación, en la que se dignan informarme que los partidos conservador y liberal, en perfecto acuerdo, han escogido mi nombre como candidato nacional a la Presidencia de la República.
Esta manifestación de ustedes constituye el máximo horno de mi vida, sea cual fuere el resultado del debate, porque es la investidura del patriotismo, de la lealtad, del honor, de la dignidad de la República, que me ha sido otorgada en el momento más difícil de su historia, por los mejores hijos de Colombia. Yo la acepto, consciente de las responsabilidades y peligros que implica, porque nací y vivo para luchar por el orden, por la justicia y por la libertad, sin que la posibilidad del triunfo pueda llegar a ser para mÍ jamás mejor estímulo que la eventualidad del sacrificio.
Y qué mejor destino para la vida de un hombre que comprometerla sin vacilaciones y con supremo orgullo en el empeño de contribuir a restaurar en su patria el imperio de la Constitución y de las leyes, la pulcritud administrativa y la limpieza política; de realizar el programa trazado por los partidos en el Manifiesto conjunto del 20 de marzo, al propio tiempo de iniciar la Segunda República con un gobierno nacional auténtico que excluya por la nobleza, la justicia, la sinceridad y la gallardía de sus propósitos y de sus actos el peligro de reincidir en hegemonías sectarias cuya sola misión esterilizante y destructora, ha sido la de envenenar al país y enlutarlo con la muerte de ciudadanos inocentes. Yo estoy seguro de que ante tánta adversidad que nos abruma ha llegado la hora de parodiar al pensador para decirle al pueblo colombiano: ya ensayamos el odio, ahora ensayemos el amor. Sólo así podremos salvarnos y asegurar el porvenir del país con la cooperación integral de sus mejores hijos, sin que la filiación política pueda ser el sólo motivo que autorice su colaboración o la sola causa que la haga imposible.
Pero el sólo hecho de que un gobierno pueda disponer en todo instante de las luces de los colombianos más competentes, en la dilucidación de los problemas nacionales, sin distingos de partidos ni de grupos, constituye una auténtica revolución en la vida nacional, hasta el punto de poder declarar, como yo lo declaro con el más vivo entusiasmo, que esta es la política que hacía falta a Colombia.
Por otra parte, los partidos históricos se han acordado ya en una plataforma común de aspiraciones cuya esencia es la plena vigencia de la Constitución de 1886; lo que demuestra que ninguna modificación constitucional será posible en el futuro sin el acuerdo previo de la opinión nacional, porque una constitución no puede ni debe ser jamás el triunfo de una bandería que se reparte como botín de guerra de los ideales de sus adversarios, sino el común denominador de todos los matices en que se divide la auténtica opinión pública, para que así su vigencia no sea la efímera vigencia de las pasiones sino la estabilidad perdurable de los sentimientos y de los anhelos colectivos.
Pero hay algo que este movimiento considera trascendental: el problema social de Colombia, y no con el alcance de hacer promesas preelectorales sino con la decisión inquebrantable de resolverlo en la medida de las capacidades de la sociedad y del Estado, porque exceder este límite sería demagogia improcedente. Desde niño me ha impresionado siempre este verso de Valencia y constituiría mi mejor programa poder realizarlo en Colombia: “la vida es una copa para todos llena”.
El gobierno actual ha manifestado que retendrá el poder hasta que los partidos cesen en su lucha implacable y se acuerden patrióticamente al servicio del país. Yo quiero creer que esto es sincero y por eso tengo la esperanza de que le gobierno, para no faltar a su palabra solemnemente empeñada, no se obstinará en continuar detentando el poder, porque los partidos ya hemos cumplido la condición que nos propuso para devolverle a la nación la plenitud de la soberanía que hoy le mantiene arrebatada. Como candidato de los partidos políticos de Colombia, tengo el placer de informarle al gobierno que hemos llegado al más elevado y patriótico acuerdo para restaurar el imperio de las instituciones nacionales, con una plataforma común de aspiraciones patrióticas y con un solo candidato por el cual habrán de sufragar lealmente ambos partidos.
Así pues, nosotros hemos cumplido; esperamos que el gobierno también habrá de cumplir su palabra convocando a elecciones populares limpias de fraude y libres de violencia para elegir al próximo Presidente de la República. El gobierno nos ha dicho con Herrera: “la patria por encima de los partidos”. Nosotros lo decimos: de acuerdo; pero agregamos: la patria por encima de los negocios.
Réstame sólo significar a ustedes que la confianza con que me han honrado será correspondida hasta con el sacrificio de la propia vida si fuere necesario, y que obligará perennemente mi gratitud.
Las dificultades de comunicación y de experiencia a que nos ha sometido el gobierno, especialmente en estos últimos días, me impiden desarrollar ampliamente ante ustedes mi pensamiento político, que por otra parte ya está expresado en el Manifiesto conjunto del 20 de marzo pasado, que tuve el honor de suscribir como Presidente del Directorio Nacional Conservador, pero espero, además, poder hacerlo muy pronto para ofrecerle al país un programa que colme sus anhelos de libertad y de justicia en Colombia.
Servidor y amigo,
GUILLERMO LEÓN VALENCIA
Tomado de: Libro “Las Jornadas de Mayo”; Ediciones Documentos Colombianos Bogotá; Pagina: 47-48-49-50.
Medellín, 8 de abril de 1957
Señores Directores Nacionales de los Partidos Conservador y Liberal; Señores Miembros de los Directorios Liberal y Conservador de Antioquia.
