miércoles, 4 de noviembre de 2009
GUILLERMO LEON VALENCIA MUÑOZ: PRESIDENTE DE LA PAZ
Por: Mario Pachajoa Burbano
Amigos payaneses:
Un dia como hoy, 4 de noviembre de 1971 murió en Nueva York el expresidente Guillermo León Valencia Muñoz, Presidente de la Paz.
Guillermo León nació en Popayán el 27 de abril de 1909, siendo sus padres Guillermo Valencia y Josefina Muñoz de Valencia. Contrajo matrimonio con Susana López Navia y tuvieron 4 hijos. Estudió en el Liceo de la Universidad del Cauca donde obtuvo su grado de bachiller en 1926 y en la misma terminó estudios de derecho en 1931.
Del libro "Mi bello Popayán" de Jaime Zúñiga Salazar hemos tomado los siguientes párrafos:
El dia de su inhumación (lunes 8 de noviembre de 1971) una escuadrilla de 9 aviones de la FAC sobrevolaron continuamente el sitio, en tanto que desde una colina adyacente unidades del batallón Junín disparaban salvas de artillería. A los acordes del himno nacional, entonado por la banda de músicos de la FAC, los despojos mortales del ex-presidente Valencia fueron conducidos hacia la fosa.
Todas las actividades de Popayán se paralizaron ese dia. No menos de 80.000 personas se hicieron presentes en las solemnes exequias, que concluyeron a la una y media de tarde.
Durante el sepelio se pronunciaron ocho discursos, cuyos oradores representaban los partidos, el Senado, la Cámara, la Universidad del Cauca y la ciudad.
Germán Zea Hernández dijo que el expresidente: "era un pedazo de la patria amada que cifraba en su nobleza, en su altivez y en su señorío lo mejor de la nacionalidad colombiana. ... la historia se fue configurando dentro de las más dramáticas situaciones. Tuvo momentos de madurez republicana, otros es que las instituciones tambalearon, otros en que la ley y el imperio del derecho fueron sustituídos por la arbitrariedad y la persecusión. Y otros de restauración de la paz, de comprensión y acercamiento entre los colombianos para encauzar a la Patria por los senderos de lo que había sido en otras épocas. En todos esos momentos, Valencia tuvo participación decisiva y demostró sus calidadees de gran colombiano y patriota ... Valencia dentro del fragor de la lucha política, de la insania de las pasiones, de la persecución implacable, fue un hombre puro y sus manos estuvieron limpias de toda mancha. Luchó contra la tiranía, fustigó con su verbo iluminado y candente a quienes habían envilecido a la república. Expuso su vida y fue aprehendido y vigilado".
Enrique Pardo Parra, dijo que "la adolorida presencia de Colombia cubre y tutela este ámbito sagrado de la Patria, cuando vuelven a la tierra los despojos de quien la amó y la sirvió ... Valencia perteneció a congreso, honrándolo y con él se integran los años de fulgurante carrera. Por eso a su lado, en esta hora de vasto extremecimiento, unidos a la general congoja, el Senado y la Cámara se inclinan respetuosos ante la tumba que se abre .. a diferencia de aquellos a quienes la libertad incomoda, poder ensoberbece y el despotismo tienta, Valencia no entendió nunca a la patria sin ese pulmón abierto del parlamento, donde su elocuencia resonó en las cámaras, para ascender desde allí al sitial más alto de la democracia ...fogoso combatiente político y caudillo sin par del conservatismo, fue amoroso del derecho, de la justicia de de la paz ... nadie puede decir hoy que fue hostilizado o perseguido bajo su gobierno ... Limpia su vida de violencia y de sangre, de Valencia puede y debe decirse que sin haber dejado de ser un gran jefe conservador, por sus calidades patricias también lo fue para el alma de los liberales pues nada a su lado podia prevalecer sobre el interés nacional ... entre los rasgos de su personalidad estaba la nobleza de sus actitudes y la gallarda transparencia de sus sentimientos.. ".
Mario Laserna manifestó que " ... al temerse por la pérdida de la paz en el continente en este momento, se siente más su ausencia.. en este momento nadie duda del inmenso cariño que todos los colombianos le profesaron al presidente conservador, ni de la gratitud que él mismo, sintió hacia el payanés, durante el período de su mandato que ha sido calificado por todos como el gobierno de la paz .. ante el gran cariño que el pueblo colombiano le profesó a Guillermo León Valencia, nosotros nos convertimos por fuerza en débiles y opacos instrumentos de resonancia de esa multitud que sin distingos de orden racial, religioso, político y social lo llamó y lo llaman el Presidente de la Paz... ".
Raimundo Emiliani Román expresó que " ... En el principio era el verbo y el verbo era Dios, Guillermo León Valencia era la palabra, siempre la palabra, porque Guillermo León Valencia era sencillamennte el espíritu ... La paz, la libertad, la dignidad, el amor, la justicia fueron siempre ideales que nunca mancilló en el transcurso de su vida pública ... llevó a cargo uno de los mejores gobiernos en la historia política de Colombia. Analizó concienzudamente los problemas nacionales y buscó todas las soluciones posibles pero siempre con una rectitud intachable porque en su vida pública no hubo un solo acto de mala fe ... el partido conservador siempre se sintió orgullosode contar con la jefatura de Guillermo León Valencia ... ".
Edgar Penagos Casas dijo que " .... En su juventud Valencia demostró, como todos los hombres que están destinados a la grandeza, una rebelión contra las ideas anárquicas y demostró desde un comienzo que sería un gran conductor de masas. Ocupó las posiciones reservadas a los grandes, pero nunca reclamó para sí bienes nateriales, porque siempre fue un convencido de los bienes del espíritu y un alejado de las cosas materiales .... en Popayán todavía retumba el verbo de Valencia, porque el fuego de su palabra encendía siempre el espíritu de su ciudad .... Valencia fue llamado el presidente de los pobres, quienes pudieron llegar hasta su mandatario .. Aquí está Colombia y Popayán silenciosa y llorosa por su desaparición física ....
Alvaro Gómez Hurtado manifestó que " .... No en vano se nace en el trajín de la historia. Porque entonces se le tiene más como compañera que como maestra .... Popayán donde la historia no cae de improviso .. sigue siendo un hito de la historia contemporánea .... Fue tan colombiano que se convirtió en el símbolo nuestro y fue comprendido cabalmente por las gentes. Difícil encontrar un hombre de Estado con más próxima comunicación con el pueblo ... Fue valiente, intrépido ... Cayó la dictadura y la suerte electoral le fue adversa, pero supo ser prudente y cauteloso. Luego ganó en buena lid la primera magistratura y conquistó el respeto de los colombianos ... Pasa a la historia como el mandatario de la paz. La quiso así y lo consiguió. Cuando hablamos de Valencia, su nombre nos servirá para evocar la paz... No tenemos derecho a perderla ni a ponerla en peligro .... Valencia fue leal con su partido, al que sirvió sin dudar nunca de su doctrina... tuvo fe hasta el final. Es el mejor destino que uno puede apetecer ... Su devoción por Colombia fue apasionada y febril, como deben ser las cosas del corazón .. Lo que hoy pierde nuestro corazón, lo gana la gloria de Colombia .... ".
Belisario Betancur dijo que " .... esta reunión de los colombianos para despedir al ex-presidente es también un acto de desagravio, pues aunque es de la índole de nuestros pueblos la ligereza para juzgar a sus líderes, jamás se han dado tantos errores de juicio como con Valencia .... Su vida misma es un pedestal .... un medio enceguecido por el egoismo enseñó la tolerancia, la fidelidad, el carácter, la nobleza y la dimensión de la grandeza .... su máximo bien, su máxima fortuna, era el saber que sólo tenia "una palabra" y recordó cómo su ex-ministro le decía antes de partir para España como embajador "dichoso usted, que no sólo ha tenido honores sino honor" .... Valencia hizo honor a su ciudad, a su gente, a su patria que fue la mejor manera de hacerse honor a sí mismo. Yunques callad, enmudeced campanas. La patria adolorida ha quedado huérfana. La libertad llora la ausencia irremediable de Valencia ...".
Cordial saludo,
Amigos payaneses:
Un dia como hoy, 4 de noviembre de 1971 murió en Nueva York el expresidente Guillermo León Valencia Muñoz, Presidente de la Paz.
Guillermo León nació en Popayán el 27 de abril de 1909, siendo sus padres Guillermo Valencia y Josefina Muñoz de Valencia. Contrajo matrimonio con Susana López Navia y tuvieron 4 hijos. Estudió en el Liceo de la Universidad del Cauca donde obtuvo su grado de bachiller en 1926 y en la misma terminó estudios de derecho en 1931.
Del libro "Mi bello Popayán" de Jaime Zúñiga Salazar hemos tomado los siguientes párrafos:
El dia de su inhumación (lunes 8 de noviembre de 1971) una escuadrilla de 9 aviones de la FAC sobrevolaron continuamente el sitio, en tanto que desde una colina adyacente unidades del batallón Junín disparaban salvas de artillería. A los acordes del himno nacional, entonado por la banda de músicos de la FAC, los despojos mortales del ex-presidente Valencia fueron conducidos hacia la fosa.
Todas las actividades de Popayán se paralizaron ese dia. No menos de 80.000 personas se hicieron presentes en las solemnes exequias, que concluyeron a la una y media de tarde.
Durante el sepelio se pronunciaron ocho discursos, cuyos oradores representaban los partidos, el Senado, la Cámara, la Universidad del Cauca y la ciudad.
Germán Zea Hernández dijo que el expresidente: "era un pedazo de la patria amada que cifraba en su nobleza, en su altivez y en su señorío lo mejor de la nacionalidad colombiana. ... la historia se fue configurando dentro de las más dramáticas situaciones. Tuvo momentos de madurez republicana, otros es que las instituciones tambalearon, otros en que la ley y el imperio del derecho fueron sustituídos por la arbitrariedad y la persecusión. Y otros de restauración de la paz, de comprensión y acercamiento entre los colombianos para encauzar a la Patria por los senderos de lo que había sido en otras épocas. En todos esos momentos, Valencia tuvo participación decisiva y demostró sus calidadees de gran colombiano y patriota ... Valencia dentro del fragor de la lucha política, de la insania de las pasiones, de la persecución implacable, fue un hombre puro y sus manos estuvieron limpias de toda mancha. Luchó contra la tiranía, fustigó con su verbo iluminado y candente a quienes habían envilecido a la república. Expuso su vida y fue aprehendido y vigilado".
Enrique Pardo Parra, dijo que "la adolorida presencia de Colombia cubre y tutela este ámbito sagrado de la Patria, cuando vuelven a la tierra los despojos de quien la amó y la sirvió ... Valencia perteneció a congreso, honrándolo y con él se integran los años de fulgurante carrera. Por eso a su lado, en esta hora de vasto extremecimiento, unidos a la general congoja, el Senado y la Cámara se inclinan respetuosos ante la tumba que se abre .. a diferencia de aquellos a quienes la libertad incomoda, poder ensoberbece y el despotismo tienta, Valencia no entendió nunca a la patria sin ese pulmón abierto del parlamento, donde su elocuencia resonó en las cámaras, para ascender desde allí al sitial más alto de la democracia ...fogoso combatiente político y caudillo sin par del conservatismo, fue amoroso del derecho, de la justicia de de la paz ... nadie puede decir hoy que fue hostilizado o perseguido bajo su gobierno ... Limpia su vida de violencia y de sangre, de Valencia puede y debe decirse que sin haber dejado de ser un gran jefe conservador, por sus calidades patricias también lo fue para el alma de los liberales pues nada a su lado podia prevalecer sobre el interés nacional ... entre los rasgos de su personalidad estaba la nobleza de sus actitudes y la gallarda transparencia de sus sentimientos.. ".
Mario Laserna manifestó que " ... al temerse por la pérdida de la paz en el continente en este momento, se siente más su ausencia.. en este momento nadie duda del inmenso cariño que todos los colombianos le profesaron al presidente conservador, ni de la gratitud que él mismo, sintió hacia el payanés, durante el período de su mandato que ha sido calificado por todos como el gobierno de la paz .. ante el gran cariño que el pueblo colombiano le profesó a Guillermo León Valencia, nosotros nos convertimos por fuerza en débiles y opacos instrumentos de resonancia de esa multitud que sin distingos de orden racial, religioso, político y social lo llamó y lo llaman el Presidente de la Paz... ".
Raimundo Emiliani Román expresó que " ... En el principio era el verbo y el verbo era Dios, Guillermo León Valencia era la palabra, siempre la palabra, porque Guillermo León Valencia era sencillamennte el espíritu ... La paz, la libertad, la dignidad, el amor, la justicia fueron siempre ideales que nunca mancilló en el transcurso de su vida pública ... llevó a cargo uno de los mejores gobiernos en la historia política de Colombia. Analizó concienzudamente los problemas nacionales y buscó todas las soluciones posibles pero siempre con una rectitud intachable porque en su vida pública no hubo un solo acto de mala fe ... el partido conservador siempre se sintió orgullosode contar con la jefatura de Guillermo León Valencia ... ".
Edgar Penagos Casas dijo que " .... En su juventud Valencia demostró, como todos los hombres que están destinados a la grandeza, una rebelión contra las ideas anárquicas y demostró desde un comienzo que sería un gran conductor de masas. Ocupó las posiciones reservadas a los grandes, pero nunca reclamó para sí bienes nateriales, porque siempre fue un convencido de los bienes del espíritu y un alejado de las cosas materiales .... en Popayán todavía retumba el verbo de Valencia, porque el fuego de su palabra encendía siempre el espíritu de su ciudad .... Valencia fue llamado el presidente de los pobres, quienes pudieron llegar hasta su mandatario .. Aquí está Colombia y Popayán silenciosa y llorosa por su desaparición física ....
Alvaro Gómez Hurtado manifestó que " .... No en vano se nace en el trajín de la historia. Porque entonces se le tiene más como compañera que como maestra .... Popayán donde la historia no cae de improviso .. sigue siendo un hito de la historia contemporánea .... Fue tan colombiano que se convirtió en el símbolo nuestro y fue comprendido cabalmente por las gentes. Difícil encontrar un hombre de Estado con más próxima comunicación con el pueblo ... Fue valiente, intrépido ... Cayó la dictadura y la suerte electoral le fue adversa, pero supo ser prudente y cauteloso. Luego ganó en buena lid la primera magistratura y conquistó el respeto de los colombianos ... Pasa a la historia como el mandatario de la paz. La quiso así y lo consiguió. Cuando hablamos de Valencia, su nombre nos servirá para evocar la paz... No tenemos derecho a perderla ni a ponerla en peligro .... Valencia fue leal con su partido, al que sirvió sin dudar nunca de su doctrina... tuvo fe hasta el final. Es el mejor destino que uno puede apetecer ... Su devoción por Colombia fue apasionada y febril, como deben ser las cosas del corazón .. Lo que hoy pierde nuestro corazón, lo gana la gloria de Colombia .... ".
Belisario Betancur dijo que " .... esta reunión de los colombianos para despedir al ex-presidente es también un acto de desagravio, pues aunque es de la índole de nuestros pueblos la ligereza para juzgar a sus líderes, jamás se han dado tantos errores de juicio como con Valencia .... Su vida misma es un pedestal .... un medio enceguecido por el egoismo enseñó la tolerancia, la fidelidad, el carácter, la nobleza y la dimensión de la grandeza .... su máximo bien, su máxima fortuna, era el saber que sólo tenia "una palabra" y recordó cómo su ex-ministro le decía antes de partir para España como embajador "dichoso usted, que no sólo ha tenido honores sino honor" .... Valencia hizo honor a su ciudad, a su gente, a su patria que fue la mejor manera de hacerse honor a sí mismo. Yunques callad, enmudeced campanas. La patria adolorida ha quedado huérfana. La libertad llora la ausencia irremediable de Valencia ...".
Cordial saludo,
lunes, 5 de octubre de 2009
Un hombre excepcional por Hugo Artunduaga Salas
Centenario del nacimiento del ex presidente Guillermo León Valencia.
Un hombre excepcional
Guillermo León Valencia: encarnó y exaltó las virtudes de la hispanidad, las que invocó con nobleza y generosidad.
(Intervención del doctor Hugo Artunduaga Salas en la sesión especial del directorio conservador de Cundinamarca).
“Guillermo León Valencia, colombiano ilustre y excepcional que reunió muchas de las virtudes y muy pocas falencias.
Hablar de la personalidad y vida de Guillermo León Valencia, es una aleccionadora tarea. Al recorrer mentalmente el transcurrir del ejercicio de este ilustre payanés, desde su nacimiento hasta su muerte, enmarca toda una cátedra, pues sólo él interpretó cabalmente algo olvidado en la vida de hoy…Quien es grande, tiene y debe ser humilde.
Su nobleza, amor por su Colombia, entrega por sus principios, interés por lo social y la igualdad, su pulcritud espiritual, decoro y respeto por los valores, lo enmarcan como el Colombiano excepcional.
El ilustre hijo, de ese gran vate, que fue el maestro Guillermo Valencia, defendió un modelo Conservador, Nacionalista y Cristiano. Desde muy joven incursionó en el quehacer político en su natal y amada Popayán, logrando escalar rápidamente las posiciones de elección popular desde el Concejo, el Senado y La Presidencia de la República.
En la década de los 30, en una gira por los departamentos del Valle,Cauca y Huila, el entonces jefe único del partido, doctor Laureano Gómez, escuchó sus intervenciones que con una pulcra oratoria y fortaleza en sus planteamientos, cautivaron al riguroso e implacable maestro.
El jefe único, de inmediato, lo invitó a la capital de la República y sin dudarlo, lo integró a la actividad proselitista, espacio que se ganó con creces y que le permitió vincularse a la política de Cundinamarca. Desde la duma libró extraordinarias y recordadas jornadas. Defendiendo con inteligencia y doctrina el pensamiento de Caro y Ospina, pilares fundamentales de la cátedra conservadora, que hoy reclama la nueva generación del partido.
Valencia, en la plaza pública, como en el Congreso, enfrentó a cuantos atentaran contra el orden, los valores, la moral, la democracia y la libertad.
Guillermo León Valencia, encarnó y exaltó las virtudes de la hispanidad, las que invocó con nobleza y generosidad.
Los colombianos, aprendimos a reconocer la reciedumbre de su carácter, que se advertía en su andar erguido, en esa mirada de águila, con la que lideró protestas cívicas y partidistas, como en Cali, al acompañar las muchedumbres a desafiar las alambradas hostiles y las bayonetas que pretendían por la fuerza, sostener un gobierno agotado.
Fueron acciones gallardas y valientes que lo llevaron a jugarse la vida por la democracia, le valieron el afecto de los colombianos, para proponerlo a la Presidencia de la República, como primer mandatario del Frente Nacional. Las circunstancias políticas trastornaron esa oportunidad y le correspondió al doctor Alberto Lleras Camargo ser el primer presidente del Frente Nacional, iniciando la reconciliación entre liberales y conservadores.
En 1.961 el nombre de Guillermo León Valencia convocó el acuerdo bipartidista, para ser el candidato para el periodo 1.962-1.966, dignidad que ejerció con los más altos valores, en la búsqueda de la paz y el equilibrio social. Fue tan arraigado el objetivo, que el pueblo lo bautizó, como el Presidente de la PAZ Y LA JUSTICIA SOCIAL.
Quien les habla, se considera un afortunado por la generosidad de la Divina Providencia y de mis amigos.
Tuve el privilegio y el inmenso honor de ser su Secretario General en la Campaña Bipartidista a la presidencia, en mi natal Huila, en un ejercicio de unidad triunfante, que al igual que hoy reclama el partido.
Le guardo, al señor expresidente Valencia el respeto, admiración, aprecio y agradecimiento imperecedero, por su paternal manera como me otorgó su amistad y consejo. De él, aprendí, que en la vida hay que mantener los principios tutelares del amor y el temor a Dios, el respeto al prójimo, y el acatamiento a la Ley y al orden.
Qué fecha, más apropiada, para que hoy, como presidente del Directorio Conservador de Cundinamarca, dignidad que ostento, por generosidad de mis compañeros, expresarle en nombre de ellos y de la colectividad, a sus ilustres familiares, en cabeza de su hidalgo y brillante hijo Ignacio Valencia López, quien como Secretario Privado, se acercó al poder, con la ética, la discreción y la distancia, que deberían ser ejemplo a las nuevas generaciones de hijos del poder
Aún, tenemos mucho que aprender, los Conservadores del legado… del COLOMBIANO EXCEPCIONAL, GUILLERMO LEÓN VALENCIA”.
Bogotá, Mayo 13 de 2009
Hugo Artunduaga Salas
P.D.
Un hombre excepcional
Guillermo León Valencia: encarnó y exaltó las virtudes de la hispanidad, las que invocó con nobleza y generosidad.
(Intervención del doctor Hugo Artunduaga Salas en la sesión especial del directorio conservador de Cundinamarca).
“Guillermo León Valencia, colombiano ilustre y excepcional que reunió muchas de las virtudes y muy pocas falencias.
Hablar de la personalidad y vida de Guillermo León Valencia, es una aleccionadora tarea. Al recorrer mentalmente el transcurrir del ejercicio de este ilustre payanés, desde su nacimiento hasta su muerte, enmarca toda una cátedra, pues sólo él interpretó cabalmente algo olvidado en la vida de hoy…Quien es grande, tiene y debe ser humilde.
Su nobleza, amor por su Colombia, entrega por sus principios, interés por lo social y la igualdad, su pulcritud espiritual, decoro y respeto por los valores, lo enmarcan como el Colombiano excepcional.
El ilustre hijo, de ese gran vate, que fue el maestro Guillermo Valencia, defendió un modelo Conservador, Nacionalista y Cristiano. Desde muy joven incursionó en el quehacer político en su natal y amada Popayán, logrando escalar rápidamente las posiciones de elección popular desde el Concejo, el Senado y La Presidencia de la República.
En la década de los 30, en una gira por los departamentos del Valle,Cauca y Huila, el entonces jefe único del partido, doctor Laureano Gómez, escuchó sus intervenciones que con una pulcra oratoria y fortaleza en sus planteamientos, cautivaron al riguroso e implacable maestro.
El jefe único, de inmediato, lo invitó a la capital de la República y sin dudarlo, lo integró a la actividad proselitista, espacio que se ganó con creces y que le permitió vincularse a la política de Cundinamarca. Desde la duma libró extraordinarias y recordadas jornadas. Defendiendo con inteligencia y doctrina el pensamiento de Caro y Ospina, pilares fundamentales de la cátedra conservadora, que hoy reclama la nueva generación del partido.
Valencia, en la plaza pública, como en el Congreso, enfrentó a cuantos atentaran contra el orden, los valores, la moral, la democracia y la libertad.
Guillermo León Valencia, encarnó y exaltó las virtudes de la hispanidad, las que invocó con nobleza y generosidad.
Los colombianos, aprendimos a reconocer la reciedumbre de su carácter, que se advertía en su andar erguido, en esa mirada de águila, con la que lideró protestas cívicas y partidistas, como en Cali, al acompañar las muchedumbres a desafiar las alambradas hostiles y las bayonetas que pretendían por la fuerza, sostener un gobierno agotado.
Fueron acciones gallardas y valientes que lo llevaron a jugarse la vida por la democracia, le valieron el afecto de los colombianos, para proponerlo a la Presidencia de la República, como primer mandatario del Frente Nacional. Las circunstancias políticas trastornaron esa oportunidad y le correspondió al doctor Alberto Lleras Camargo ser el primer presidente del Frente Nacional, iniciando la reconciliación entre liberales y conservadores.
En 1.961 el nombre de Guillermo León Valencia convocó el acuerdo bipartidista, para ser el candidato para el periodo 1.962-1.966, dignidad que ejerció con los más altos valores, en la búsqueda de la paz y el equilibrio social. Fue tan arraigado el objetivo, que el pueblo lo bautizó, como el Presidente de la PAZ Y LA JUSTICIA SOCIAL.
Quien les habla, se considera un afortunado por la generosidad de la Divina Providencia y de mis amigos.
Tuve el privilegio y el inmenso honor de ser su Secretario General en la Campaña Bipartidista a la presidencia, en mi natal Huila, en un ejercicio de unidad triunfante, que al igual que hoy reclama el partido.
Le guardo, al señor expresidente Valencia el respeto, admiración, aprecio y agradecimiento imperecedero, por su paternal manera como me otorgó su amistad y consejo. De él, aprendí, que en la vida hay que mantener los principios tutelares del amor y el temor a Dios, el respeto al prójimo, y el acatamiento a la Ley y al orden.
Qué fecha, más apropiada, para que hoy, como presidente del Directorio Conservador de Cundinamarca, dignidad que ostento, por generosidad de mis compañeros, expresarle en nombre de ellos y de la colectividad, a sus ilustres familiares, en cabeza de su hidalgo y brillante hijo Ignacio Valencia López, quien como Secretario Privado, se acercó al poder, con la ética, la discreción y la distancia, que deberían ser ejemplo a las nuevas generaciones de hijos del poder
Aún, tenemos mucho que aprender, los Conservadores del legado… del COLOMBIANO EXCEPCIONAL, GUILLERMO LEÓN VALENCIA”.
Bogotá, Mayo 13 de 2009
Hugo Artunduaga Salas
P.D.
sábado, 3 de octubre de 2009
El legado de firmeza de Guillermo León Valencia, de quien se cumplieron 100 años de su natalicio
Guillermo León Valencia fue uno de los artífices del Frente Nacional. En su Gobierno se creó la Junta Monetaria y se gestó el Plan Vallejo.
El Presidente conservador (1962-1966), durante el Frente Nacional, se destacó por sus decisiones de mano dura contra los 'bandoleros'.
El presidente Guillermo León Valencia Muñoz estuvo a punto de pegarle un tiro a su ministro de Guerra, el general Alberto Ruíz Novoa, el mismo día que le aceptó la renuncia (agosto de 1965).
"(En el bolsillo del pantalón) yo tenía el revólver cogido ya de la culata y con el gatillo en la mano (...) Si él me intimaba a prisión, yo le disparaba, porque me parecía que era una insurrección militar, que yo estaba en el deber de conjurar, inclusive por la fuerza".
Así lo narró el mismo Valencia en una grabación de 1969, ante el entonces embajador en Holanda, Ramón de Zubiría, transcrita por Lecturas Dominicales, de EL TIEMPO, en agosto de 1997.
El episodio ilustra la determinación y firmeza del Presidente conservador, cuya memoria fue homenajeada esta semana en Popayán, su ciudad natal, a propósito de los 100 años de su natalicio, el 27 de abril de 1909.
Gobernó entre 1962 y 1966, el segundo cuatrienio del Frente Nacional, del que fue uno de los principales arquitectos tras hacer una dura oposición a la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla.
'Acabó con los bandoleros'
Valencia es recordado por su mano dura para recuperar el control de territorios que en la época llamaron "repúblicas independientes", al mando de violentos "bandoleros" enemistados por las diferencias entre liberales y conservadores.
Su resuelto carácter para combatir a estos grupos está dibujado en el libro Tiros de Guillermo León, de Juan Carlos Iragorri y Julián Mosquera, que recopila una serie de anécdotas del Presidente.
Allí aparece, en primer lugar, la respuesta que él les dio a unos dirigentes gremiales, quienes le sugirieron dialogar con los subversivos: "El diálogo existe mediante una diligencia judicial que se llama indagatoria, en la cual el representante del Estado es el juez", les contestó Valencia.
Bajo sus órdenes se dio despliegue a la operación Marquetalia en 1964, que diezmó a los grupos de "bandoleros", pero a la que sobrevivió 'Manuel Marulanda Vélez', gestor luego de la guerrilla más vieja del mundo: las Farc.
Ignacio Valencia, uno de sus cuatro hijos, explica el aporte del Presidente: "Él acabó con los bandoleros (...) Ya no había razón para esas guerrillas porque el liberalismo y el conservatismo habían dejado de apoyarlas (con el pacto del Frente Nacional). Las Farc son una situación posterior, que fue evolucionando hasta los tiempos de ahora".
No obstante, en medio de sus triunfos políticos, Valencia soportó sufrimientos personales durante su administración: la muerte de su esposa Susana López, en 1965, a un año de concluir el mandato.
Cuenta Ignacio Valencia que ella "murió a los 52 años, luego de padecer meses atrás de una embolia cerebral, pero tanto él (el presidente Valencia) como nosotros (los cuatro hijos) la rodeamos".
De cacería con el gral. Franco
Antes de llegar a la Presidencia, la hoja de vida de Valencia estuvo colmada de cargos públicos, como concejal de Popayán, diputado del Cauca, senador de la República y embajador ante la ONU y España.
Y en medio de tan agitada carrera política tuvo tiempo para su afición de cazador. Se desplazaba por Meta, Casanare y Arauca, junto a amigos, campesinos y un grupo de 20 o 30 perros de cacería en busca de venados.
Incluso, cuenta su hijo Ignacio, cuando se desempeñó como embajador en Madrid, antes y después de ocupar la Presidencia, cazó ciervos junto al general Francisco Franco (quien gobernó España entre 1939 y 1975) en el Palacio del Pardo.
El pasado miércoles, en Popayán, durante un homenaje en su memoria, el presidente Álvaro Uribe destacó el "coraje sin igual y singular" de Valencia para enfrentar a las "repúblicas independientes".
Uribe además reseñó el legado del Presidente conservador en materia económica: "Creó la Junta Monetaria, que cumplió una gran tarea hasta que fue eliminada por la Constitución de 1991 y sustituida por la independencia del Banco de la República".
También destacó que el Gobierno de Valencia "tuvo que aceptar una devaluación, pero, para no afectar la necesaria importación de bienes que se incorporaran a las exportaciones colombianas, concibió el Plan Vallejo, un gran estímulo a las exportaciones, que sigue teniendo toda la vigencia en la vida nacional".
El Tiempo
El Presidente conservador (1962-1966), durante el Frente Nacional, se destacó por sus decisiones de mano dura contra los 'bandoleros'.
El presidente Guillermo León Valencia Muñoz estuvo a punto de pegarle un tiro a su ministro de Guerra, el general Alberto Ruíz Novoa, el mismo día que le aceptó la renuncia (agosto de 1965).
"(En el bolsillo del pantalón) yo tenía el revólver cogido ya de la culata y con el gatillo en la mano (...) Si él me intimaba a prisión, yo le disparaba, porque me parecía que era una insurrección militar, que yo estaba en el deber de conjurar, inclusive por la fuerza".
Así lo narró el mismo Valencia en una grabación de 1969, ante el entonces embajador en Holanda, Ramón de Zubiría, transcrita por Lecturas Dominicales, de EL TIEMPO, en agosto de 1997.
El episodio ilustra la determinación y firmeza del Presidente conservador, cuya memoria fue homenajeada esta semana en Popayán, su ciudad natal, a propósito de los 100 años de su natalicio, el 27 de abril de 1909.
Gobernó entre 1962 y 1966, el segundo cuatrienio del Frente Nacional, del que fue uno de los principales arquitectos tras hacer una dura oposición a la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla.
'Acabó con los bandoleros'
Valencia es recordado por su mano dura para recuperar el control de territorios que en la época llamaron "repúblicas independientes", al mando de violentos "bandoleros" enemistados por las diferencias entre liberales y conservadores.
Su resuelto carácter para combatir a estos grupos está dibujado en el libro Tiros de Guillermo León, de Juan Carlos Iragorri y Julián Mosquera, que recopila una serie de anécdotas del Presidente.
Allí aparece, en primer lugar, la respuesta que él les dio a unos dirigentes gremiales, quienes le sugirieron dialogar con los subversivos: "El diálogo existe mediante una diligencia judicial que se llama indagatoria, en la cual el representante del Estado es el juez", les contestó Valencia.
Bajo sus órdenes se dio despliegue a la operación Marquetalia en 1964, que diezmó a los grupos de "bandoleros", pero a la que sobrevivió 'Manuel Marulanda Vélez', gestor luego de la guerrilla más vieja del mundo: las Farc.
Ignacio Valencia, uno de sus cuatro hijos, explica el aporte del Presidente: "Él acabó con los bandoleros (...) Ya no había razón para esas guerrillas porque el liberalismo y el conservatismo habían dejado de apoyarlas (con el pacto del Frente Nacional). Las Farc son una situación posterior, que fue evolucionando hasta los tiempos de ahora".
No obstante, en medio de sus triunfos políticos, Valencia soportó sufrimientos personales durante su administración: la muerte de su esposa Susana López, en 1965, a un año de concluir el mandato.
Cuenta Ignacio Valencia que ella "murió a los 52 años, luego de padecer meses atrás de una embolia cerebral, pero tanto él (el presidente Valencia) como nosotros (los cuatro hijos) la rodeamos".
De cacería con el gral. Franco
Antes de llegar a la Presidencia, la hoja de vida de Valencia estuvo colmada de cargos públicos, como concejal de Popayán, diputado del Cauca, senador de la República y embajador ante la ONU y España.
Y en medio de tan agitada carrera política tuvo tiempo para su afición de cazador. Se desplazaba por Meta, Casanare y Arauca, junto a amigos, campesinos y un grupo de 20 o 30 perros de cacería en busca de venados.
Incluso, cuenta su hijo Ignacio, cuando se desempeñó como embajador en Madrid, antes y después de ocupar la Presidencia, cazó ciervos junto al general Francisco Franco (quien gobernó España entre 1939 y 1975) en el Palacio del Pardo.
El pasado miércoles, en Popayán, durante un homenaje en su memoria, el presidente Álvaro Uribe destacó el "coraje sin igual y singular" de Valencia para enfrentar a las "repúblicas independientes".
Uribe además reseñó el legado del Presidente conservador en materia económica: "Creó la Junta Monetaria, que cumplió una gran tarea hasta que fue eliminada por la Constitución de 1991 y sustituida por la independencia del Banco de la República".
También destacó que el Gobierno de Valencia "tuvo que aceptar una devaluación, pero, para no afectar la necesaria importación de bienes que se incorporaran a las exportaciones colombianas, concibió el Plan Vallejo, un gran estímulo a las exportaciones, que sigue teniendo toda la vigencia en la vida nacional".
El Tiempo
lunes, 3 de agosto de 2009
Discurso Ignacio Valencia ante el Congreso de Colombia celebrando el centenario del nacimiento del exPresidente Guillermo Leon Valencia
El señor Presidente del Honorable Senado de la República, Senador Hernán Andrade Serrano y sus distinguidos colegas de la Mesa Directiva, el Senador Omar de Jesús Suárez Mira, Primer Vice Presidente, el Senador Luís Fernando Duque García, segundo Vice Presidente y el doctor Emilio Botero Dajud, Secretario General, han querido honrar la memoria de Guillermo León Valencia, Ex presidente de Colombia, con ocasión de la primera conmemoración centenaria de su natalicio. Y cuando el Senado de La República, evoca el nombre de Valencia, exalta y enaltece, en grado sumo, a quien fue todo abnegación, sacrificio, valor, lealtad y honradez, y al propio tiempo, pone de presente la ejemplarizante parábola vital de Valencia, relevada por una virtud característica y eminente que guió su larga vida pública: su inquebrantable compromiso de servicio al pueblo colombiano sin distingos de raza, clase o credo.
La conmemoración centenaria del natalicio de Valencia nos recuerda un hecho natural que emana de la esencia creadora de la Divina Providencia, quien además y generosamente, infundió en el alma de Valencia un don maravilloso que le permitió vivir y navegar sobre los espacios ilimitados de un ensueño grandioso de idealidad.
Aquel espíritu de Valencia levantó el vuelo, oteó y surcó los espacios abiertos y llegó muy lejos y muy alto hasta posarse, por voluntad popular, en ésta tribuna excelsa del Senado de Colombia, donde fue orador férvido, tribuno elocuente, brillante y sagaz y artífice egregio de la palabra que fue su única arma para rugir, luchar y vencer--
La personalidad de Valencia tiene su raíz en la severa disciplina y la probidad diamantina que le inculcó su padre, el Maestro Guillermo Valencia. Aquel hogar cristiano y sencillo, conformado por el Maestro Valencia y su esposa Josefina Muñoz, le enseñó a vivir dentro de un severo marco de valores morales, en un ambiente de virtudes, trabajo exigente y alegrías, de afecto y honor, que en su casa abundaban en permanente florescencia. Valencia lee, estudia y aprende, movido por un espíritu inquieto con ansias de saber, y de la rígida aula universitaria en Popayán pasa a la desafiante arena política a partir el sol con los gladiadores de la democracia colombiana. Perora en las plazas públicas, escribe en su periódico de provincia, “Claridad”, propone, debate, incrimina y señala objetivos y propósitos al servicio de Colombia. Esta etapa se releva cuando el jefe del conservatismo, doctor Laureano Gómez, lo postula como Diputado a la Asamblea de Cundinamarca por la provincia del Guavio y es elegido. Esta tribuna le permite congregar y recoger muchos partidarios y amigos; muéstrese elocuente y brillante; se apercibe en la Asamblea de Cundinamarca al gran parlamentario que colmaría etapas muy gloriosas en el acontecer nacional y en las fuertes batallas de oposición en que se encontraba comprometida su colectividad conservadora.
El pueblo lo elige Senador de la República por el Departamento del Cauca. Aquí, en éste recinto del Senado, conoció el complejo laberinto de la impredecible acción política y la complejidad de la tarea parlamentaria. Supo entender y valorar las diversas corrientes sociales que forman el alma de la nación; comprende y asimila la inmensa tarea que las dos grandes fuerzas políticas de la nación- el conservatismo y el liberalismo- han llevado a cabo para que, paso a paso, fluyera una síntesis fecunda de armonía como resultado final del esfuerzo de las dos colectividades para plasmar y dirigir el destino común de nuestra Patria.
Conquista luego las más altas dignidades en la dirección política de su partido y con sus brillantes colegas del Directorio Nacional, estudia y propone fórmulas de solución para enfrentar los grandes problemas de la sociedad y del Estado: la salud pública y privada, el analfabetismo, la reforma universitaria, el sistema electoral, el esquema tributario, las aspiraciones de las regiones, la infraestructura vial y los puertos, la navegación marítima y fluvial, la burocracia, el estímulo del empleo y la relación entre sus dos grandes componentes: el capital y el trabajo, la protección del medio físico. En fin, aboga por unas fórmulas de conciliación que sean la expresión libre y consciente de la auténtica voluntad nacional ajena al predominio grupista y sectario que divide, debilita y finalmente destruye los caminos del progreso y de la confraternidad entre los grupos sociales.
Valencia se movía en la política nacional conforme a este pensamiento y supo ser coherente entre el discurso y su acción real. Por estas razones, ocupó puesto de dirección, mando y prestigio en la vanguardia combatiente del conservatismo y, al propio tiempo, se ganó y mereció el mas cálido respeto del adversario político, pues el liberalismo colombiano siempre reconoció en Valencia, con especial e histórico gesto, su probidad diamantina y su trayectoria democrática totalmente ajena al sectarismo, a los odios excluyentes y estériles y a la violencia.
Valencia dedicó su vida a la consolidación de la democracia, la defensa de la libertad y promovió siempre los acuerdos patrióticos entre los partidos y los grupos sociales. Así actuó en las plazas públicas, como diputado en Cundinamarca, Senador por el Cauca y también Senador por el departamento de Antioquia ---- acontecimiento político que Valencia siempre reputó y recibió como el mas significativo y grato de su larga vida pública ---- luego en la hazañosa empresa de restauración de la libertad y de las instituciones republicanas en el año de 1957 y finalmente como Presidente de Colombia en el año de 1962.
Ni amenazas ni prisiones doblegaron su heroica voluntad de lucha como candidato presidencial del Frente Nacional para el período 1958–1962. Es decir, al frente de una política de conciliación nacional pactada por el conservatismo y el liberalismo contra el imperio del gobierno de círculo, excluyente y despótico.
Estamos recordando a Valencia como candidato del Frente Nacional pronunciando la arenga y dando la batalla y cómo en ésa lucha, el choque de las espadas le dio temple de acero a su pensar. Y su compromiso de honor con la Patria alcanzó una fecunda expansión radioactiva que encendió un fuego primordial que iluminaba su verbo poderoso y que prendió la voluntad de rebeldía y lucha del pueblo colombiano. La juventud universitaria derramó generosamente la sangre preciosa de sus mártires y los gremios, el pueblo, la nación entera, se movilizaron en masa detrás del carácter y el valor que simbolizó la valerosa y decisoria acción de Valencia en aquellas horas aciagas. Esta batalla restauró la libertad y dio nueva vida a la democracia. Así nació la segunda República el 10 de mayo de 1957.
La historia recogerá en toda su grandeza la hazañosa empresa llevada a cabo por los dos partidos históricos. Colombia rechazó los trágicos errores del pasado. Pero quiso el destino que así como la acción temeraria de Valencia al frente del pueblo se transformase en aquel movimiento victorioso del 10 de mayo de 1957, al propio tiempo, su esfuerzo y su heroísmo rindieran solamente frutos de ingratitud para el candidato nacional, cuando fue sustituido faltando pocos días para las elecciones presidenciales. El león cayó herido. Y fue entonces cuando Valencia aquilató su condición de caudillo noble, de convicciones irreductibles en torno al ideal de concordia nacional. Valencia transformó el sacrificio de su propia candidatura presidencial en un nuevo y decisivo signo de reconciliación nacional al anunciar y luego votar, estampando su firma en la papeleta, por su ilustre compañero de luchas, el doctor Alberto Lleras Camargo, jefe del partido liberal.
Se debe meditar con serena objetividad sobre ésta histórica decisión política. Valencia pudo mantener su propia candidatura presidencial para el período 1958-1962, que fue solemnemente proclamada por los dos partidos en instantes cruciales de la vida colombiana. La proclamación de Valencia se hizo primero en Medellín, por los directorios conservador y liberal de Antioquia y posteriormente en Bogotá, donde su candidatura nacional fue reafirmada por los dos partidos históricos. Valencia ostentaba un título indiscutible como candidato nacional a la Presidencia de la República, para el período 1958--1962. Y desde luego, participar en el debate presidencial del año 1958, era una decisión que dependía de su propia voluntad. ¿Acaso nos hemos detenido alguna vez a pensar acerca de la manera como se habría desarrollado un debate electoral que hubiese enfrentado a Alberto Lleras Camargo, candidato presidencial y jefe único del partido liberal con la candidatura de Valencia, reconocido jefe conservador, quien a su vez y previamente, había sido proclamado como candidato del Frente Nacional por Lleras Camargo a nombre del liberalismo y también, por el Directorio Nacional Conservador?