Bogotá y Medellín.
Distinguidos amigos:
Tengo el honor de avisar a ustedes recibo de su importante comunicación, en la que se dignan informarme que los partidos conservador y liberal, en perfecto acuerdo, han escogido mi nombre como candidato nacional a la Presidencia de la República.
Esta manifestación de ustedes constituye el máximo horno de mi vida, sea cual fuere el resultado del debate, porque es la investidura del patriotismo, de la lealtad, del honor, de la dignidad de la República, que me ha sido otorgada en el momento más difícil de su historia, por los mejores hijos de Colombia. Yo la acepto, consciente de las responsabilidades y peligros que implica, porque nací y vivo para luchar por el orden, por la justicia y por la libertad, sin que la posibilidad del triunfo pueda llegar a ser para mÍ jamás mejor estímulo que la eventualidad del sacrificio.
Y qué mejor destino para la vida de un hombre que comprometerla sin vacilaciones y con supremo orgullo en el empeño de contribuir a restaurar en su patria el imperio de la Constitución y de las leyes, la pulcritud administrativa y la limpieza política; de realizar el programa trazado por los partidos en el Manifiesto conjunto del 20 de marzo, al propio tiempo de iniciar la Segunda República con un gobierno nacional auténtico que excluya por la nobleza, la justicia, la sinceridad y la gallardía de sus propósitos y de sus actos el peligro de reincidir en hegemonías sectarias cuya sola misión esterilizante y destructora, ha sido la de envenenar al país y enlutarlo con la muerte de ciudadanos inocentes. Yo estoy seguro de que ante tánta adversidad que nos abruma ha llegado la hora de parodiar al pensador para decirle al pueblo colombiano: ya ensayamos el odio, ahora ensayemos el amor. Sólo así podremos salvarnos y asegurar el porvenir del país con la cooperación integral de sus mejores hijos, sin que la filiación política pueda ser el sólo motivo que autorice su colaboración o la sola causa que la haga imposible.
Pero el sólo hecho de que un gobierno pueda disponer en todo instante de las luces de los colombianos más competentes, en la dilucidación de los problemas nacionales, sin distingos de partidos ni de grupos, constituye una auténtica revolución en la vida nacional, hasta el punto de poder declarar, como yo lo declaro con el más vivo entusiasmo, que esta es la política que hacía falta a Colombia.
Por otra parte, los partidos históricos se han acordado ya en una plataforma común de aspiraciones cuya esencia es la plena vigencia de la Constitución de 1886; lo que demuestra que ninguna modificación constitucional será posible en el futuro sin el acuerdo previo de la opinión nacional, porque una constitución no puede ni debe ser jamás el triunfo de una bandería que se reparte como botín de guerra de los ideales de sus adversarios, sino el común denominador de todos los matices en que se divide la auténtica opinión pública, para que así su vigencia no sea la efímera vigencia de las pasiones sino la estabilidad perdurable de los sentimientos y de los anhelos colectivos.
Pero hay algo que este movimiento considera trascendental: el problema social de Colombia, y no con el alcance de hacer promesas preelectorales sino con la decisión inquebrantable de resolverlo en la medida de las capacidades de la sociedad y del Estado, porque exceder este límite sería demagogia improcedente. Desde niño me ha impresionado siempre este verso de Valencia y constituiría mi mejor programa poder realizarlo en Colombia: “la vida es una copa para todos llena”.
El gobierno actual ha manifestado que retendrá el poder hasta que los partidos cesen en su lucha implacable y se acuerden patrióticamente al servicio del país. Yo quiero creer que esto es sincero y por eso tengo la esperanza de que le gobierno, para no faltar a su palabra solemnemente empeñada, no se obstinará en continuar detentando el poder, porque los partidos ya hemos cumplido la condición que nos propuso para devolverle a la nación la plenitud de la soberanía que hoy le mantiene arrebatada. Como candidato de los partidos políticos de Colombia, tengo el placer de informarle al gobierno que hemos llegado al más elevado y patriótico acuerdo para restaurar el imperio de las instituciones nacionales, con una plataforma común de aspiraciones patrióticas y con un solo candidato por el cual habrán de sufragar lealmente ambos partidos.
Así pues, nosotros hemos cumplido; esperamos que el gobierno también habrá de cumplir su palabra convocando a elecciones populares limpias de fraude y libres de violencia para elegir al próximo Presidente de la República. El gobierno nos ha dicho con Herrera: “la patria por encima de los partidos”. Nosotros lo decimos: de acuerdo; pero agregamos: la patria por encima de los negocios.
Réstame sólo significar a ustedes que la confianza con que me han honrado será correspondida hasta con el sacrificio de la propia vida si fuere necesario, y que obligará perennemente mi gratitud.
Las dificultades de comunicación y de experiencia a que nos ha sometido el gobierno, especialmente en estos últimos días, me impiden desarrollar ampliamente ante ustedes mi pensamiento político, que por otra parte ya está expresado en el Manifiesto conjunto del 20 de marzo pasado, que tuve el honor de suscribir como Presidente del Directorio Nacional Conservador, pero espero, además, poder hacerlo muy pronto para ofrecerle al país un programa que colme sus anhelos de libertad y de justicia en Colombia.
Servidor y amigo,
GUILLERMO LEÓN VALENCIA
Tomado de: Libro “Las Jornadas de Mayo”; Ediciones Documentos Colombianos Bogotá; Pagina: 47-48-49-50.
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