Nada más honroso para la memoria de Valencia, que recordar hoy, aquí, en el Senado de la República, un párrafo del histórico discurso pronunciado por Alberto Lleras Camargo, en la proclamación de Valencia, que tuvo lugar en la residencia del doctor Eduardo Zuleta Ángel, en Bogotá, el 12 de abril de 1957.
Oigamos a Alberto Lleras: “…Por eso hoy, cuando todos ustedes esperan ansiosos oír la voz de quien es desde el 8 de abril el jefe consagrado para el honor y resuelto al sacrificio, yo sólo tengo que decir que mi partido deposita su fe en Guillermo León Valencia, como lo hizo en 1917, en su padre….. Aquí está con nosotros, y para nosotros, un ciudadano que lleva más de veinte años de vida pública, que ha tenido en sus manos más poder o influencia que la mayor parte de nosotros, y que sin embargo, está más pobre hoy que lo que fue el primer día de su advenimiento a la acción política…. Pero, además, la vida de Guillermo León Valencia es de una transparencia absoluta, y su rectitud no tiene sombras. Es, por otra parte, un ejemplo de lo que debe ser un político colombiano, respetuoso de todas las leyes e instituciones creadas en más de un siglo de esfuerzos por la inteligencia de nuestros grandes compatriotas….. El liberalismo le ofrece una cooperación sin otro límite que el fiel cumplimiento de la palabra que ha empeñado en ese documento histórico del 20 de marzo……” Hasta aquí las palabras de Alberto Lleras.
¿Habría germinado la semilla de la concordia nacional si los dos caudillos del entendimiento bipartidista, Lleras Camargo y Valencia se enfrentaban como gladiadores llamados a partir el sol en la arena democrática?
¿Esa lucha épica de titanes que enfrentaba nuevamente a los partidos por el poder no habría enardecido los ánimos populares y avivado el fuego del sectarismo partidista en éste combate formidable?
¿Acaso podría haberse fracturado la plataforma del Frente Nacional fundada sobre el honor de los partidos comprometido en la firma de los grandes acuerdos nacionales suscritos en el año de 1957?
Si Valencia hubiese actuado de manera diferente, podríamos preguntar: ¿la joven y bella cabeza coronada con el laurel de la paz que representaba el Frente Nacional podría haber sido cercenada por un doble mandoble de sectarismo y retaliación?
Con su histórica decisión de retirar su candidatura presidencial para el período 1958-–1962, Valencia renovó su lealtad a la política de entendimiento entre los partidos, para asegurar la concordia y la paz de la nación. Fue un instante estelar de su existencia, que ni la ingratitud, ni la tergiversación, ni el tiempo, podrán borrar de los anales de la historia mientras en Colombia aliente la moral y la verdad presida la marcha de nuestra democracia.
Hago estos comentarios obligado por la densa tiniebla con que se ha pretendido ocultar y desfigurar la verdad y crear un ambiente turbio, como si se tratase de un mezquino propósito deliberado y falaz, para opacar el brillo, el carácter y el valor de las trascendentales decisiones políticas de Valencia, recio y noble caudillo, quien conquistó el corazón del pueblo en aquellas gestas más con el espíritu de generosidad de sus decisiones políticas en horas críticas que con sus propias acciones heroicas.
Por todo ello, aunque los círculos del resentimiento y la envidia, quisieron borrar su nombre de las páginas del futuro, cuatro años después, en el año de 1962, el conservatismo y el liberalismo se reencontraron en estrecho abrazo de reconciliación alrededor del nombre de Valencia, quien, otra vez y por segunda ocasión, es proclamado como candidato nacional de los dos partidos para el periodo 1962-1966, cuando fue elegido Presidente de Colombia, con 1.633.873 votos, es decir, con el 62% de la votación. Los candidatos opuestos a Valencia tuvieron la siguiente votación: Jorge Leiva: 308.814 votos; General Gustavo Rojas Pinilla: 54.557 votos; Alfonso López Michelsen: (candidato inconstitucional): 624.873 votos.
Valencia tenía un especial don para prever el proceso social y para reconocer el talento y los atributos de nuestros dirigentes. Supo captar entre ellos el aporte de bien que representaban para la República. Recordemos a Virgilio Barco Vargas y Belisario Betancur, quienes fueron insignes ministro de Valencia y llegaron después a la Presidencia de Colombia elegidos por el pueblo. Gustavo Balcazar Monzón, también su ministro, fue luego Designado a la Presidencia de la República. Todas las ilustres personalidades que honraron a Valencia como ministros exhiben realizaciones y aportes sustantivos en el progreso social del país y su honda huella señaló un camino seguro a las aspiraciones nacionales.
Este solemne acto en el Senado de la República, se origina en el corazón mismo de la Patria, porque en este recinto glorioso de la democracia, el Señor Presidente del Congreso de Colombia, honorable Senador Hernán Andrade, con sus brillantes palabras, nos ha hecho sentir las pulsaciones robustas del corazón de Colombia, que hoy recuerda con generosidad y reconocimiento a uno de sus hijos, Guillermo León Valencia que amó y sirvió a la República y a todo el pueblo colombiano en una lucha sin tregua durante toda su existencia.
En un país como el nuestro de permanentes ensayos y de perpetuas mudanzas, el Senado de la República, recuerda hoy que Guillermo León Valencia, encarnó la fortaleza inflexible en la dirección política de Colombia, que emanaba de la sólida unidad moral que presidió su larga vida pública.
Nadie se le anteponía en probidad pública y privada, serenidad de espíritu y amor a Colombia, en imparcialidad y en justicia. La fortaleza en las luchas por sus ideales y el decoro fueron a manera de vestiduras suyas.
La generosa iniciativa del Señor Presidente del Senado, honorable Senador Hernán Andrade, ostenta todos los atributos de un homenaje enaltecedor que esta augusta Corporación le ofrece a la memoria de Valencia. Quiero expresar, en nombre de los hijos y de la familia del Ex presidente Valencia, el mas emocionado testimonio de gratitud al Señor Presidente del Senado, a los señores Vice presidentes y al Secretario General, a los honorables Parlamentarios y a todos los asistentes que nos honran con su presencia, por el sumo valor que su presencia le imprime a esta conmemoración centenaria del natalicio de Valencia. Y también queremos decirles que nos emociona estar en éste recinto y experimentar la maravillosa sensación de oír, hoy y aquí, en el Senado de Colombia, el eco que viene de éstos muros invictos y que nos trae el himno de la vida de Valencia: colombiano, cristiano, conservador, amigo leal, personero de la concordia, orador, artífice de la paz, jefe, diplomático, esposo y padre amantísimo, candidato nacional y Presidente de Colombia.
Que la brillante, larga e inmaculada trayectoria de Valencia en el Senado de la República, siga simbolizando un noble ejemplo de concordia política, para que la libertad, la democracia, el progreso, la justicia social y la paz continúen alcanzando una intensa plenitud gloriosa que fue el legado de su carrera pública a las futuras generaciones republicanas.
Señor ex Presidente Belisario Betancur: muchas gracias por haber aceptado nuestra comedida invitación para presidir el Comité organizador de los actos conmemoratorios del natalicio de Guillermo León Valencia. Su ilustre nombre, señor ex Presidente Betancur, tiene virtud suficiente para exaltar y ennoblecer todo aquello a lo que usted se digne prestarle su enaltecedora cooperación. Valencia reputó como señalado honor de su existencia haberle ofrecido a usted el más cálido, desinteresado y sincero estímulo cuando usted inició, al frente de un formidable movimiento popular, su histórica marcha hacia la conquista del mas alto honor que la democracia otorga a sus hijos gloriosos: la Presidencia de la República. Y nosotros recibimos como recíproca manifestación de aquella especial amistad su presencia en este acto, pues Belisario nos ha traído el afecto puro que brota de su alma noble y grande vinculada con Valencia en el generoso campo de las ideas.
Gustavo Balcazar Monzón, noble amigo y gallardo paladín de la democracia, exhibe una trayectoria de luchas y victorias al frente de poderosas fuerzas sociales y populares en la pujante región del Valle del Cauca, Fue invitado por Valencia a formar parte se gobierno y el aportó su preeminencia, su prestigio y su autoridad en el desempeño brillante de su gestión. Valencia tuvo admiración y aprecio por la figura prestigiosa de Gustavo Balcázar Monzón. Su nombre en el Comité y su honrosa presencia en este acto es gallarda expresión de su caballerosidad que ha querido exaltar la memoria de Valencia.
José Félix Patiño, ministro de Valencia, consagrado a las ciencias médicas, conquista elevado rango académico en una severa selección entre los mejores, escala peldaños en el saber y se gana merecida reputación. Su inteligencia y espíritu de servicio al pueblo, puso al alcance de la comunidad, como Ministro de Salud Pública en el gobierno de Valencia, las drogas genéricas que permite a las clases pobres y marginadas disponer de remedios para sus dolencias a precios asequibles para el pueblo. También fue Rector de la Universidad Nacional en el gobierno de Valencia y en su gestión, éste centro académico triplicó sus recursos monetarios. Este caballero del saber ha sido y es un artífice de ideas brillantes, quien honró al gobierno de Valencia y a la democracia.
Debo recalcar que Valencia recibió con la más profunda emoción de su vida pública, su elección como Senador por el departamento de Antioquia en el año de 1958. Había sido objeto de los más duros ataques e injustas descalificaciones en la virulenta división conservadora de entonces, y como epílogo de ese fenomenal enfrentamiento, se presentaron a consideración del pueblo conservador de Antioquia dos listas conservadoras: una encabezada por Laureano Gómez y la otra por Guillermo León Valencia. La lista de Valencia obtuvo resonante victoria. Para Valencia, este triunfo en Antioquia - que históricamente ha sido y sigue siendo la cabeza visible de la más grande fuerza de centro - derecha de Colombia y de América - fue el hecho político mas grato de su existencia. Por esta razón, nos honran hoy con su presencia los doctores Fabio Valencia Cossio y Oscar Arboleda Palacio, insignes personeros de esa formidable fuerza humana intelectual y política que representa Antioquia conservadora. Ellos son los heraldos y guardianes que representan y defienden el ara santa que guarda los principios eternos que inspiran al conservatismo colombiano.
El senador José Darío Salazar Cruz, quien representa al conservatismo caucano en el Congreso, ha sido un dilecto amigo, siempre caballeroso y cordial, quien desempeña con lujo de competencia y solvencia intelectual sus responsabilidades y ha venido construyendo una senda ascendente en el cuerpo jerárquico de nuestra colectividad.
Aurelio Iragorri Hormaza, destacado líder popular y muy eficaz gestor del progreso del Cauca y del país en el curso de su larga y exitosa carrera política y parlamentaria ha sido además, y así lo sentimos y expresamos, como un miembro de nuestra familia, pues nos une un reciproco sentimiento de amistad, lealtad y espíritu de servicio.
Deseo expresar también un profundo sentimiento de gratitud al doctor Juan Manuel Santos, Ministro de Defensa, cuyo apoyo hace algunos años fue decisivo para adquirir y luego organizar, bajo la dirección del Museo Nacional de Colombia, la casa- museo Guillermo León Valencia, tal y como lo dispuso la ley 170 de 1973 aprobada por el Congreso de la República y sancionada por el señor Presidente de la época, Misael Pastrana Botero. Dígnese aceptar, doctor Santos nuestro renovado testimonio de reconocimiento, porque su generosa y decisiva intervención hizo realidad palpable la letra y el espíritu de la ley aprobada por el Congreso como homenaje a Valencia.
La conmemoración centenaria del natalicio de Guillermo León Valencia, seguramente tendrá eco en el sentimiento general de la nación con el honroso homenaje que se le ha ofrecido hoy, en el Senado de la República. Y también, porque el señor Presidente de Colombia, doctor Alvaro Uribe Vélez, con su proverbial gallardía y generosidad, estará en Popayán, el próximo mes de mayo, presidiendo los actos para celebrar el centenario del natalicio de Valencia en la ciudad fecunda. Y entonces, la memoria de Valencia, será así, consagrada en su ciudad, con los hálitos de fuerza, generosidad y gloria que emanan de la figura procera del Presidente Uribe Vélez, caudillo democrático, severo y arrogante pensador y fecundo realizador del bien común.
IGNACIO VALENCIA LOPEZ
SENADO DE LA REPUBLICA
ABRIL 27 DE 2009
La conmemoración centenaria del natalicio de Valencia nos recuerda un hecho natural que emana de la esencia creadora de la Divina Providencia, quien además y generosamente, infundió en el alma de Valencia un don maravilloso que le permitió vivir y navegar sobre los espacios ilimitados de un ensueño grandioso de idealidad.
Aquel espíritu de Valencia levantó el vuelo, oteó y surcó los espacios abiertos y llegó muy lejos y muy alto hasta posarse, por voluntad popular, en ésta tribuna excelsa del Senado de Colombia, donde fue orador férvido, tribuno elocuente, brillante y sagaz y artífice egregio de la palabra que fue su única arma para rugir, luchar y vencer--
La personalidad de Valencia tiene su raíz en la severa disciplina y la probidad diamantina que le inculcó su padre, el Maestro Guillermo Valencia. Aquel hogar cristiano y sencillo, conformado por el Maestro Valencia y su esposa Josefina Muñoz, le enseñó a vivir dentro de un severo marco de valores morales, en un ambiente de virtudes, trabajo exigente y alegrías, de afecto y honor, que en su casa abundaban en permanente florescencia. Valencia lee, estudia y aprende, movido por un espíritu inquieto con ansias de saber, y de la rígida aula universitaria en Popayán pasa a la desafiante arena política a partir el sol con los gladiadores de la democracia colombiana. Perora en las plazas públicas, escribe en su periódico de provincia, “Claridad”, propone, debate, incrimina y señala objetivos y propósitos al servicio de Colombia. Esta etapa se releva cuando el jefe del conservatismo, doctor Laureano Gómez, lo postula como Diputado a la Asamblea de Cundinamarca por la provincia del Guavio y es elegido. Esta tribuna le permite congregar y recoger muchos partidarios y amigos; muéstrese elocuente y brillante; se apercibe en la Asamblea de Cundinamarca al gran parlamentario que colmaría etapas muy gloriosas en el acontecer nacional y en las fuertes batallas de oposición en que se encontraba comprometida su colectividad conservadora.
El pueblo lo elige Senador de la República por el Departamento del Cauca. Aquí, en éste recinto del Senado, conoció el complejo laberinto de la impredecible acción política y la complejidad de la tarea parlamentaria. Supo entender y valorar las diversas corrientes sociales que forman el alma de la nación; comprende y asimila la inmensa tarea que las dos grandes fuerzas políticas de la nación- el conservatismo y el liberalismo- han llevado a cabo para que, paso a paso, fluyera una síntesis fecunda de armonía como resultado final del esfuerzo de las dos colectividades para plasmar y dirigir el destino común de nuestra Patria.
Conquista luego las más altas dignidades en la dirección política de su partido y con sus brillantes colegas del Directorio Nacional, estudia y propone fórmulas de solución para enfrentar los grandes problemas de la sociedad y del Estado: la salud pública y privada, el analfabetismo, la reforma universitaria, el sistema electoral, el esquema tributario, las aspiraciones de las regiones, la infraestructura vial y los puertos, la navegación marítima y fluvial, la burocracia, el estímulo del empleo y la relación entre sus dos grandes componentes: el capital y el trabajo, la protección del medio físico. En fin, aboga por unas fórmulas de conciliación que sean la expresión libre y consciente de la auténtica voluntad nacional ajena al predominio grupista y sectario que divide, debilita y finalmente destruye los caminos del progreso y de la confraternidad entre los grupos sociales.
Valencia se movía en la política nacional conforme a este pensamiento y supo ser coherente entre el discurso y su acción real. Por estas razones, ocupó puesto de dirección, mando y prestigio en la vanguardia combatiente del conservatismo y, al propio tiempo, se ganó y mereció el mas cálido respeto del adversario político, pues el liberalismo colombiano siempre reconoció en Valencia, con especial e histórico gesto, su probidad diamantina y su trayectoria democrática totalmente ajena al sectarismo, a los odios excluyentes y estériles y a la violencia.
Valencia dedicó su vida a la consolidación de la democracia, la defensa de la libertad y promovió siempre los acuerdos patrióticos entre los partidos y los grupos sociales. Así actuó en las plazas públicas, como diputado en Cundinamarca, Senador por el Cauca y también Senador por el departamento de Antioquia ---- acontecimiento político que Valencia siempre reputó y recibió como el mas significativo y grato de su larga vida pública ---- luego en la hazañosa empresa de restauración de la libertad y de las instituciones republicanas en el año de 1957 y finalmente como Presidente de Colombia en el año de 1962.
Ni amenazas ni prisiones doblegaron su heroica voluntad de lucha como candidato presidencial del Frente Nacional para el período 1958–1962. Es decir, al frente de una política de conciliación nacional pactada por el conservatismo y el liberalismo contra el imperio del gobierno de círculo, excluyente y despótico.
Estamos recordando a Valencia como candidato del Frente Nacional pronunciando la arenga y dando la batalla y cómo en ésa lucha, el choque de las espadas le dio temple de acero a su pensar. Y su compromiso de honor con la Patria alcanzó una fecunda expansión radioactiva que encendió un fuego primordial que iluminaba su verbo poderoso y que prendió la voluntad de rebeldía y lucha del pueblo colombiano. La juventud universitaria derramó generosamente la sangre preciosa de sus mártires y los gremios, el pueblo, la nación entera, se movilizaron en masa detrás del carácter y el valor que simbolizó la valerosa y decisoria acción de Valencia en aquellas horas aciagas. Esta batalla restauró la libertad y dio nueva vida a la democracia. Así nació la segunda República el 10 de mayo de 1957.
La historia recogerá en toda su grandeza la hazañosa empresa llevada a cabo por los dos partidos históricos. Colombia rechazó los trágicos errores del pasado. Pero quiso el destino que así como la acción temeraria de Valencia al frente del pueblo se transformase en aquel movimiento victorioso del 10 de mayo de 1957, al propio tiempo, su esfuerzo y su heroísmo rindieran solamente frutos de ingratitud para el candidato nacional, cuando fue sustituido faltando pocos días para las elecciones presidenciales. El león cayó herido. Y fue entonces cuando Valencia aquilató su condición de caudillo noble, de convicciones irreductibles en torno al ideal de concordia nacional. Valencia transformó el sacrificio de su propia candidatura presidencial en un nuevo y decisivo signo de reconciliación nacional al anunciar y luego votar, estampando su firma en la papeleta, por su ilustre compañero de luchas, el doctor Alberto Lleras Camargo, jefe del partido liberal.
Se debe meditar con serena objetividad sobre ésta histórica decisión política. Valencia pudo mantener su propia candidatura presidencial para el período 1958-1962, que fue solemnemente proclamada por los dos partidos en instantes cruciales de la vida colombiana. La proclamación de Valencia se hizo primero en Medellín, por los directorios conservador y liberal de Antioquia y posteriormente en Bogotá, donde su candidatura nacional fue reafirmada por los dos partidos históricos. Valencia ostentaba un título indiscutible como candidato nacional a la Presidencia de la República, para el período 1958--1962. Y desde luego, participar en el debate presidencial del año 1958, era una decisión que dependía de su propia voluntad. ¿Acaso nos hemos detenido alguna vez a pensar acerca de la manera como se habría desarrollado un debate electoral que hubiese enfrentado a Alberto Lleras Camargo, candidato presidencial y jefe único del partido liberal con la candidatura de Valencia, reconocido jefe conservador, quien a su vez y previamente, había sido proclamado como candidato del Frente Nacional por Lleras Camargo a nombre del liberalismo y también, por el Directorio Nacional Conservador?
Nada más honroso para la memoria de Valencia, que recordar hoy, aquí, en el Senado de la República, un párrafo del histórico discurso pronunciado por Alberto Lleras Camargo, en la proclamación de Valencia, que tuvo lugar en la residencia del doctor Eduardo Zuleta Ángel, en Bogotá, el 12 de abril de 1957.
Oigamos a Alberto Lleras: “…Por eso hoy, cuando todos ustedes esperan ansiosos oír la voz de quien es desde el 8 de abril el jefe consagrado para el honor y resuelto al sacrificio, yo sólo tengo que decir que mi partido deposita su fe en Guillermo León Valencia, como lo hizo en 1917, en su padre….. Aquí está con nosotros, y para nosotros, un ciudadano que lleva más de veinte años de vida pública, que ha tenido en sus manos más poder o influencia que la mayor parte de nosotros, y que sin embargo, está más pobre hoy que lo que fue el primer día de su advenimiento a la acción política…. Pero, además, la vida de Guillermo León Valencia es de una transparencia absoluta, y su rectitud no tiene sombras. Es, por otra parte, un ejemplo de lo que debe ser un político colombiano, respetuoso de todas las leyes e instituciones creadas en más de un siglo de esfuerzos por la inteligencia de nuestros grandes compatriotas….. El liberalismo le ofrece una cooperación sin otro límite que el fiel cumplimiento de la palabra que ha empeñado en ese documento histórico del 20 de marzo……” Hasta aquí las palabras de Alberto Lleras.
¿Habría germinado la semilla de la concordia nacional si los dos caudillos del entendimiento bipartidista, Lleras Camargo y Valencia se enfrentaban como gladiadores llamados a partir el sol en la arena democrática?
¿Esa lucha épica de titanes que enfrentaba nuevamente a los partidos por el poder no habría enardecido los ánimos populares y avivado el fuego del sectarismo partidista en éste combate formidable?
¿Acaso podría haberse fracturado la plataforma del Frente Nacional fundada sobre el honor de los partidos comprometido en la firma de los grandes acuerdos nacionales suscritos en el año de 1957?
Si Valencia hubiese actuado de manera diferente, podríamos preguntar: ¿la joven y bella cabeza coronada con el laurel de la paz que representaba el Frente Nacional podría haber sido cercenada por un doble mandoble de sectarismo y retaliación?
Con su histórica decisión de retirar su candidatura presidencial para el período 1958-–1962, Valencia renovó su lealtad a la política de entendimiento entre los partidos, para asegurar la concordia y la paz de la nación. Fue un instante estelar de su existencia, que ni la ingratitud, ni la tergiversación, ni el tiempo, podrán borrar de los anales de la historia mientras en Colombia aliente la moral y la verdad presida la marcha de nuestra democracia.
Hago estos comentarios obligado por la densa tiniebla con que se ha pretendido ocultar y desfigurar la verdad y crear un ambiente turbio, como si se tratase de un mezquino propósito deliberado y falaz, para opacar el brillo, el carácter y el valor de las trascendentales decisiones políticas de Valencia, recio y noble caudillo, quien conquistó el corazón del pueblo en aquellas gestas más con el espíritu de generosidad de sus decisiones políticas en horas críticas que con sus propias acciones heroicas.
Por todo ello, aunque los círculos del resentimiento y la envidia, quisieron borrar su nombre de las páginas del futuro, cuatro años después, en el año de 1962, el conservatismo y el liberalismo se reencontraron en estrecho abrazo de reconciliación alrededor del nombre de Valencia, quien, otra vez y por segunda ocasión, es proclamado como candidato nacional de los dos partidos para el periodo 1962-1966, cuando fue elegido Presidente de Colombia, con 1.633.873 votos, es decir, con el 62% de la votación. Los candidatos opuestos a Valencia tuvieron la siguiente votación: Jorge Leiva: 308.814 votos; General Gustavo Rojas Pinilla: 54.557 votos; Alfonso López Michelsen: (candidato inconstitucional): 624.873 votos.
Valencia tenía un especial don para prever el proceso social y para reconocer el talento y los atributos de nuestros dirigentes. Supo captar entre ellos el aporte de bien que representaban para la República. Recordemos a Virgilio Barco Vargas y Belisario Betancur, quienes fueron insignes ministro de Valencia y llegaron después a la Presidencia de Colombia elegidos por el pueblo. Gustavo Balcazar Monzón, también su ministro, fue luego Designado a la Presidencia de la República. Todas las ilustres personalidades que honraron a Valencia como ministros exhiben realizaciones y aportes sustantivos en el progreso social del país y su honda huella señaló un camino seguro a las aspiraciones nacionales.
Este solemne acto en el Senado de la República, se origina en el corazón mismo de la Patria, porque en este recinto glorioso de la democracia, el Señor Presidente del Congreso de Colombia, honorable Senador Hernán Andrade, con sus brillantes palabras, nos ha hecho sentir las pulsaciones robustas del corazón de Colombia, que hoy recuerda con generosidad y reconocimiento a uno de sus hijos, Guillermo León Valencia que amó y sirvió a la República y a todo el pueblo colombiano en una lucha sin tregua durante toda su existencia.
En un país como el nuestro de permanentes ensayos y de perpetuas mudanzas, el Senado de la República, recuerda hoy que Guillermo León Valencia, encarnó la fortaleza inflexible en la dirección política de Colombia, que emanaba de la sólida unidad moral que presidió su larga vida pública.
Nadie se le anteponía en probidad pública y privada, serenidad de espíritu y amor a Colombia, en imparcialidad y en justicia. La fortaleza en las luchas por sus ideales y el decoro fueron a manera de vestiduras suyas.
La generosa iniciativa del Señor Presidente del Senado, honorable Senador Hernán Andrade, ostenta todos los atributos de un homenaje enaltecedor que esta augusta Corporación le ofrece a la memoria de Valencia. Quiero expresar, en nombre de los hijos y de la familia del Ex presidente Valencia, el mas emocionado testimonio de gratitud al Señor Presidente del Senado, a los señores Vice presidentes y al Secretario General, a los honorables Parlamentarios y a todos los asistentes que nos honran con su presencia, por el sumo valor que su presencia le imprime a esta conmemoración centenaria del natalicio de Valencia. Y también queremos decirles que nos emociona estar en éste recinto y experimentar la maravillosa sensación de oír, hoy y aquí, en el Senado de Colombia, el eco que viene de éstos muros invictos y que nos trae el himno de la vida de Valencia: colombiano, cristiano, conservador, amigo leal, personero de la concordia, orador, artífice de la paz, jefe, diplomático, esposo y padre amantísimo, candidato nacional y Presidente de Colombia.
Que la brillante, larga e inmaculada trayectoria de Valencia en el Senado de la República, siga simbolizando un noble ejemplo de concordia política, para que la libertad, la democracia, el progreso, la justicia social y la paz continúen alcanzando una intensa plenitud gloriosa que fue el legado de su carrera pública a las futuras generaciones republicanas.
Señor ex Presidente Belisario Betancur: muchas gracias por haber aceptado nuestra comedida invitación para presidir el Comité organizador de los actos conmemoratorios del natalicio de Guillermo León Valencia. Su ilustre nombre, señor ex Presidente Betancur, tiene virtud suficiente para exaltar y ennoblecer todo aquello a lo que usted se digne prestarle su enaltecedora cooperación. Valencia reputó como señalado honor de su existencia haberle ofrecido a usted el más cálido, desinteresado y sincero estímulo cuando usted inició, al frente de un formidable movimiento popular, su histórica marcha hacia la conquista del mas alto honor que la democracia otorga a sus hijos gloriosos: la Presidencia de la República. Y nosotros recibimos como recíproca manifestación de aquella especial amistad su presencia en este acto, pues Belisario nos ha traído el afecto puro que brota de su alma noble y grande vinculada con Valencia en el generoso campo de las ideas.
Gustavo Balcazar Monzón, noble amigo y gallardo paladín de la democracia, exhibe una trayectoria de luchas y victorias al frente de poderosas fuerzas sociales y populares en la pujante región del Valle del Cauca, Fue invitado por Valencia a formar parte se gobierno y el aportó su preeminencia, su prestigio y su autoridad en el desempeño brillante de su gestión. Valencia tuvo admiración y aprecio por la figura prestigiosa de Gustavo Balcázar Monzón. Su nombre en el Comité y su honrosa presencia en este acto es gallarda expresión de su caballerosidad que ha querido exaltar la memoria de Valencia.
José Félix Patiño, ministro de Valencia, consagrado a las ciencias médicas, conquista elevado rango académico en una severa selección entre los mejores, escala peldaños en el saber y se gana merecida reputación. Su inteligencia y espíritu de servicio al pueblo, puso al alcance de la comunidad, como Ministro de Salud Pública en el gobierno de Valencia, las drogas genéricas que permite a las clases pobres y marginadas disponer de remedios para sus dolencias a precios asequibles para el pueblo. También fue Rector de la Universidad Nacional en el gobierno de Valencia y en su gestión, éste centro académico triplicó sus recursos monetarios. Este caballero del saber ha sido y es un artífice de ideas brillantes, quien honró al gobierno de Valencia y a la democracia.
Debo recalcar que Valencia recibió con la más profunda emoción de su vida pública, su elección como Senador por el departamento de Antioquia en el año de 1958. Había sido objeto de los más duros ataques e injustas descalificaciones en la virulenta división conservadora de entonces, y como epílogo de ese fenomenal enfrentamiento, se presentaron a consideración del pueblo conservador de Antioquia dos listas conservadoras: una encabezada por Laureano Gómez y la otra por Guillermo León Valencia. La lista de Valencia obtuvo resonante victoria. Para Valencia, este triunfo en Antioquia - que históricamente ha sido y sigue siendo la cabeza visible de la más grande fuerza de centro - derecha de Colombia y de América - fue el hecho político mas grato de su existencia. Por esta razón, nos honran hoy con su presencia los doctores Fabio Valencia Cossio y Oscar Arboleda Palacio, insignes personeros de esa formidable fuerza humana intelectual y política que representa Antioquia conservadora. Ellos son los heraldos y guardianes que representan y defienden el ara santa que guarda los principios eternos que inspiran al conservatismo colombiano.
El senador José Darío Salazar Cruz, quien representa al conservatismo caucano en el Congreso, ha sido un dilecto amigo, siempre caballeroso y cordial, quien desempeña con lujo de competencia y solvencia intelectual sus responsabilidades y ha venido construyendo una senda ascendente en el cuerpo jerárquico de nuestra colectividad.
Aurelio Iragorri Hormaza, destacado líder popular y muy eficaz gestor del progreso del Cauca y del país en el curso de su larga y exitosa carrera política y parlamentaria ha sido además, y así lo sentimos y expresamos, como un miembro de nuestra familia, pues nos une un reciproco sentimiento de amistad, lealtad y espíritu de servicio.
Deseo expresar también un profundo sentimiento de gratitud al doctor Juan Manuel Santos, Ministro de Defensa, cuyo apoyo hace algunos años fue decisivo para adquirir y luego organizar, bajo la dirección del Museo Nacional de Colombia, la casa- museo Guillermo León Valencia, tal y como lo dispuso la ley 170 de 1973 aprobada por el Congreso de la República y sancionada por el señor Presidente de la época, Misael Pastrana Botero. Dígnese aceptar, doctor Santos nuestro renovado testimonio de reconocimiento, porque su generosa y decisiva intervención hizo realidad palpable la letra y el espíritu de la ley aprobada por el Congreso como homenaje a Valencia.
La conmemoración centenaria del natalicio de Guillermo León Valencia, seguramente tendrá eco en el sentimiento general de la nación con el honroso homenaje que se le ha ofrecido hoy, en el Senado de la República. Y también, porque el señor Presidente de Colombia, doctor Alvaro Uribe Vélez, con su proverbial gallardía y generosidad, estará en Popayán, el próximo mes de mayo, presidiendo los actos para celebrar el centenario del natalicio de Valencia en la ciudad fecunda. Y entonces, la memoria de Valencia, será así, consagrada en su ciudad, con los hálitos de fuerza, generosidad y gloria que emanan de la figura procera del Presidente Uribe Vélez, caudillo democrático, severo y arrogante pensador y fecundo realizador del bien común.
IGNACIO VALENCIA LOPEZ
SENADO DE LA REPUBLICA
ABRIL 27 DE 2009
Semblanza
Por: Ignacio Valencia
El señor Presidente de la República, doctor Alvaro Uribe Vélez, la Ministra de Comunicaciones, doctora María del Rosario Guerra de La Espriella, el Presidente de los Servicios Postales Nacionales, doctor Juan Ernesto Vargas Uribe, con la honrosa decisión de editar una estampilla conmemorativa con la efigie de Guillermo León Valencia, han querido honrar la memoria del Ex presidente de Colombia, con ocasión de la primera conmemoración centenaria de su natalicio. Y cuando se evoca el nombre de Valencia, al propio tiempo, se exalta y enaltece, en grado sumo, a quien fue todo abnegación, sacrificio, valor, lealtad y honradez, y pone de presente la ejemplarizante parábola vital de Valencia y su inquebrantable compromiso de servicio al pueblo colombiano sin distingos de raza, clase o credo.
La personalidad de Valencia tiene su raíz en la severa disciplina y la probidad diamantina que le inculcó su padre, el Maestro Guillermo Valencia. Aquel hogar cristiano y sencillo, conformado por el Maestro Valencia y su esposa Josefina Muñoz, le enseñó a vivir dentro de un severo marco de valores morales, en un ambiente de virtudes, trabajo exigente y alegrías, de afecto y honor, que en su casa abundaban en permanente florescencia. Valencia lee, estudia y aprende, movido por un espíritu inquieto con ansias de saber. Perora en las plazas públicas, escribe en su periódico de provincia, “Claridad”, propone, debate, incrimina y señala objetivos y propósitos al servicio de Colombia. Esta etapa se releva cuando el jefe del conservatismo, doctor Laureano Gómez, lo postula como Diputado a la Asamblea de Cundinamarca por la provincia del Guavio y es elegido. Esta tribuna le permite congregar y recoger muchos partidarios y amigos; muéstrese elocuente y brillante; se apercibe en la Asamblea de Cundinamarca al gran parlamentario que colmaría etapas muy gloriosas en el acontecer nacional y en las fuertes batallas de oposición en que se encontraba comprometida su colectividad conservadora.
El pueblo lo elige Senador de la República por el Departamento del Cauca. Aquí, en éste recinto del Senado, conoció el complicado laberinto de la impredecible acción política y la complejidad de la tarea parlamentaria; comprende y asimila la inmensa tarea que las dos grandes fuerzas políticas de la nación- el conservatismo y el liberalismo- han llevado a cabo para que, paso a paso, fluyera una síntesis fecunda de armonía como resultado final del esfuerzo de las dos colectividades para plasmar y dirigir el destino común de nuestra Patria.
Conquista luego las más altas dignidades en la dirección política de su partido y con sus brillantes colegas del Directorio Nacional Conservador, estudia y propone fórmulas de solución para enfrentar los grandes problemas de la sociedad y del Estado: las aspiraciones de las regiones, el estímulo del empleo y la relación entre sus dos grandes componentes: el capital y el trabajo, la protección del medio físico. En fin, aboga por unas fórmulas de conciliación ajenas al predominio grupista y sectario que divide, debilita y finalmente destruye los caminos del progreso y de la confraternidad entre los grupos sociales.
Valencia se movía en la política nacional conforme a este pensamiento y supo ser coherente entre el discurso y su acción real. Por estas razones, ocupó puesto de dirección, mando y prestigio en la vanguardia combatiente del conservatismo y, al propio tiempo, se ganó y mereció el mas cálido respeto del adversario político, pues el liberalismo colombiano siempre reconoció en Valencia, con especial e histórico gesto, su probidad diamantina y su trayectoria democrática totalmente ajena al sectarismo, a los odios excluyentes y estériles y a la violencia. Dedicó su vida a la consolidación de la democracia, la defensa de la libertad y promovió siempre los acuerdos patrióticos entre los partidos y los grupos sociales. De allí, su resolución de ir hasta el sacrificio en la hazañosa empresa de restauración de la libertad y de las instituciones republicanas en el año de 1957.
Su figura fue el símbolo del pueblo colombiano en la gran batalla por la restauración de la libertad, el imperio de la democracia y la vigencia de las instituciones republicanas. Su compromiso con los ideales de concordia y reconstrucción de la democracia hicieron de él uno de los creadores del Frente Nacional, que ha sido la más grande rectificación histórica del rumbo de la nación. Colombia se decidió por una política de entendimiento, conciliación y gobierno conjunto de los partidos históricos. Como candidato nacional a la Presidencia, para el período 1.958-1.962, se comprometió en una lucha sin cuartel que culminó el 10 de mayo de 1.957 con el derrocamiento de la dictadura. Servidor devoto de la democracia, se desempeño como diputado a la Asamblea de Cundinamarca; Senador de la República, por el Departamento del Cauca; Presidente del Directorio Nacional Conservador en la campaña por la reconquista del poder que culminó con la elección de Mariano Ospina Pérez como Presidente de la República; Constituyente en la Asamblea Nacional convocada en el gobierno del doctor Laureano Gómez; Senador de la República por el Departamento de Antioquia; Embajador ante las Naciones Unidas; Embajador de Colombia en España en dos oportunidades; diversos gobiernos le ofrecieron varios Ministerios, que no aceptó; Candidato Nacional a la Presidencia de la República en dos ocasiones y Presidente de la República.
Ni amenazas ni prisiones doblegaron su heroica voluntad de lucha como candidato presidencial del Frente Nacional para el período 1958–1962, al frente de una política de conciliación nacional pactada por el conservatismo y el liberalismo contra el imperio del gobierno de círculo, excluyente y despótico.
Valencia como candidato del Frente Nacional pronuncia la arenga y da la batalla y en ésa lucha, el choque de las espadas le dio temple de acero a su pensar. Y su compromiso de honor con la Patria alcanzó una fecunda expansión radioactiva que encendió un fuego primordial que iluminaba su verbo poderoso y que prendió la voluntad de rebeldía y lucha del pueblo colombiano. La juventud universitaria derramó generosamente la sangre preciosa de sus mártires y los gremios, el pueblo, la nación entera, se movilizaron en masa detrás del carácter y el valor que simbolizó la heróica y decisoria acción de Valencia en aquellas horas aciagas. Esta batalla restauró la libertad. No se disparó ni un solo tiro. Así nació la segunda República el 10 de mayo de 1957.
La historia recogerá en toda su grandeza la hazañosa empresa llevada a cabo por los dos partidos históricos. Colombia rechazó los trágicos errores del pasado. Pero quiso el destino que así como la acción temeraria de Valencia al frente del pueblo se transformase en aquel movimiento victorioso del 10 de mayo de 1957, al propio tiempo, su esfuerzo y su heroísmo rindieran solamente frutos de ingratitud para el candidato nacional, cuando fue sustituido faltando pocos días para las elecciones presidenciales. El león cayó herido. Y fue entonces cuando Valencia aquilató su condición de caudillo noble, de convicciones irreductibles en torno al ideal de concordia nacional. Valencia transformó el sacrificio de su propia candidatura presidencial en un nuevo y decisivo signo de reconciliación nacional al anunciar y luego votar, estampando su firma en la papeleta, por su ilustre compañero de luchas, el doctor Alberto Lleras Camargo, jefe del partido liberal.
Se debe meditar con serena objetividad sobre ésta histórica decisión política. Valencia pudo mantener su propia candidatura presidencial para el período 1958-1962, que fue solemnemente proclamada por los dos partidos en instantes cruciales de la vida colombiana. Valencia ostentaba un título indiscutible como candidato nacional a la Presidencia de la República. Y participar en el debate presidencial del año 1958, era una decisión que dependía de su propia voluntad. ¿Acaso nos hemos detenido alguna vez a pensar acerca de la manera como se habría desarrollado un debate que hubiese enfrentado a Alberto Lleras Camargo, candidato presidencial y jefe único del partido liberal con la candidatura de Valencia, reconocido jefe conservador, quien a su vez y previamente, había sido proclamado como candidato del Frente Nacional por Lleras Camargo a nombre del liberalismo y también, por el Directorio Nacional Conservador?
El Frente Nacional propugnaba por un gobierno bipartidista, paritario y con programa común –como fórmula patriótica de eliminar el sectarismo, la violencia y los enfrentamientos, en las luchas por el poder- ¿,esta confrontación de los partidos enfrentados en la elección presidencial, no significaba un derrumbe del ideal de concordia y al propio tiempo, iniciaba, otra vez, al combate político entre los partidos ?
Nada más honroso para la memoria de Valencia, que recordar apartes del histórico discurso pronunciado por Alberto Lleras Camargo, en la proclamación de Valencia, que tuvo lugar en la residencia del doctor Eduardo Zuleta Ángel, en Bogotá, el 12 de abril de 1957.
Oigamos a Alberto Lleras: “…Por eso hoy, cuando todos ustedes esperan ansiosos oír la voz de quien es desde el 8 de abril el jefe consagrado para el honor y resuelto al sacrificio, yo sólo tengo que decir que mi partido deposita su fe en Guillermo León Valencia, como lo hizo en 1917, en su padre….. Aquí está con nosotros, y para nosotros, un ciudadano que lleva más de veinte años de vida pública, que ha tenido en sus manos más poder o influencia que la mayor parte de nosotros, y que sin embargo, está más pobre hoy que lo que fue el primer día de su advenimiento a la acción política…. Pero, además, la vida de Guillermo León Valencia es de una transparencia absoluta, y su rectitud no tiene sombras. Es, por otra parte, un ejemplo de lo que debe ser un político colombiano, respetuoso de todas las leyes e instituciones creadas en más de un siglo de esfuerzos por la inteligencia de nuestros grandes compatriotas….. El liberalismo le ofrece una cooperación sin otro límite que el fiel cumplimiento de la palabra que ha empeñado en ese documento histórico del 20 de marzo……” Hasta aquí las palabras de Alberto Lleras.
¿Habría germinado la semilla de la concordia nacional si los dos caudillos del entendimiento bipartidista, Lleras Camargo y Valencia se enfrentaban como gladiadores llamados a partir el sol en la arena democrática?
¿Esa lucha épica de titanes que enfrentaba nuevamente a los partidos por el poder no habría enardecido los ánimos populares y fracturado la plataforma del Frente Nacional fundada sobre el honor de los partidos comprometido en la firma de los grandes acuerdos nacionales suscritos en el año de 1957?
Si Valencia hubiese actuado de manera diferente, podríamos preguntar: ¿la joven y bella cabeza coronada con el laurel de la paz que representaba el Frente Nacional podría haber sido cercenada por un doble mandoble de sectarismo y retaliación?
Con su histórica decisión de retirar su candidatura presidencial en el año 1958, Valencia aseguró la concordia y la paz de la nación. Fue un instante estelar de su existencia y un momento único de la democracia por su imponente sencillez.
Ni la ingratitud, ni la tergiversación, ni el tiempo, podrán borrar de los anales de la historia ésta gloriosa gesta de Valencia mientras en Colombia aliente la moral y la verdad presida la marcha de nuestra democracia.
Hago estos comentarios obligado por la densa tiniebla con que se ha pretendido ocultar y desfigurar la verdad y crear un ambiente turbio, como si se tratase de un mezquino propósito deliberado y falaz, para opacar el brillo, el carácter y el valor de las trascendentales decisiones políticas de Valencia, recio y noble caudillo, quien conquistó el corazón del pueblo en aquellas luchas más con el espíritu de generosidad de sus decisiones políticas en horas críticas que con sus propias acciones heroicas.
Por todo ello, aunque los círculos del resentimiento y la envidia, quisieron borrar su nombre de las páginas del futuro, cuatro años después, en el año de 1962, el conservatismo y el liberalismo se reencontraron en estrecho abrazo de reconciliación alrededor del nombre de Valencia, quien, otra vez y por segunda ocasión, es proclamado como candidato nacional de los dos partidos para el periodo 1962-1966, cuando fue elegido Presidente de Colombia, con 1.636.081 votos, es decir, con el 62% de la votación. Los candidatos opuestos a Valencia tuvieron la siguiente votación: Jorge Leiva: 308.992 votos; General Gustavo Rojas Pinilla: 54.557 votos; Alfonso López Michelsen: (candidato inconstitucional): 624.863 votos.
Como Presidente de Colombia, cumplió con regidez “milimétrica” la letra y el espíritu de la Constitución, que consagraba los gobiernos ejercidos conjuntamente por los partidos, en forma paritaria y un programa común. Valencia, el día de su posesión, conmocionó el escenario político de la nación y produjo un hecho fundamental en la historia del Frente Nacional: nombró su gabinete ministerial dando representación a los dos partidos históricos, pero respetando las realidades internas de cada una de las colectividades. Valencia congregó en su gobierno al liberalismo oficialista, dirigido por Carlos Lleras Restrepo, y también, al Movimiento Revolucionario Liberal -MRL– orientado por Alfonso López Michelsen, representado en el gabinete por el Senador Juan José Turbay, figura cimera de ése grupo. es decir, a todo el partido liberal. Y con relación al conservatismo, Valencia dejó atónito al país, cuando nombró -en pié de igualdad– ministros de las dos vertientes de la época: el laureanismo y el unionismo. Este gesto de Valencia, no estaba en los cálculos ni en las conjeturas de los más avezados y conspicuos arúspices políticos. La dos implacables batallas libradas contra las candidaturas de Valencia en 1958 y luego, en 1962, ponían totalmente fuera de contexto -era un imposible- cualquier posibilidad de aproximación. Pero Valencia, como siempre, supo ser fiel a su inquebrantable espíritu de conciliación patriótica e inspirado por su lealtad y por su amor al conservatismo, ése día, en su posesión como Presidente de Colombia, el 7 de agosto de 1962, selló la unión conservadora, que posteriormente fue protocolizada y suscrita en el propio Palacio Presidencial, cuando todos los congresistas del partido, encabezados por los Jefes máximos, pusieron en las manos de Valencia un pergamino que expresaba la “gratitud incancelable “ del partido conservador colombiano al Presidente Guillermo León Valencia, por haber facilitado e impulsado la unión conservadora. Este documento histórico fue suscrito por los congresistas y el nuevo Directorio Nacional de Unión Conservadora, presidido por Mariano Ospina Pérez y Alvaro Gómez Hurtado.
Valencia, al proceder como lo hizo, revocó los antecedentes que apretaban y asfixiaban, como una tenaza, los alcances políticos de integración que consagraba el Frente Nacional, y en cambio de éstas herramientas que se oxidan y corroen , extendió sus brazos en noble y patriótico gesto de reconciliación conservadora y nacional. Fue el esplendor del Frente Nacional. Con la nación así unificada llevó a cabo una eficaz tarea de pacificación que sometió a los violentos homicidas que cruelmente cobraban una dolorosa cuota de sangre inocente al pueblo colombiano. La nación agradecida le ofreció entonces gajos de laurel cuando lo apellidaron: Presidente de la paz.
En el área social, Valencia realizó su gestión consagrada a atender las demandas populares y destinada a mejorar la vida de los sectores más pobres de la comunidad. La eliminación de la cuota inicial de las casas de habitación para la población de escasos recursos, que facilitaba su adquisición por el pueblo. La destinación del 20% del presupuesto nacional a la educación pública, como factor de redistribución de la riqueza y elemento de igualdad de oportunidades para toda la comunidad; fue la más amplia inversión en educación en la historia. La creación de la Junta Monetaria, que atribuyó a esta nueva entidad el manejo de la política monetaria que propició un desarrollo económico con mayor equidad en la reglas de juego. La garantía de un ambiente de plenas libertades para la expresión de las opiniones de los diversos grupos sociales, así como también para adelantar los debates libres de fraudes y de violencia tal y como se llevaron acabo las elecciones para Congreso y Presidente de la República en el año de 1.966. Respeto por las creencias religiosas y positiva armonía con las Jerarquías y la Iglesia Católica. Apoyo a la iniciativa privada en el proceso económico con la necesaria intervención del estado como poder regulador. Mensaje constante para estimular el entendimiento y la concordia entre los grupos sociales como el mejor medio para mantener la paz alcanzada. Decisión permanente para convertir el Estado en instrumento creador de un orden moral en el manejo del tesoro público. Prédica continua a favor del entendimiento con el Partido Liberal y las demás fuerzas políticas de la nación para asegurar el porvenir de la República. Probidad sin mancha del primer mandatario de la nación, porque Valencia actuó siempre sobre la base de su absoluta honradez personal e inmaculada conducta en la dirección de los destinos nacionales. Con su Ministro de Salud Pública, doctor José Félix Patiño, ordenó un beneficio inmenso para los pobres: las drogas genéricas, que pusieron al alcance del pueblo los remedios esenciales para el cuidado de su salud con una rebaja de más del 60% del precio. Y de igual manera procedió en todos los temas de interés para los vastos sectores de población más necesitada y marginada. Valencia luchó para mejorar la calidad de la vida de los grupos sociales populares. Honra a Valencia, que las dos grandes Centrales Obreras de Colombia, entonces, cuando fue Presidente: la UTC y la CTC, manifestaran, públicamente, que en la historia de las luchas sindicales en el país, las más grandes conquistas y avances para los trabajadores colombianos se habían logrado con el apoyo del gobierno de Valencia. Ahí están los dos discursos pronunciados por Tulio Cuevas y José Raquel Mercado, donde queda estampado éste testimonio de los más grandes líderes sindicales de Colombia. Tulio Cuevas, prestigioso líder popular, que dejó honda huella en el corazón de los trabajadores como conductor responsable, inteligente y eficaz de los trabajadores. Y José Raquel Mercado, vigoroso personero del pueblo y de la justicia social – injusta y cruelmente sacrificado por los violentos homicidas -- dedicó su vida a servir la causa de los trabajadores y fue un personero leal de las causas populares.
El homenaje del Gobierno Nacional con la edición de la estampilla de Valencia, es uno de aquellos eventos que se originan en el corazón mismo de la Patria, porque éste sello conmemorativo, por su origen altísimo, encarnado en el Señor Presidente de la República, Alvaro Uribe Vélez y en su Ministra, María del Rosario Guerra de la Espriella, nos ha hecho sentir las pulsaciones robustas del corazón de Colombia, que hoy recuerda con generosidad y reconocimiento a uno de sus grandes conductores, Guillermo León Valencia, que amó y sirvió a todo el pueblo colombiano en una lucha sin tregua durante toda su existencia.
La conmemoración centenaria del nacimiento de Valencia, recuerda un hecho natural que emana de la Divina Providencia, quien además de crearle su vida, infundió en su alma un don maravilloso que le permitió vivir y navegar en los espacios ilimitados de un grandioso ensueño de idealidad.
Dijérase que aquella alma inmensa que le dio el Creador, mostraba a Valencia como un inactual, la figura antitécnica de los tiempos que corren, cuando sólo cuentan la utilidad y la ventaja,
En un país como el nuestro de permanentes ensayos y de perpetuas mudanzas, ésta estampilla le recuerda a Colombia que Guillermo León Valencia, encarnó la fortaleza inflexible en la dirección política de Colombia, fortaleza que emanaba de la sólida unidad moral que presidió su larga vida pública.
Nadie se le anteponía en probidad pública y privada, serenidad de espíritu y amor la Patria, en imparcialidad y en justicia. La fortaleza en las luchas por sus ideales y el decoro fueron a manera de vestiduras suyas.
Esta generosa iniciativa ostenta todos los atributos de un homenaje enaltecedor a la memoria de Valencia. Quiero expresar, en nombre de los hijos y de la familia del Ex presidente Valencia, el mas emocionado testimonio de gratitud al señor Presidente de la República, a la Ministra de Comunicaciones y al Presidente de los Servicios Postales Nacionales y a todo el personal directivo, por el sumo valor que su decisión de emitir la estampilla le imprime a esta conmemoración centenaria del natalicio de Valencia. Y también queremos manifestar que nos emociona atestiguar que éste sello queda adherido en las páginas de la historia de Colombia y que además, muestra y nos trae, con la efigie de un colombiano glorioso, los ecos del himno de la vida de Valencia: colombiano, cristiano, conservador, amigo leal, personero de la concordia, orador, artífice de la paz, jefe, diplomático, esposo y padre amantísimo, candidato nacional y Presidente de Colombia.
Valencia deja ancha y honda huella como un demócrata integral y auténtico que jamás toleró que la violencia fuera una plataforma legítima para un partido o una carrera política.
El 4 de noviembre de 1971, de manera repentina, se produjo el fallecimiento del Ex presidente Valencia en la ciudad de New York. La triste noticia conmovió y enlutó a la nación colombiana y el gobierno nacional con el doctor Misael Pastrana Borrero, como Presidente de la República, presidió todos los solemnes actos que tuvieron lugar con tan dolorosa ocasión.
Los restos mortales de Colombia retornaron a Colombia en el avión presidencial y permanecieron en cámara ardiente en el recinto del Congreso de la República. Al día siguiente se realizaron los oficios fúnebres en la Catedral Primada de Colombia, y el Presidente Pastrana Borrero, llevó la palabra a nombre del pueblo colombiano en el atrio de la Catedral de Bogotá. El Presidente Pastrana Borrero pronunció una oración brillante y elocuente, exaltó la limpia trayectoria democrática de Valencia y dejó su testimonio insuperable y autorizado, exaltando la trayectoria política de Valencia; su sólido prestigio popular; la extraordinaria confianza que en él depositaron constantemente las dos grandes colectividades históricas en tantas y graves circunstancias políticas y la transparencia y honradez que sellaban todos sus compromisos con la Patria. Los restos mortales de Valencia colocados sobre una cureña, recorrieron las calles de Bogotá en medio de una conmovedora despedida del pueblo con pañuelos blancos e inolvidables manifestaciones de afecto y gratitud.
En Popayán, también se expresó el duelo colectivo con la presencia multitudinaria del pueblo caucano, tanto en las honras fúnebres oficiadas por el señor Arzobispo de Popayán, Miguel Ángel Arce Vivas, como en el sepelio que tuvo lugar en la Casa Valencia. El entierro de Valencia fue un homenaje de reconocimiento y consagración a la grandeza y probidad de su vida dedicada con desinterés y patriotismo al servicio de Colombia. El presidente Pastrana Borrero presidió los actos y en el patio de la Casa Valencia, llevaron la palabra los más eminentes voceros de los dos partidos políticos y de la nación colombiana, quienes en memorables panegíricos, cantaron a Valencia himnos para su gloria.
Los prestigiosos, respetados y acatados conductores de la nación que con su palabra iluminada dejaron plasmada la trascendencia histórica de Guillermo León Valencia fueron: Raimundo Emiliani Román, Enrique Pardo Parra, Mario Laserna Pinzón, Alvaro Gómez Hurtado, Germán Zea Hernándes, en representaciónde la Dirección Liberal Nacional y Belisario Betancur.
Que la brillante, larga e inmaculada trayectoria de Valencia al servicio de Colombia, siga simbolizando un noble ejemplo de conciliación patriótica y de concordia política, para que la libertad, la democracia, el progreso, la justicia social, el decoro y la paz continúen alcanzando una intensa plenitud gloriosa que fue el legado de su carrera pública a las futuras generaciones republicanas.
IGNACIO VALENCIA LÓPEZ
Bogotá, 10 de mayo de 2009
El señor Presidente de la República, doctor Alvaro Uribe Vélez, la Ministra de Comunicaciones, doctora María del Rosario Guerra de La Espriella, el Presidente de los Servicios Postales Nacionales, doctor Juan Ernesto Vargas Uribe, con la honrosa decisión de editar una estampilla conmemorativa con la efigie de Guillermo León Valencia, han querido honrar la memoria del Ex presidente de Colombia, con ocasión de la primera conmemoración centenaria de su natalicio. Y cuando se evoca el nombre de Valencia, al propio tiempo, se exalta y enaltece, en grado sumo, a quien fue todo abnegación, sacrificio, valor, lealtad y honradez, y pone de presente la ejemplarizante parábola vital de Valencia y su inquebrantable compromiso de servicio al pueblo colombiano sin distingos de raza, clase o credo.
La personalidad de Valencia tiene su raíz en la severa disciplina y la probidad diamantina que le inculcó su padre, el Maestro Guillermo Valencia. Aquel hogar cristiano y sencillo, conformado por el Maestro Valencia y su esposa Josefina Muñoz, le enseñó a vivir dentro de un severo marco de valores morales, en un ambiente de virtudes, trabajo exigente y alegrías, de afecto y honor, que en su casa abundaban en permanente florescencia. Valencia lee, estudia y aprende, movido por un espíritu inquieto con ansias de saber. Perora en las plazas públicas, escribe en su periódico de provincia, “Claridad”, propone, debate, incrimina y señala objetivos y propósitos al servicio de Colombia. Esta etapa se releva cuando el jefe del conservatismo, doctor Laureano Gómez, lo postula como Diputado a la Asamblea de Cundinamarca por la provincia del Guavio y es elegido. Esta tribuna le permite congregar y recoger muchos partidarios y amigos; muéstrese elocuente y brillante; se apercibe en la Asamblea de Cundinamarca al gran parlamentario que colmaría etapas muy gloriosas en el acontecer nacional y en las fuertes batallas de oposición en que se encontraba comprometida su colectividad conservadora.
El pueblo lo elige Senador de la República por el Departamento del Cauca. Aquí, en éste recinto del Senado, conoció el complicado laberinto de la impredecible acción política y la complejidad de la tarea parlamentaria; comprende y asimila la inmensa tarea que las dos grandes fuerzas políticas de la nación- el conservatismo y el liberalismo- han llevado a cabo para que, paso a paso, fluyera una síntesis fecunda de armonía como resultado final del esfuerzo de las dos colectividades para plasmar y dirigir el destino común de nuestra Patria.
Conquista luego las más altas dignidades en la dirección política de su partido y con sus brillantes colegas del Directorio Nacional Conservador, estudia y propone fórmulas de solución para enfrentar los grandes problemas de la sociedad y del Estado: las aspiraciones de las regiones, el estímulo del empleo y la relación entre sus dos grandes componentes: el capital y el trabajo, la protección del medio físico. En fin, aboga por unas fórmulas de conciliación ajenas al predominio grupista y sectario que divide, debilita y finalmente destruye los caminos del progreso y de la confraternidad entre los grupos sociales.
Valencia se movía en la política nacional conforme a este pensamiento y supo ser coherente entre el discurso y su acción real. Por estas razones, ocupó puesto de dirección, mando y prestigio en la vanguardia combatiente del conservatismo y, al propio tiempo, se ganó y mereció el mas cálido respeto del adversario político, pues el liberalismo colombiano siempre reconoció en Valencia, con especial e histórico gesto, su probidad diamantina y su trayectoria democrática totalmente ajena al sectarismo, a los odios excluyentes y estériles y a la violencia. Dedicó su vida a la consolidación de la democracia, la defensa de la libertad y promovió siempre los acuerdos patrióticos entre los partidos y los grupos sociales. De allí, su resolución de ir hasta el sacrificio en la hazañosa empresa de restauración de la libertad y de las instituciones republicanas en el año de 1957.
Su figura fue el símbolo del pueblo colombiano en la gran batalla por la restauración de la libertad, el imperio de la democracia y la vigencia de las instituciones republicanas. Su compromiso con los ideales de concordia y reconstrucción de la democracia hicieron de él uno de los creadores del Frente Nacional, que ha sido la más grande rectificación histórica del rumbo de la nación. Colombia se decidió por una política de entendimiento, conciliación y gobierno conjunto de los partidos históricos. Como candidato nacional a la Presidencia, para el período 1.958-1.962, se comprometió en una lucha sin cuartel que culminó el 10 de mayo de 1.957 con el derrocamiento de la dictadura. Servidor devoto de la democracia, se desempeño como diputado a la Asamblea de Cundinamarca; Senador de la República, por el Departamento del Cauca; Presidente del Directorio Nacional Conservador en la campaña por la reconquista del poder que culminó con la elección de Mariano Ospina Pérez como Presidente de la República; Constituyente en la Asamblea Nacional convocada en el gobierno del doctor Laureano Gómez; Senador de la República por el Departamento de Antioquia; Embajador ante las Naciones Unidas; Embajador de Colombia en España en dos oportunidades; diversos gobiernos le ofrecieron varios Ministerios, que no aceptó; Candidato Nacional a la Presidencia de la República en dos ocasiones y Presidente de la República.
Ni amenazas ni prisiones doblegaron su heroica voluntad de lucha como candidato presidencial del Frente Nacional para el período 1958–1962, al frente de una política de conciliación nacional pactada por el conservatismo y el liberalismo contra el imperio del gobierno de círculo, excluyente y despótico.
Valencia como candidato del Frente Nacional pronuncia la arenga y da la batalla y en ésa lucha, el choque de las espadas le dio temple de acero a su pensar. Y su compromiso de honor con la Patria alcanzó una fecunda expansión radioactiva que encendió un fuego primordial que iluminaba su verbo poderoso y que prendió la voluntad de rebeldía y lucha del pueblo colombiano. La juventud universitaria derramó generosamente la sangre preciosa de sus mártires y los gremios, el pueblo, la nación entera, se movilizaron en masa detrás del carácter y el valor que simbolizó la heróica y decisoria acción de Valencia en aquellas horas aciagas. Esta batalla restauró la libertad. No se disparó ni un solo tiro. Así nació la segunda República el 10 de mayo de 1957.
La historia recogerá en toda su grandeza la hazañosa empresa llevada a cabo por los dos partidos históricos. Colombia rechazó los trágicos errores del pasado. Pero quiso el destino que así como la acción temeraria de Valencia al frente del pueblo se transformase en aquel movimiento victorioso del 10 de mayo de 1957, al propio tiempo, su esfuerzo y su heroísmo rindieran solamente frutos de ingratitud para el candidato nacional, cuando fue sustituido faltando pocos días para las elecciones presidenciales. El león cayó herido. Y fue entonces cuando Valencia aquilató su condición de caudillo noble, de convicciones irreductibles en torno al ideal de concordia nacional. Valencia transformó el sacrificio de su propia candidatura presidencial en un nuevo y decisivo signo de reconciliación nacional al anunciar y luego votar, estampando su firma en la papeleta, por su ilustre compañero de luchas, el doctor Alberto Lleras Camargo, jefe del partido liberal.
Se debe meditar con serena objetividad sobre ésta histórica decisión política. Valencia pudo mantener su propia candidatura presidencial para el período 1958-1962, que fue solemnemente proclamada por los dos partidos en instantes cruciales de la vida colombiana. Valencia ostentaba un título indiscutible como candidato nacional a la Presidencia de la República. Y participar en el debate presidencial del año 1958, era una decisión que dependía de su propia voluntad. ¿Acaso nos hemos detenido alguna vez a pensar acerca de la manera como se habría desarrollado un debate que hubiese enfrentado a Alberto Lleras Camargo, candidato presidencial y jefe único del partido liberal con la candidatura de Valencia, reconocido jefe conservador, quien a su vez y previamente, había sido proclamado como candidato del Frente Nacional por Lleras Camargo a nombre del liberalismo y también, por el Directorio Nacional Conservador?
El Frente Nacional propugnaba por un gobierno bipartidista, paritario y con programa común –como fórmula patriótica de eliminar el sectarismo, la violencia y los enfrentamientos, en las luchas por el poder- ¿,esta confrontación de los partidos enfrentados en la elección presidencial, no significaba un derrumbe del ideal de concordia y al propio tiempo, iniciaba, otra vez, al combate político entre los partidos ?
Nada más honroso para la memoria de Valencia, que recordar apartes del histórico discurso pronunciado por Alberto Lleras Camargo, en la proclamación de Valencia, que tuvo lugar en la residencia del doctor Eduardo Zuleta Ángel, en Bogotá, el 12 de abril de 1957.
Oigamos a Alberto Lleras: “…Por eso hoy, cuando todos ustedes esperan ansiosos oír la voz de quien es desde el 8 de abril el jefe consagrado para el honor y resuelto al sacrificio, yo sólo tengo que decir que mi partido deposita su fe en Guillermo León Valencia, como lo hizo en 1917, en su padre….. Aquí está con nosotros, y para nosotros, un ciudadano que lleva más de veinte años de vida pública, que ha tenido en sus manos más poder o influencia que la mayor parte de nosotros, y que sin embargo, está más pobre hoy que lo que fue el primer día de su advenimiento a la acción política…. Pero, además, la vida de Guillermo León Valencia es de una transparencia absoluta, y su rectitud no tiene sombras. Es, por otra parte, un ejemplo de lo que debe ser un político colombiano, respetuoso de todas las leyes e instituciones creadas en más de un siglo de esfuerzos por la inteligencia de nuestros grandes compatriotas….. El liberalismo le ofrece una cooperación sin otro límite que el fiel cumplimiento de la palabra que ha empeñado en ese documento histórico del 20 de marzo……” Hasta aquí las palabras de Alberto Lleras.
¿Habría germinado la semilla de la concordia nacional si los dos caudillos del entendimiento bipartidista, Lleras Camargo y Valencia se enfrentaban como gladiadores llamados a partir el sol en la arena democrática?
¿Esa lucha épica de titanes que enfrentaba nuevamente a los partidos por el poder no habría enardecido los ánimos populares y fracturado la plataforma del Frente Nacional fundada sobre el honor de los partidos comprometido en la firma de los grandes acuerdos nacionales suscritos en el año de 1957?
Si Valencia hubiese actuado de manera diferente, podríamos preguntar: ¿la joven y bella cabeza coronada con el laurel de la paz que representaba el Frente Nacional podría haber sido cercenada por un doble mandoble de sectarismo y retaliación?
Con su histórica decisión de retirar su candidatura presidencial en el año 1958, Valencia aseguró la concordia y la paz de la nación. Fue un instante estelar de su existencia y un momento único de la democracia por su imponente sencillez.
Ni la ingratitud, ni la tergiversación, ni el tiempo, podrán borrar de los anales de la historia ésta gloriosa gesta de Valencia mientras en Colombia aliente la moral y la verdad presida la marcha de nuestra democracia.
Hago estos comentarios obligado por la densa tiniebla con que se ha pretendido ocultar y desfigurar la verdad y crear un ambiente turbio, como si se tratase de un mezquino propósito deliberado y falaz, para opacar el brillo, el carácter y el valor de las trascendentales decisiones políticas de Valencia, recio y noble caudillo, quien conquistó el corazón del pueblo en aquellas luchas más con el espíritu de generosidad de sus decisiones políticas en horas críticas que con sus propias acciones heroicas.
Por todo ello, aunque los círculos del resentimiento y la envidia, quisieron borrar su nombre de las páginas del futuro, cuatro años después, en el año de 1962, el conservatismo y el liberalismo se reencontraron en estrecho abrazo de reconciliación alrededor del nombre de Valencia, quien, otra vez y por segunda ocasión, es proclamado como candidato nacional de los dos partidos para el periodo 1962-1966, cuando fue elegido Presidente de Colombia, con 1.636.081 votos, es decir, con el 62% de la votación. Los candidatos opuestos a Valencia tuvieron la siguiente votación: Jorge Leiva: 308.992 votos; General Gustavo Rojas Pinilla: 54.557 votos; Alfonso López Michelsen: (candidato inconstitucional): 624.863 votos.
Como Presidente de Colombia, cumplió con regidez “milimétrica” la letra y el espíritu de la Constitución, que consagraba los gobiernos ejercidos conjuntamente por los partidos, en forma paritaria y un programa común. Valencia, el día de su posesión, conmocionó el escenario político de la nación y produjo un hecho fundamental en la historia del Frente Nacional: nombró su gabinete ministerial dando representación a los dos partidos históricos, pero respetando las realidades internas de cada una de las colectividades. Valencia congregó en su gobierno al liberalismo oficialista, dirigido por Carlos Lleras Restrepo, y también, al Movimiento Revolucionario Liberal -MRL– orientado por Alfonso López Michelsen, representado en el gabinete por el Senador Juan José Turbay, figura cimera de ése grupo. es decir, a todo el partido liberal. Y con relación al conservatismo, Valencia dejó atónito al país, cuando nombró -en pié de igualdad– ministros de las dos vertientes de la época: el laureanismo y el unionismo. Este gesto de Valencia, no estaba en los cálculos ni en las conjeturas de los más avezados y conspicuos arúspices políticos. La dos implacables batallas libradas contra las candidaturas de Valencia en 1958 y luego, en 1962, ponían totalmente fuera de contexto -era un imposible- cualquier posibilidad de aproximación. Pero Valencia, como siempre, supo ser fiel a su inquebrantable espíritu de conciliación patriótica e inspirado por su lealtad y por su amor al conservatismo, ése día, en su posesión como Presidente de Colombia, el 7 de agosto de 1962, selló la unión conservadora, que posteriormente fue protocolizada y suscrita en el propio Palacio Presidencial, cuando todos los congresistas del partido, encabezados por los Jefes máximos, pusieron en las manos de Valencia un pergamino que expresaba la “gratitud incancelable “ del partido conservador colombiano al Presidente Guillermo León Valencia, por haber facilitado e impulsado la unión conservadora. Este documento histórico fue suscrito por los congresistas y el nuevo Directorio Nacional de Unión Conservadora, presidido por Mariano Ospina Pérez y Alvaro Gómez Hurtado.
Valencia, al proceder como lo hizo, revocó los antecedentes que apretaban y asfixiaban, como una tenaza, los alcances políticos de integración que consagraba el Frente Nacional, y en cambio de éstas herramientas que se oxidan y corroen , extendió sus brazos en noble y patriótico gesto de reconciliación conservadora y nacional. Fue el esplendor del Frente Nacional. Con la nación así unificada llevó a cabo una eficaz tarea de pacificación que sometió a los violentos homicidas que cruelmente cobraban una dolorosa cuota de sangre inocente al pueblo colombiano. La nación agradecida le ofreció entonces gajos de laurel cuando lo apellidaron: Presidente de la paz.
En el área social, Valencia realizó su gestión consagrada a atender las demandas populares y destinada a mejorar la vida de los sectores más pobres de la comunidad. La eliminación de la cuota inicial de las casas de habitación para la población de escasos recursos, que facilitaba su adquisición por el pueblo. La destinación del 20% del presupuesto nacional a la educación pública, como factor de redistribución de la riqueza y elemento de igualdad de oportunidades para toda la comunidad; fue la más amplia inversión en educación en la historia. La creación de la Junta Monetaria, que atribuyó a esta nueva entidad el manejo de la política monetaria que propició un desarrollo económico con mayor equidad en la reglas de juego. La garantía de un ambiente de plenas libertades para la expresión de las opiniones de los diversos grupos sociales, así como también para adelantar los debates libres de fraudes y de violencia tal y como se llevaron acabo las elecciones para Congreso y Presidente de la República en el año de 1.966. Respeto por las creencias religiosas y positiva armonía con las Jerarquías y la Iglesia Católica. Apoyo a la iniciativa privada en el proceso económico con la necesaria intervención del estado como poder regulador. Mensaje constante para estimular el entendimiento y la concordia entre los grupos sociales como el mejor medio para mantener la paz alcanzada. Decisión permanente para convertir el Estado en instrumento creador de un orden moral en el manejo del tesoro público. Prédica continua a favor del entendimiento con el Partido Liberal y las demás fuerzas políticas de la nación para asegurar el porvenir de la República. Probidad sin mancha del primer mandatario de la nación, porque Valencia actuó siempre sobre la base de su absoluta honradez personal e inmaculada conducta en la dirección de los destinos nacionales. Con su Ministro de Salud Pública, doctor José Félix Patiño, ordenó un beneficio inmenso para los pobres: las drogas genéricas, que pusieron al alcance del pueblo los remedios esenciales para el cuidado de su salud con una rebaja de más del 60% del precio. Y de igual manera procedió en todos los temas de interés para los vastos sectores de población más necesitada y marginada. Valencia luchó para mejorar la calidad de la vida de los grupos sociales populares. Honra a Valencia, que las dos grandes Centrales Obreras de Colombia, entonces, cuando fue Presidente: la UTC y la CTC, manifestaran, públicamente, que en la historia de las luchas sindicales en el país, las más grandes conquistas y avances para los trabajadores colombianos se habían logrado con el apoyo del gobierno de Valencia. Ahí están los dos discursos pronunciados por Tulio Cuevas y José Raquel Mercado, donde queda estampado éste testimonio de los más grandes líderes sindicales de Colombia. Tulio Cuevas, prestigioso líder popular, que dejó honda huella en el corazón de los trabajadores como conductor responsable, inteligente y eficaz de los trabajadores. Y José Raquel Mercado, vigoroso personero del pueblo y de la justicia social – injusta y cruelmente sacrificado por los violentos homicidas -- dedicó su vida a servir la causa de los trabajadores y fue un personero leal de las causas populares.
El homenaje del Gobierno Nacional con la edición de la estampilla de Valencia, es uno de aquellos eventos que se originan en el corazón mismo de la Patria, porque éste sello conmemorativo, por su origen altísimo, encarnado en el Señor Presidente de la República, Alvaro Uribe Vélez y en su Ministra, María del Rosario Guerra de la Espriella, nos ha hecho sentir las pulsaciones robustas del corazón de Colombia, que hoy recuerda con generosidad y reconocimiento a uno de sus grandes conductores, Guillermo León Valencia, que amó y sirvió a todo el pueblo colombiano en una lucha sin tregua durante toda su existencia.
La conmemoración centenaria del nacimiento de Valencia, recuerda un hecho natural que emana de la Divina Providencia, quien además de crearle su vida, infundió en su alma un don maravilloso que le permitió vivir y navegar en los espacios ilimitados de un grandioso ensueño de idealidad.
Dijérase que aquella alma inmensa que le dio el Creador, mostraba a Valencia como un inactual, la figura antitécnica de los tiempos que corren, cuando sólo cuentan la utilidad y la ventaja,
En un país como el nuestro de permanentes ensayos y de perpetuas mudanzas, ésta estampilla le recuerda a Colombia que Guillermo León Valencia, encarnó la fortaleza inflexible en la dirección política de Colombia, fortaleza que emanaba de la sólida unidad moral que presidió su larga vida pública.
Nadie se le anteponía en probidad pública y privada, serenidad de espíritu y amor la Patria, en imparcialidad y en justicia. La fortaleza en las luchas por sus ideales y el decoro fueron a manera de vestiduras suyas.
Esta generosa iniciativa ostenta todos los atributos de un homenaje enaltecedor a la memoria de Valencia. Quiero expresar, en nombre de los hijos y de la familia del Ex presidente Valencia, el mas emocionado testimonio de gratitud al señor Presidente de la República, a la Ministra de Comunicaciones y al Presidente de los Servicios Postales Nacionales y a todo el personal directivo, por el sumo valor que su decisión de emitir la estampilla le imprime a esta conmemoración centenaria del natalicio de Valencia. Y también queremos manifestar que nos emociona atestiguar que éste sello queda adherido en las páginas de la historia de Colombia y que además, muestra y nos trae, con la efigie de un colombiano glorioso, los ecos del himno de la vida de Valencia: colombiano, cristiano, conservador, amigo leal, personero de la concordia, orador, artífice de la paz, jefe, diplomático, esposo y padre amantísimo, candidato nacional y Presidente de Colombia.
Valencia deja ancha y honda huella como un demócrata integral y auténtico que jamás toleró que la violencia fuera una plataforma legítima para un partido o una carrera política.
El 4 de noviembre de 1971, de manera repentina, se produjo el fallecimiento del Ex presidente Valencia en la ciudad de New York. La triste noticia conmovió y enlutó a la nación colombiana y el gobierno nacional con el doctor Misael Pastrana Borrero, como Presidente de la República, presidió todos los solemnes actos que tuvieron lugar con tan dolorosa ocasión.
Los restos mortales de Colombia retornaron a Colombia en el avión presidencial y permanecieron en cámara ardiente en el recinto del Congreso de la República. Al día siguiente se realizaron los oficios fúnebres en la Catedral Primada de Colombia, y el Presidente Pastrana Borrero, llevó la palabra a nombre del pueblo colombiano en el atrio de la Catedral de Bogotá. El Presidente Pastrana Borrero pronunció una oración brillante y elocuente, exaltó la limpia trayectoria democrática de Valencia y dejó su testimonio insuperable y autorizado, exaltando la trayectoria política de Valencia; su sólido prestigio popular; la extraordinaria confianza que en él depositaron constantemente las dos grandes colectividades históricas en tantas y graves circunstancias políticas y la transparencia y honradez que sellaban todos sus compromisos con la Patria. Los restos mortales de Valencia colocados sobre una cureña, recorrieron las calles de Bogotá en medio de una conmovedora despedida del pueblo con pañuelos blancos e inolvidables manifestaciones de afecto y gratitud.
En Popayán, también se expresó el duelo colectivo con la presencia multitudinaria del pueblo caucano, tanto en las honras fúnebres oficiadas por el señor Arzobispo de Popayán, Miguel Ángel Arce Vivas, como en el sepelio que tuvo lugar en la Casa Valencia. El entierro de Valencia fue un homenaje de reconocimiento y consagración a la grandeza y probidad de su vida dedicada con desinterés y patriotismo al servicio de Colombia. El presidente Pastrana Borrero presidió los actos y en el patio de la Casa Valencia, llevaron la palabra los más eminentes voceros de los dos partidos políticos y de la nación colombiana, quienes en memorables panegíricos, cantaron a Valencia himnos para su gloria.
Los prestigiosos, respetados y acatados conductores de la nación que con su palabra iluminada dejaron plasmada la trascendencia histórica de Guillermo León Valencia fueron: Raimundo Emiliani Román, Enrique Pardo Parra, Mario Laserna Pinzón, Alvaro Gómez Hurtado, Germán Zea Hernándes, en representaciónde la Dirección Liberal Nacional y Belisario Betancur.
Que la brillante, larga e inmaculada trayectoria de Valencia al servicio de Colombia, siga simbolizando un noble ejemplo de conciliación patriótica y de concordia política, para que la libertad, la democracia, el progreso, la justicia social, el decoro y la paz continúen alcanzando una intensa plenitud gloriosa que fue el legado de su carrera pública a las futuras generaciones republicanas.
IGNACIO VALENCIA LÓPEZ
Bogotá, 10 de mayo de 2009
Discurso del Ministro del Interior y Justicia. Fabio Valencia Cossio
ASPECTOS PRINCIPALES DE LA VIDA Y OBRA
DEL EX–PRESIDENTE GUILLERMO LEON VALENCIA
Señoras y Señores:
Conmemoramos hoy, 27 de abril del año 2009, cien años del nacimiento del ilustre ex presidente de la República Guillermo León Valencia, razón por la cual el Gobierno Nacional conmemora y enaltece su memoria resaltandosu vida y obra como ejemplo para las generaciones actuales y futuras de la Patria.
El doctor Guillermo León Valencia fue presidente de la República de Colombia en el período 1962- 1966. Fue Concejal de Popayán y Diputado de la Asamblea del Cauca, Senador de la República y Embajador ante la Organización de las Naciones Unidas en la Asamblea General del año 1949. También ocupó el cargo de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario ante el Reino de España una vez terminó su mandato presidencial.
El doctor Valencia, fue un demócrata integral; combatió consu oratoria la dictadura del General Rojas Pinilla y fue gestor importante de los acuerdos políticos que acabarían con el mandato del General y darían luego origen al denominado Frente Nacional, pacto que permitió a Valencia llegar a la Presidencia de la República durante el periodo 1962 – 1966.
El Ex presidente Guillermo León Valencia se rodeó de los mejores hombres de cada partido y equilibradamente lideró un gobierno que logró importantes avances en la concordia política, en el entendimiento ciudadano y en el progreso nacional.
Su mandato tuvo tres pilares básicos: restablecimiento del orden público, apoyo a la educación nacional y responsable manejo de la economía. Con relación al restablecimiento del orden público, el gobierno Valencia logró importantes resultados y sus acciones cívico-militares permitieron recuperar regiones importantes para la Patria.Por esta razón fue llamado justamente EL PRESIDENTE DE LA PAZ.
También es destacable el decidido apoyo que este gobierno dio a la educación nacional. Durante el periodo presidencial 1962-1966 se crearon los Institutos Nacionales de Enseñanza Media –INEM- con el loable propósito de ampliar la cobertura escolar a nivel de bachillerato y permitir a través del mismo, que los estudiantes adquirieran una serie de destrezas complementarias que les facilitaran posteriormente su inserción en el campo laboral; asimismo, la creación de los
INEM estuvo acompañada de un significativo aumento en el presupuesto destinado a la educación de los colombianos, a tal punto, que el rubro educativo representó en este gobierno una quinta parte de todo el presupuesto nacional.
Igualmente importante fue el acertado manejo que durante este tiempo se le dio a las finanzas públicas y a la economía nacional en general. Para la época, se presentó una reducción importante en los precios internacionales del café, a la sazón el principal producto de exportación de Colombia, con lo cual las finanzas públicas y privadas derivadas del grano se vieron seriamente afectadas y las reservas internacionales del país quedaron peligrosamente debilitadas.
Para contrarrestar esta situación y tratar de preservar el orden económico en general, el Presidente Valencia y su equipo de gobierno lideraron desde el ejecutivo una serie de reformas y mecanismos de pesos y contrapesos económicos tendientes a preservar el poder adquisitivo del peso, garantizar el nivel de vida de los caficultores y procurar el normal flujo de los ingresos y egresos de la nación.
Fue así como bajo este gobierno se dio vida al impuesto a las ventas, se devaluó la moneda nacional y se acordaron mercados variables de divisas, según el origen y las
variaciones en la oferta y la demanda de las mismas. De igual manera, se creó la Junta Monetaria y se dio un notable impulso a las importaciones mediante la eliminación parcial del tradicional régimen de licencia previa.
Finalmente y como complemento del restablecimiento del orden público, el apoyo a la educación nacional y el responsable manejo de la economía, el gobierno conservador del Presidente Guillermo León Valencia creó los hoy prósperos departamentos de la Guajira y el Quindío, brindó un decidido apoyo a la electrificación del país y a las exploraciones y explotaciones de
hidrocarburos, construyó, a través del Instituto de Crédito Territorial –ICT-, más de 60.000 viviendas destinadas a las clases menos favorecidas, inauguró el complejo residencial Ciudad Kennedy y, queriendo ser recordado como el “Presidente de los Pobres”, estructuró y puso en marcha el mecanismo de los llamados “medicamentos genéricos” como estrategia de fabricación y comercialización que permitió abaratar de manera radical las medicinas más elementales requeridas por la población y que, por sus altos precios, eran poco menos que inalcanzables para las clases populares colombianas.
Esta es una breve visión del hombre al cual los colombianos le estamos rindiendo homenaje en el
centenario de su nacimiento.Digo que es una muy breve visión porque los actos oficiales
del gobierno, por solicitud expresa del presidente Uribe, los vamos a celebrar aproximadamente en un mes, no solamente en Boyacá y en Popayán, su bella ciudad que lo vio nacer, sino en todo el país.
Guillermo León Valencia, es para los colombianos algo así como ese presidente que encarnó al pueblo. Recuerdo, en mis primeros pinitos como político, ver esa figura de Guillermo León Valencia identificado plenamente con el pueblo colombiano.
De él me gustaba mucho cómo se parecía al pueblo en general, cómo quería representarlo. El no tenía ninguna pretensión. El lo que quería ser era el presidente de los pobres y el presidente de la paz y a fe que lo logró. Por eso lo quisimos y lo queremos tanto. Porque se parecía a nosotros, se parecía al pueblo común y corriente, porque a pesar de su estirpe y sus blasones familiares nunca los enarboló para su relación con el pueblo raso de Colombia. Guillermo León Valencia es, entonces, el símbolo del hombre bueno, del hombre honesto, del hombre transparente, del político intachable, del orador fulminante, de hombre creativo, del verbo encendido, de la chispa
inmediata, de la respuesta oportuna, pero siempre fue el hombre que encarnó a Colombia.
En nombre del Gobierno Nacional, con “profunda emoción patriótica” como era su usual expresión, palabra suya que el acuñó, la cual recordamos los colombianos, quiero sumarme en este acto al reconocimiento de tan ilustre compatriota.
Quiero decirles, finalmente, que esta tarde que voy a tener de nuevo el honor de asumir funciones presidenciales por el viaje de nuestro querido Presidente a cumplir con compromisos internacionales a España e Italia, me quedará siempre para mi memoria y mi hoja de vida, al haber coincidido con el natalicio de ese gran hombre a quien quise, a quien admiro y a quien quiero seguir.
Gracias.
DEL EX–PRESIDENTE GUILLERMO LEON VALENCIA
Señoras y Señores:
Conmemoramos hoy, 27 de abril del año 2009, cien años del nacimiento del ilustre ex presidente de la República Guillermo León Valencia, razón por la cual el Gobierno Nacional conmemora y enaltece su memoria resaltandosu vida y obra como ejemplo para las generaciones actuales y futuras de la Patria.
El doctor Guillermo León Valencia fue presidente de la República de Colombia en el período 1962- 1966. Fue Concejal de Popayán y Diputado de la Asamblea del Cauca, Senador de la República y Embajador ante la Organización de las Naciones Unidas en la Asamblea General del año 1949. También ocupó el cargo de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario ante el Reino de España una vez terminó su mandato presidencial.
El doctor Valencia, fue un demócrata integral; combatió consu oratoria la dictadura del General Rojas Pinilla y fue gestor importante de los acuerdos políticos que acabarían con el mandato del General y darían luego origen al denominado Frente Nacional, pacto que permitió a Valencia llegar a la Presidencia de la República durante el periodo 1962 – 1966.
El Ex presidente Guillermo León Valencia se rodeó de los mejores hombres de cada partido y equilibradamente lideró un gobierno que logró importantes avances en la concordia política, en el entendimiento ciudadano y en el progreso nacional.
Su mandato tuvo tres pilares básicos: restablecimiento del orden público, apoyo a la educación nacional y responsable manejo de la economía. Con relación al restablecimiento del orden público, el gobierno Valencia logró importantes resultados y sus acciones cívico-militares permitieron recuperar regiones importantes para la Patria.Por esta razón fue llamado justamente EL PRESIDENTE DE LA PAZ.
También es destacable el decidido apoyo que este gobierno dio a la educación nacional. Durante el periodo presidencial 1962-1966 se crearon los Institutos Nacionales de Enseñanza Media –INEM- con el loable propósito de ampliar la cobertura escolar a nivel de bachillerato y permitir a través del mismo, que los estudiantes adquirieran una serie de destrezas complementarias que les facilitaran posteriormente su inserción en el campo laboral; asimismo, la creación de los
INEM estuvo acompañada de un significativo aumento en el presupuesto destinado a la educación de los colombianos, a tal punto, que el rubro educativo representó en este gobierno una quinta parte de todo el presupuesto nacional.
Igualmente importante fue el acertado manejo que durante este tiempo se le dio a las finanzas públicas y a la economía nacional en general. Para la época, se presentó una reducción importante en los precios internacionales del café, a la sazón el principal producto de exportación de Colombia, con lo cual las finanzas públicas y privadas derivadas del grano se vieron seriamente afectadas y las reservas internacionales del país quedaron peligrosamente debilitadas.
Para contrarrestar esta situación y tratar de preservar el orden económico en general, el Presidente Valencia y su equipo de gobierno lideraron desde el ejecutivo una serie de reformas y mecanismos de pesos y contrapesos económicos tendientes a preservar el poder adquisitivo del peso, garantizar el nivel de vida de los caficultores y procurar el normal flujo de los ingresos y egresos de la nación.
Fue así como bajo este gobierno se dio vida al impuesto a las ventas, se devaluó la moneda nacional y se acordaron mercados variables de divisas, según el origen y las
variaciones en la oferta y la demanda de las mismas. De igual manera, se creó la Junta Monetaria y se dio un notable impulso a las importaciones mediante la eliminación parcial del tradicional régimen de licencia previa.
Finalmente y como complemento del restablecimiento del orden público, el apoyo a la educación nacional y el responsable manejo de la economía, el gobierno conservador del Presidente Guillermo León Valencia creó los hoy prósperos departamentos de la Guajira y el Quindío, brindó un decidido apoyo a la electrificación del país y a las exploraciones y explotaciones de
hidrocarburos, construyó, a través del Instituto de Crédito Territorial –ICT-, más de 60.000 viviendas destinadas a las clases menos favorecidas, inauguró el complejo residencial Ciudad Kennedy y, queriendo ser recordado como el “Presidente de los Pobres”, estructuró y puso en marcha el mecanismo de los llamados “medicamentos genéricos” como estrategia de fabricación y comercialización que permitió abaratar de manera radical las medicinas más elementales requeridas por la población y que, por sus altos precios, eran poco menos que inalcanzables para las clases populares colombianas.
Esta es una breve visión del hombre al cual los colombianos le estamos rindiendo homenaje en el
centenario de su nacimiento.Digo que es una muy breve visión porque los actos oficiales
del gobierno, por solicitud expresa del presidente Uribe, los vamos a celebrar aproximadamente en un mes, no solamente en Boyacá y en Popayán, su bella ciudad que lo vio nacer, sino en todo el país.
Guillermo León Valencia, es para los colombianos algo así como ese presidente que encarnó al pueblo. Recuerdo, en mis primeros pinitos como político, ver esa figura de Guillermo León Valencia identificado plenamente con el pueblo colombiano.
De él me gustaba mucho cómo se parecía al pueblo en general, cómo quería representarlo. El no tenía ninguna pretensión. El lo que quería ser era el presidente de los pobres y el presidente de la paz y a fe que lo logró. Por eso lo quisimos y lo queremos tanto. Porque se parecía a nosotros, se parecía al pueblo común y corriente, porque a pesar de su estirpe y sus blasones familiares nunca los enarboló para su relación con el pueblo raso de Colombia. Guillermo León Valencia es, entonces, el símbolo del hombre bueno, del hombre honesto, del hombre transparente, del político intachable, del orador fulminante, de hombre creativo, del verbo encendido, de la chispa
inmediata, de la respuesta oportuna, pero siempre fue el hombre que encarnó a Colombia.
En nombre del Gobierno Nacional, con “profunda emoción patriótica” como era su usual expresión, palabra suya que el acuñó, la cual recordamos los colombianos, quiero sumarme en este acto al reconocimiento de tan ilustre compatriota.
Quiero decirles, finalmente, que esta tarde que voy a tener de nuevo el honor de asumir funciones presidenciales por el viaje de nuestro querido Presidente a cumplir con compromisos internacionales a España e Italia, me quedará siempre para mi memoria y mi hoja de vida, al haber coincidido con el natalicio de ese gran hombre a quien quise, a quien admiro y a quien quiero seguir.
Gracias.
Recuerdos de Valencia
Publicado en El Pais de Cali
Julio 03 de 2009
Carlos Mejía Valencia
Cuando se conmemora el centenario de Guillermo León Valencia me tropiezo con un par de imborrables recuerdos juveniles que, en su hora, me parecieron heroicos. Hoy cuento uno.
Hacia 1957, la Asamblea Nacional Constituyente, Anac, en decisión imperdonable, aprobó la reelección de Gustavo Rojas Pinilla. Entretanto, la Nación se levantaba, primero en la sombra y luego de viva voz, para derrocar la dictadura. La oposición estaba dirigida por la inteligente frialdad de Alberto Lleras Camargo y el verbo ardiente de Guillermo León Valencia. Perfecta conjunción de cálculo y razón con entusiastas emociones.
Comenzaban a levantarse aquí y allá hasta los estudiantes muertos. De ellos Cali había puesto la más alta cuota. A nivel nacional, los bancos cerraron, las empresas comenzaron a andar a media marcha y muchos representantes de la Iglesia medraban con sigilo primero, pero luego desembozadamente. Bullía un volcán social. Guillermo León Valencia había venido a Cali a presidir desafiantes actos privados, porque las intervenciones públicas estaban vedadas. Lo detuvieron y le dieron por cárcel la casa de su paisano y amigo Jorge Vernaza, en el barrio Versalles.
Cuando el dictador dispuso su libertad, vino de lejos el padre Rebollo, quien fungiría como garante de que el ilustre payanés saliera directo para Bogotá y dejara de agitar unas aguas que ya estaban a punto del desbordamiento total.
Un amigo mío, casi niño, cuya familia era allegada a Rebollo, y yo, nos disfrazamos de gamines para llevarle un par de maletas al osado cura a fin de poder observar a Valencia saliendo de su reclusión domiciliaria. A esas edades inmaduras uno no sabe de límites ni riesgos y menos si va a ser testigo de un trozo de historia.
Ya en el lugar, mi amigo y yo desembozamos nuestras caras lampiñas, aupados por el temple casi heroico de Valencia, quien comenzó a caminar, con talante procero, la prominente barbilla en alto, por la Avenida 4 Norte, a través de una especie de calle de deshonor colmada de fusiles y bayonetas. Luego elevó su voz hacia la compañía del Ejército que lo vigilaba, reprimía, conducía y acechaba: “Díganle al tirano que seguiré en mi lucha hasta derrocarlo. Y como el déspota dice que sólo me reúno en clubes con oligarcas, agréguenle que me permita intervenir en unas cuantas plazas públicas y prometo derribarlo de su pedestal de barro. Los cobardes son los que llevan las botas, los alamares y las presillas mal instalados y no los que llevamos los pantalones y la virilidad bien puestos. Sépanlo ustedes y todo el país: los días de la dictadura están contados, porque entre todos recuperaremos la dignidad de nuestra democracia” (Palabras más, palabras menos). Valencia vino, vio y venció.
Sobrevino el feliz 10 de mayo de 1957, cuando Colombia, en carnaval, borró el inaudito error de haber permitido el derrocamiento de Laureano Gómez y la subsiguiente dictadura rojaspinillista. De la histeria del 13 de junio de 1953 regresamos a la historia (1957) cuando, en mucha medida gracias a Valencia, volvimos a enhebrar el hilo roto de la institucionalidad.
Hoy podemos revivir la película nacional de la época en pocas tomas: ‘la violencia’, el derrocamiento de Laureano, la dictadura de Rojas, el Frente Nacional. De este último, Valencia fue segundo presidente y como jefe de Estado reafirmó su valor, hidalguía y su obsesión por respetar y hacer respetar nuestras instituciones democráticas. Durante su mandato temblaron los corruptos y los insurgentes.
Julio 03 de 2009
Carlos Mejía Valencia
Cuando se conmemora el centenario de Guillermo León Valencia me tropiezo con un par de imborrables recuerdos juveniles que, en su hora, me parecieron heroicos. Hoy cuento uno.
Hacia 1957, la Asamblea Nacional Constituyente, Anac, en decisión imperdonable, aprobó la reelección de Gustavo Rojas Pinilla. Entretanto, la Nación se levantaba, primero en la sombra y luego de viva voz, para derrocar la dictadura. La oposición estaba dirigida por la inteligente frialdad de Alberto Lleras Camargo y el verbo ardiente de Guillermo León Valencia. Perfecta conjunción de cálculo y razón con entusiastas emociones.
Comenzaban a levantarse aquí y allá hasta los estudiantes muertos. De ellos Cali había puesto la más alta cuota. A nivel nacional, los bancos cerraron, las empresas comenzaron a andar a media marcha y muchos representantes de la Iglesia medraban con sigilo primero, pero luego desembozadamente. Bullía un volcán social. Guillermo León Valencia había venido a Cali a presidir desafiantes actos privados, porque las intervenciones públicas estaban vedadas. Lo detuvieron y le dieron por cárcel la casa de su paisano y amigo Jorge Vernaza, en el barrio Versalles.
Cuando el dictador dispuso su libertad, vino de lejos el padre Rebollo, quien fungiría como garante de que el ilustre payanés saliera directo para Bogotá y dejara de agitar unas aguas que ya estaban a punto del desbordamiento total.
Un amigo mío, casi niño, cuya familia era allegada a Rebollo, y yo, nos disfrazamos de gamines para llevarle un par de maletas al osado cura a fin de poder observar a Valencia saliendo de su reclusión domiciliaria. A esas edades inmaduras uno no sabe de límites ni riesgos y menos si va a ser testigo de un trozo de historia.
Ya en el lugar, mi amigo y yo desembozamos nuestras caras lampiñas, aupados por el temple casi heroico de Valencia, quien comenzó a caminar, con talante procero, la prominente barbilla en alto, por la Avenida 4 Norte, a través de una especie de calle de deshonor colmada de fusiles y bayonetas. Luego elevó su voz hacia la compañía del Ejército que lo vigilaba, reprimía, conducía y acechaba: “Díganle al tirano que seguiré en mi lucha hasta derrocarlo. Y como el déspota dice que sólo me reúno en clubes con oligarcas, agréguenle que me permita intervenir en unas cuantas plazas públicas y prometo derribarlo de su pedestal de barro. Los cobardes son los que llevan las botas, los alamares y las presillas mal instalados y no los que llevamos los pantalones y la virilidad bien puestos. Sépanlo ustedes y todo el país: los días de la dictadura están contados, porque entre todos recuperaremos la dignidad de nuestra democracia” (Palabras más, palabras menos). Valencia vino, vio y venció.
Sobrevino el feliz 10 de mayo de 1957, cuando Colombia, en carnaval, borró el inaudito error de haber permitido el derrocamiento de Laureano Gómez y la subsiguiente dictadura rojaspinillista. De la histeria del 13 de junio de 1953 regresamos a la historia (1957) cuando, en mucha medida gracias a Valencia, volvimos a enhebrar el hilo roto de la institucionalidad.
Hoy podemos revivir la película nacional de la época en pocas tomas: ‘la violencia’, el derrocamiento de Laureano, la dictadura de Rojas, el Frente Nacional. De este último, Valencia fue segundo presidente y como jefe de Estado reafirmó su valor, hidalguía y su obsesión por respetar y hacer respetar nuestras instituciones democráticas. Durante su mandato temblaron los corruptos y los insurgentes.
Guillermo L. Valencia
Publicado en el Diario El Pais de Cali
El Gobierno tiene listos los actos para conmemorar los 100 años de su natalicio.
Con una serie de actividades académicas y políticas, a partir de hoy el país conmemora el primer centenario del natalicio del ex presidente Guillermo León Valencia Muñoz, uno de los hombres que más se opuso en su momento a la permanencia en el poder de la dictadura militar del general Gustavo Rojas Pinilla.
Nacido en Popayán el 27 de abril de 1909, el ex mandatario conservador fue educado en el seminario de su ciudad natal y estudió derecho en la Universidad del Cauca. A pesar de que nunca se graduó, en 1956 el alma máter le otorgó el título Honoris Causa.
Hijo del poeta y dirigente político Guillermo Valencia, uno de los más importantes del siglo pasado, Valencia Muñoz se dedicó desde muy joven a la vida pública. Fue concejal, diputado y senador.
Durante el gobierno de la Junta Militar -entre 1953 y 1957- el ex presidente conservador canalizó el apoyo de amplios sectores sociales que se oponían a la posibilidad de que Rojas Pinilla fuera reelegido, a pesar que también había llegado al poder con el apoyo de liberales, conservadores y diversos sectores de la sociedad capitalina.
“A finales de la dictadura, el respaldo popular a Rojas Pinilla era muy poco. Entonces se organiza un frente civil cuyo objetivo era la terminación de la dictadura militar y uno de los símbolos de ese frente civil fue precisamente Guillermo León Valencia”, explica el historiador Juan Carlos Flórez.
A ello se agrega que desde España, el exiliado ex presidente conservador Laureano Gómez y su homólogo liberal Alberto Lleras Camargo, diseñaron el famoso ‘Pacto de Benidorm’, que terminaría en la creación del Frente Nacional, un acuerdo entre los dos partidos tradicionales para alternarse en el poder y así ponerle fin a la violencia política.
“Todo mundo pensó que Guillermo León Valencia sería el primer presidente del Frente Nacional porque así se había pactado. Pero las divisiones internas en el Partido Conservador y la oposición de Laureano Gómez impidieron su candidatura. Lleras Camargo fue el escogido y a Valencia le correspondió el segundo turno”, recuerda el también historiador Alberto Abello.
De los aspectos más sobresalientes de la gestión de Valencia Muñoz desde la Presidencia fue la gran ofensiva militar que lanzó su gobierno contra las llamadas ‘repúblicas independientes’ que denunció Álvaro Gómez Hurtado desde el periódico El Siglo de Bogotá.
Se trataba de reductos bandoleros en Riochiquito, Guayabero, El Pato y Marquetalia, donde nacieron las Farc en 1965, grupo que argumentó rechazar la creación del Frente Nacional.
Sin embargo, la violencia partidista no cesó, sino que por el contrario se acrecentó aún más en todo el territorio.
Obra de gobierno
Durante su mandato (1962-1966), Guillermo León Valencia creó la Junta Monetaria como máxima autoridad económica del país; construyó a través del Instituto de Crédito Territorial más de 60.000 viviendas de tipo social; devaluó el peso colombiano y creó nuevos impuestos, entre ellos el impuesto a las ventas, y le dio especial impulso a las importaciones al derogar el trámite de licencia previa a muchos bienes necesarios en el país.
"Guillermo León Valencia fue arquetipo de nacionalidad. Como hombre público, no imitó a nadie, fue un hombre auténtico”. Ricardo Abello, historiador.
Así mismo, aumentó el presupuesto para el sector educativo, construyó colegios como los Inem, estimuló la construcción de carreteras y obras públicas y extendió la red eléctrica y telefónica a buena parte del territorio nacional.
También bajo su mandato nacieron los departamentos de La Guajira, Sucre y Quindío.
Al terminar su mandato presidencial fue designado embajador ante la Organización de Naciones Unidas y representante de Colombia ante diversos organismos internacionales.
Valencia Muñoz ha sido el único presidente colombiano que ha enviudado en ejercicio del cargo, pues su esposa Susana López Navia falleció de forma repentina. Con ella tuvo cuatro hijos.
Una de las anécdotas que más se recuerdan del ex mandatario conservador tuvo lugar durante la visita del presidente francés Charles de Gaulle, a quien Valencia recibió como ‘héroe de la humanidad’. En su discurso de bienvenida, el entonces Primer Mandatario colombiano dijo: ¡Viva España!, en vez de ¡Viva Francia!
El historiador Flórez destaca esta anécdota, sumada a los gustos de Valencia por actividades de caza y su intensa vida social, que marcaron más su gestión que el propio legado gubernamental.
Sin embargo, el profesor Abello considera que el legado de Valencia Muñoz hay que verlo en el contexto histórico como la violencia partidista, los intentos de desestabilización del Estado y las confrontaciones sociales.
“Valencia se ganó la credibilidad del pueblo porque era un hombre que respetaba su palabra y cumplía los pactos, y como gobernante fue muy enérgico”, concluye el analista.
El legado de Guillermo León Valencia
Una de las obras más importantes del ex presidente conservador fue el Plan Vallejo, que impulsó la importación de bienes de capital y el comercio.
La ‘pacificación del país’ fue su principal obsesión. A pesar de combatir las ‘repúblicas independientes’, la violencia partidista no cesó.
En 1965 Guillermo León Valencia tuvo que lidiar con el gran movimiento estudiantil que se extendió a varias ciudades.
Ese levantamiento terminó en la declaratoria del Estado de Sitio.
Regreso. En 1969 Guillermo León Valencia regresó al país para apoyar la campaña presidencial de Belisario Betancourt, en 1970.
Dato clave
El Concejo de Popayán prepara una serie de actos especiales para honrar la memoria del ilustre ex presidente Conservador (1909-1971). Una de las actividades consiste en un concurso para premiar al mejor ensayo histórico sobre la vida y obra del ex mandatario. La Casa Museo que lleva su nombre estará abierta al público a partir de hoy.
En pocas palabras
"La gestión del presidente Valencia está asociada con la lucha de sectores sociales en contra de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla”.
Juan C. Flórez, historiador.
http://www.elpais.com.co/paisonline/notas/Abril272009/valencia.html
El Gobierno tiene listos los actos para conmemorar los 100 años de su natalicio.
Con una serie de actividades académicas y políticas, a partir de hoy el país conmemora el primer centenario del natalicio del ex presidente Guillermo León Valencia Muñoz, uno de los hombres que más se opuso en su momento a la permanencia en el poder de la dictadura militar del general Gustavo Rojas Pinilla.
Nacido en Popayán el 27 de abril de 1909, el ex mandatario conservador fue educado en el seminario de su ciudad natal y estudió derecho en la Universidad del Cauca. A pesar de que nunca se graduó, en 1956 el alma máter le otorgó el título Honoris Causa.
Hijo del poeta y dirigente político Guillermo Valencia, uno de los más importantes del siglo pasado, Valencia Muñoz se dedicó desde muy joven a la vida pública. Fue concejal, diputado y senador.
Durante el gobierno de la Junta Militar -entre 1953 y 1957- el ex presidente conservador canalizó el apoyo de amplios sectores sociales que se oponían a la posibilidad de que Rojas Pinilla fuera reelegido, a pesar que también había llegado al poder con el apoyo de liberales, conservadores y diversos sectores de la sociedad capitalina.
“A finales de la dictadura, el respaldo popular a Rojas Pinilla era muy poco. Entonces se organiza un frente civil cuyo objetivo era la terminación de la dictadura militar y uno de los símbolos de ese frente civil fue precisamente Guillermo León Valencia”, explica el historiador Juan Carlos Flórez.
A ello se agrega que desde España, el exiliado ex presidente conservador Laureano Gómez y su homólogo liberal Alberto Lleras Camargo, diseñaron el famoso ‘Pacto de Benidorm’, que terminaría en la creación del Frente Nacional, un acuerdo entre los dos partidos tradicionales para alternarse en el poder y así ponerle fin a la violencia política.
“Todo mundo pensó que Guillermo León Valencia sería el primer presidente del Frente Nacional porque así se había pactado. Pero las divisiones internas en el Partido Conservador y la oposición de Laureano Gómez impidieron su candidatura. Lleras Camargo fue el escogido y a Valencia le correspondió el segundo turno”, recuerda el también historiador Alberto Abello.
De los aspectos más sobresalientes de la gestión de Valencia Muñoz desde la Presidencia fue la gran ofensiva militar que lanzó su gobierno contra las llamadas ‘repúblicas independientes’ que denunció Álvaro Gómez Hurtado desde el periódico El Siglo de Bogotá.
Se trataba de reductos bandoleros en Riochiquito, Guayabero, El Pato y Marquetalia, donde nacieron las Farc en 1965, grupo que argumentó rechazar la creación del Frente Nacional.
Sin embargo, la violencia partidista no cesó, sino que por el contrario se acrecentó aún más en todo el territorio.
Obra de gobierno
Durante su mandato (1962-1966), Guillermo León Valencia creó la Junta Monetaria como máxima autoridad económica del país; construyó a través del Instituto de Crédito Territorial más de 60.000 viviendas de tipo social; devaluó el peso colombiano y creó nuevos impuestos, entre ellos el impuesto a las ventas, y le dio especial impulso a las importaciones al derogar el trámite de licencia previa a muchos bienes necesarios en el país.
"Guillermo León Valencia fue arquetipo de nacionalidad. Como hombre público, no imitó a nadie, fue un hombre auténtico”. Ricardo Abello, historiador.
Así mismo, aumentó el presupuesto para el sector educativo, construyó colegios como los Inem, estimuló la construcción de carreteras y obras públicas y extendió la red eléctrica y telefónica a buena parte del territorio nacional.
También bajo su mandato nacieron los departamentos de La Guajira, Sucre y Quindío.
Al terminar su mandato presidencial fue designado embajador ante la Organización de Naciones Unidas y representante de Colombia ante diversos organismos internacionales.
Valencia Muñoz ha sido el único presidente colombiano que ha enviudado en ejercicio del cargo, pues su esposa Susana López Navia falleció de forma repentina. Con ella tuvo cuatro hijos.
Una de las anécdotas que más se recuerdan del ex mandatario conservador tuvo lugar durante la visita del presidente francés Charles de Gaulle, a quien Valencia recibió como ‘héroe de la humanidad’. En su discurso de bienvenida, el entonces Primer Mandatario colombiano dijo: ¡Viva España!, en vez de ¡Viva Francia!
El historiador Flórez destaca esta anécdota, sumada a los gustos de Valencia por actividades de caza y su intensa vida social, que marcaron más su gestión que el propio legado gubernamental.
Sin embargo, el profesor Abello considera que el legado de Valencia Muñoz hay que verlo en el contexto histórico como la violencia partidista, los intentos de desestabilización del Estado y las confrontaciones sociales.
“Valencia se ganó la credibilidad del pueblo porque era un hombre que respetaba su palabra y cumplía los pactos, y como gobernante fue muy enérgico”, concluye el analista.
El legado de Guillermo León Valencia
Una de las obras más importantes del ex presidente conservador fue el Plan Vallejo, que impulsó la importación de bienes de capital y el comercio.
La ‘pacificación del país’ fue su principal obsesión. A pesar de combatir las ‘repúblicas independientes’, la violencia partidista no cesó.
En 1965 Guillermo León Valencia tuvo que lidiar con el gran movimiento estudiantil que se extendió a varias ciudades.
Ese levantamiento terminó en la declaratoria del Estado de Sitio.
Regreso. En 1969 Guillermo León Valencia regresó al país para apoyar la campaña presidencial de Belisario Betancourt, en 1970.
Dato clave
El Concejo de Popayán prepara una serie de actos especiales para honrar la memoria del ilustre ex presidente Conservador (1909-1971). Una de las actividades consiste en un concurso para premiar al mejor ensayo histórico sobre la vida y obra del ex mandatario. La Casa Museo que lleva su nombre estará abierta al público a partir de hoy.
En pocas palabras
"La gestión del presidente Valencia está asociada con la lucha de sectores sociales en contra de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla”.
Juan C. Flórez, historiador.
http://www.elpais.com.co/paisonline/notas/Abril272009/valencia.html
Presidente Uribe exalta la política económica del período presidencial de Guillermo León Valencia
Presidente Uribe exalta la política económica del período presidencial de Guillermo León Valencia
“El Presidente Valencia anticipó la necesidad de incorporar a Colombia a la economía internacional”, expresó el Jefe de Estado y destacó la creación del Plan Vallejo y de la Junta Monetaria en la administración del estadista caucano. El Mandatario encabezó la conmemoración del centenario del natalicio de Guillermo León Valencia este jueves en Popayán.
Bogotá, 27 may (SP). El Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, destacó el manejo económico que el Presidente Guillermo León Valencia promovió durante su periodo presidencial (1962-1966) y recordó que durante ese mandato se crearon el Plan Vallejo, para promover las exportaciones, y las Junta Monetaria.
El Presidente Uribe encabezó este jueves la conmemoración del centenario del natalicio del Presidente payanés (1909-1971) en el teatro de la capital caucana que lleva el nombre de su padre, el maestro Guillermo Valencia.
“El Presidente Valencia anticipó la necesidad de incorporar a Colombia a la economía internacional. Su gobierno tuvo que aceptar una devaluación, pero para no afectar la necesaria importación de bienes que se incorporaran a las importaciones colombianas, concibió el Plan Vallejo”, dijo el Presidente Uribe.
Recordó que también se creó la Junta Monetaria. “Esta institución nadie la cuestionaba. Cumplió una gran tarea hasta que fue eliminada por la Constitución de 1991 y sustituida por la independencia del Banco de la República”, indicó.
Manifestó que Guillermo León Valencia fue el Presidente de la fraternidad, contrario a la lucha violenta de clases y también al capitalismo salvaje.
“Como lo han dicho mis antiguos antecesores, tuvo como punto de referencia los preceptos de la doctrina social de la iglesia”, afirmó Uribe Vélez.
“La retroactividad de las cesantías se constituyó en 1963 en la mayor reivindicación de los trabajadores. (…) No podía anticiparse en 1963, que un país con inflaciones bajas pudiera llegar a tener inflaciones persistentes, cercanas al 30 por ciento. Lo cual hizo que en la reforma laboral de 1990 se diera el paso de convertir la retroactividad de las cesantías en los Fondos de Cesantías”, explicó.
También subrayó que Valencia fue un gran visionario de la seguridad social.
“El paso de la aprobación de licencia de los medicamentos genéricos durante su administración, anticipó lo que podría llamarse la necesidad del acceso universal de los colombianos a la seguridad social”, concluyó el Presidente Uribe Vélez.
Presidente Uribe invita a visitar la Casa Museo Guillermo León Valencia
El Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, corta la cinta inaugural de la Casa Museo Guillermo León Valencia en Popayán. Lo acompañan el ex presidente Belisario Betancur, el Gobernador del departamento del Cauca, Guillermo Alberto González Mosquera, María Victoria de Robayo; directora del Museo Nacional de Colombia; y el arzobispo de Popayán, monseñor Iván Marín López. Foto:
“Esta Casa Museo del Presidente Guillermo León Valencia se constituye en las coordenadas para que todos los colombianos identifiquemos en esta dirección el valor civil, el amor a Colombia y el espíritu democrático que caracterizaron al Presidente”, dijo el Mandatario, tras inaugurar el museo, que a partir de hoy abre las puertas al público para mostrar la vida y obra de este gran estadista y político caucano.
Popayán, 27 may (SP). En la Casa Museo Guillermo León Valencia, en Popayán, los colombianos podrán encontrar el “valor civil, el amor a Colombia y el espíritu democrático que caracterizaron al Presidente” payanés que gobernó el país en el periodo 1962-1966.
Así lo aseguró el Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, al inaugurar este miércoles este museo, que a partir de hoy abre las puertas al público para mostrar la vida y obra del gran estadista y político caucano.
“Esta Casa Museo del Presidente Guillermo León Valencia se constituye en las coordenadas para que todos los colombianos identifiquemos en esta dirección el valor civil, el amor a Colombia y el espíritu democrático que caracterizaron al Presidente Guillermo León Valencia”, dijo el Mandatario.
Por eso, invitó a todos los colombianos a visitarla: “Que las nuevas generaciones vengan aquí a contagiarse de energía para el bien de Colombia”, expresó el jefe de Estado.
El evento comenzó con el simbólico corte de cinta y la bendición del lugar a cargo del Arzobispo de Popayán y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Monseñor Iván Marín López.
Luego, el Presidente, acompañado del ex presidente Belisario Betancur y de la familia Valencia, hizo un recorrido por el nuevo centro cultural.
“Estamos muy emocionados por la conmemoración de este centenario aquí en la casa que guarda su memoria”, dijo el Mandatario.
Durante el recorrido, Uribe Vélez observó las tres salas de exhibición, tres patios, y el auditorio que tiene el centro de estudio, cultura y educación para las nuevas generaciones, así como las fotos, libros, objetos personales, pinturas, insignias y las 65 medallas y condecoraciones otorgadas en vida al Presidente Valencia.
Posteriormente, el Mandatario colocó una ofrenda floral en el sitio en donde reposan las cenizas del estadista.
Allí, la Ministra de Comunicaciones, María del Rosario Guerra, entregó de forma oficial un aula interactiva para uso de los visitantes, que fue donada por el programa del Ministerio de Comunicaciones Computadores para Educar y la Gobernación del Cauca.
“El Ministerio de Comunicaciones, a través de sus programas Computadores para Educar y Compartel, hace entrega de 25 computadores a la Casa Museo Valencia, abiertos a la comunidad, con acceso gratuitito, con conectividad de un mega, para que la ciudadanía pueda aquí navegar en Internet y hacer todo tipo de ejercicios académicos y culturales. Igualmente, se entrega una sala con retroproyección y audio para estar pasando permanentemente la voz y los videos del Presidente Valencia”, señaló la Ministra.
El Presidente Uribe firmó el libro de los visitantes ilustres que reposará en la Casa Museo. “Acudo a rendir tributo a un ejemplo de la Patria colombiana: al compañero Guillermo León Valencia”, fue el mensaje que estampó el Jefe de Estado.
En el sitio se presentó una emisión filatélica en memoria del Presidente payanés, por parte de la empresa 4-72, operadora de los servicios postales del Estado. La emisión está conformada por 120 mil unidades.
Emisión filatélica en homenaje al Presidente Guillermo León Valencia
Mayo 27
Presentan emisión filatélica en homenaje al Presidente Guillermo León Valencia
Popayán, 27 may (SP). Servicios Postales Nacionales presentó este miércoles la estampilla con la cual se rinde homenaje al Presidente Guillermo León Valencia, con ocasión del centenario de su natalicio.
Esta emisión filatélica, que empieza a circular desde hoy 27 de mayo, fue presentada en la Casa Museo ‘Guillermo León Valencia’, durante los actos de conmemoración del natalicio del ilustre estadista, en los cuales participó el Presidente Álvaro Uribe Vélez.
El diseño impreso en cada una de las estampillas es resultado de una composición gráfica cuyo motivo principal corresponde a una fotografía con la efigie del líder colombiano, registrada en blanco y negro, el 7 de agosto de 1962, día en que tomó posesión como Presidente de Colombia.
Esta imagen fue troquelada para destacar fundamentalmente la figura del mandatario.
Además el montaje digital combina fotografías de época tomadas en tonos sepia en 1094, en las cuales aparecen el Parque Caldas y otros aspectos relativos a Popayán, ciudad natal del Presidente, en donde se destaca como defensor de la democracia.
Armoniza el conjunto un juego en degradé
Emisión filatélica que empieza a circular desde hoy 27 de mayo y fue presentada en la Casa Museo ‘Guillermo León Valencia’, durante los actos de conmemoración del natalicio del ilustre estadista payanés, en los cuales participó el Presidente Álvaro Uribe Vélez.
de nubes difuminadas en tonalidades aguamarina y ocre, que le aportan modernidad, libertad y vanguardismo al diseño final.
La emisión está conformada por 120 mil unidades.
miércoles, 22 de abril de 2009
FIRMADA LA UNION CONSERVADORA Y EL RESPALDO DE TODO EL PARTIDO CONSERVADOR COLOMBIANO A LA CANDIDATURA NACIONAL DEL DOCTOR GUILLERMO LEÓN VALENCIA
2 DE JUNIO DE 1957
“Al iniciar esta nueva etapa en las actividades del partido, ratificamos nuestra adhesión a los principios conservadores contenidos en los programas de colectividad, principios que el partido se ha dado con el propósito que en Colombia haya siempre un gobierno republicano, popular, representativo, alternativo y responsable…
Acogemos con entusiasmo la candidatura nacional del Doctor Guillermo León Valencia, esclarecido colombiano, para ejercer la Presidencia de la Republica en el periodo constitucional de 1958 a 1962. Por haber sido proclamada esa candidatura en una situación de anormalidad política que, afortunadamente, concluyó como consecuencia de la reacción nacional que culminó el 10 de mayo ultimo, el Directorio Nacional Conservador y la Comisión Nacional de Acción Conservadora la presentarán a la Convención Nacional del partido para su ratificación.
La Convención Nacional Conservadora será integrada de conformidad con los estatutos del partido y la reglamentación ya establecida. La Comisión Nacional de Acción Conservadora y la Dirección Nacional Conservador señalaran de común acuerdo la fecha en que la Convención habrá de reunirse.
Bogotá, Junio 2 de 1957
Comisión Nacional de Acción Conservadora.- Alvaro Gómez Hurtado, Juan Uribe Holguín, Alfredo Araújo Grau, Manuel Coronado, Hernando de Velasco, Secretario
Directorio Nacional Conservador.- José Antonio Montalvo, Juan Uribe Cualla, Francisco de Paula Pérez, Hernán Jaramillo Ocampo, José Elías del Hierro, Rafael Azuero, Alfredo Carbonell, Alfredo Vásquez Carrizosa, Secretario General.
Tomado de: Libro “Las Jornadas de Mayo”; Ediciones Documentos Colombianos Bogotá; Pagina: 253-255
“Al iniciar esta nueva etapa en las actividades del partido, ratificamos nuestra adhesión a los principios conservadores contenidos en los programas de colectividad, principios que el partido se ha dado con el propósito que en Colombia haya siempre un gobierno republicano, popular, representativo, alternativo y responsable…
Acogemos con entusiasmo la candidatura nacional del Doctor Guillermo León Valencia, esclarecido colombiano, para ejercer la Presidencia de la Republica en el periodo constitucional de 1958 a 1962. Por haber sido proclamada esa candidatura en una situación de anormalidad política que, afortunadamente, concluyó como consecuencia de la reacción nacional que culminó el 10 de mayo ultimo, el Directorio Nacional Conservador y la Comisión Nacional de Acción Conservadora la presentarán a la Convención Nacional del partido para su ratificación.
La Convención Nacional Conservadora será integrada de conformidad con los estatutos del partido y la reglamentación ya establecida. La Comisión Nacional de Acción Conservadora y la Dirección Nacional Conservador señalaran de común acuerdo la fecha en que la Convención habrá de reunirse.
Bogotá, Junio 2 de 1957
Comisión Nacional de Acción Conservadora.- Alvaro Gómez Hurtado, Juan Uribe Holguín, Alfredo Araújo Grau, Manuel Coronado, Hernando de Velasco, Secretario
Directorio Nacional Conservador.- José Antonio Montalvo, Juan Uribe Cualla, Francisco de Paula Pérez, Hernán Jaramillo Ocampo, José Elías del Hierro, Rafael Azuero, Alfredo Carbonell, Alfredo Vásquez Carrizosa, Secretario General.
Tomado de: Libro “Las Jornadas de Mayo”; Ediciones Documentos Colombianos Bogotá; Pagina: 253-255
DECLARACIÓN DE LOS DOS PARTIDOS POLÍTICOS - SOLIDARIDAD CON EL MOVIMIENTO CIVIL
A la reelección presidencial respondieron los partidos liberal y conservador con la siguiente orden de solidaridad con el movimiento civil el 9 de Mayo:
En las horas de la tarde de ayer el General Rojas Pinilla arrancó a una Asamblea, cuyos miembros fueron designados directa o indirectamente por él, una elección inválida para continuar su gobierno después de 1958. A pesar de las circunstancias en que fueron elegidos, un grupo minoritario de asambleístas se abstuvo de ejecutar el acto único para el cual se creó ese instrumento que no corresponde a ninguna tradición colombiana, a ningún principio de derecho, y que con su sola existencia viola la constitución nacional.
Los partidos políticos hemos declarado ya en muchas ocasiones que para nosotros la Asamblea Constituyente del General Rojas es, por su origen, inexistente como entidad institucional y que todos sus actos carecen de validez alguna, entre ellos el primero, el de alterar la constitución para reelegir al General Rojas Pinilla, y luégo el que ayer se cumplió cuando todo el país se paraba en un acto extraordinario de protesta sin antecedentes ni memoria en los anales de Colombia.
El General Rojas Pinilla, en el discurso en que recibió la ofrenda inconstitucional que le presentaban sus funcionarios de la asamblea, le decretó la violencia al país, y trazó, además, un programa de gobierno que Colombia rechaza, y que amenaza, esencialmente todo lo que quedaba todavía sin destruír. En un programa de persecución, de la nacionalización rapaz, de intimidación al capital, de promoción irresponsable de la lucha de clases. El promotor de la reelección inválida se ha colocado voluntariamente como el enemigo implacable del sistema social y económico que no sólo Colombia sino todo el mundo occidental ha escogido como la formula mejor para preservar la libertad y promover las prosperidad de los hombres, dentro de la justicia y la paz. Lo que expuso ayer como plan de acción inmediato y futuro es la negación absoluta de los principios de la civilización cristiana, que son el marco de los empeños para ambos partidos tradicionales de Colombia.
Jamás hubiéramos concebido los colombianos que desde la Presidencia de la República se formulara la amenaza - que en Cali se ha llevado a la práctica - y menos aún hecha por el jefe de las milicias regulares, de recurrir a la cooperación de las gentes indeseables para lanzarlas en persecución de la ciudadanía indefensa.
Además demostró el General Rojas la resolución irrevocable de destruír a los dos partidos tal como muchas veces antes lo había intentado, y dejado de hacer solamente por la prevención de las más grandes fuerzas morales de Colombia, a cuya cabeza está la Iglesia Católica.
Acción pacífica, enérgica resistencia hasta el grado en que se evite la lucha física con la fuerza pública, eso pedimos, pero por sobre todo, profunda y activa fe en que representamos la totalidad de lo que es Colombia y su historia entera. Los dos partidos no podrán ser arrollados ni desaparecerán jamás de nuestra vida pública, menos ahora, cuando están unidos para trabajar por la paz de la nación, por el regreso a sus instituciones y por el restablecimiento de un régimen de repare los daños que el actual gobierno le ha caudado a la patria.
Pero queremos que nuestros amigos entiendan bien que nadie puede quedar, si tiene amor por su partido además de veneración y respeto por la República, al margen de esta lucha, en la que se juega radicalmente la suerte de Colombia.
ALBERTO LLERAS, Director de liberalismo GUILLERMO LEÓN VALENCIA
Directorio Nacional Conservador, Francisco de Paula Pérez, Juan Uribe Cualla, Rafael Azuero. Alfredo Carbonell, Alfredo Vásquez Carrizosa (Secretario General
Alfonso López Pumarejo,Eduardo Santos, FALTAN NOMBRES – COPIAR PAG 190, 191
Tomado de: Libro “Las Jornadas de Mayo”; Ediciones Documentos Colombianos Bogotá; Pagina: 188-189-
En las horas de la tarde de ayer el General Rojas Pinilla arrancó a una Asamblea, cuyos miembros fueron designados directa o indirectamente por él, una elección inválida para continuar su gobierno después de 1958. A pesar de las circunstancias en que fueron elegidos, un grupo minoritario de asambleístas se abstuvo de ejecutar el acto único para el cual se creó ese instrumento que no corresponde a ninguna tradición colombiana, a ningún principio de derecho, y que con su sola existencia viola la constitución nacional.
Los partidos políticos hemos declarado ya en muchas ocasiones que para nosotros la Asamblea Constituyente del General Rojas es, por su origen, inexistente como entidad institucional y que todos sus actos carecen de validez alguna, entre ellos el primero, el de alterar la constitución para reelegir al General Rojas Pinilla, y luégo el que ayer se cumplió cuando todo el país se paraba en un acto extraordinario de protesta sin antecedentes ni memoria en los anales de Colombia.
El General Rojas Pinilla, en el discurso en que recibió la ofrenda inconstitucional que le presentaban sus funcionarios de la asamblea, le decretó la violencia al país, y trazó, además, un programa de gobierno que Colombia rechaza, y que amenaza, esencialmente todo lo que quedaba todavía sin destruír. En un programa de persecución, de la nacionalización rapaz, de intimidación al capital, de promoción irresponsable de la lucha de clases. El promotor de la reelección inválida se ha colocado voluntariamente como el enemigo implacable del sistema social y económico que no sólo Colombia sino todo el mundo occidental ha escogido como la formula mejor para preservar la libertad y promover las prosperidad de los hombres, dentro de la justicia y la paz. Lo que expuso ayer como plan de acción inmediato y futuro es la negación absoluta de los principios de la civilización cristiana, que son el marco de los empeños para ambos partidos tradicionales de Colombia.
Jamás hubiéramos concebido los colombianos que desde la Presidencia de la República se formulara la amenaza - que en Cali se ha llevado a la práctica - y menos aún hecha por el jefe de las milicias regulares, de recurrir a la cooperación de las gentes indeseables para lanzarlas en persecución de la ciudadanía indefensa.
Además demostró el General Rojas la resolución irrevocable de destruír a los dos partidos tal como muchas veces antes lo había intentado, y dejado de hacer solamente por la prevención de las más grandes fuerzas morales de Colombia, a cuya cabeza está la Iglesia Católica.
Acción pacífica, enérgica resistencia hasta el grado en que se evite la lucha física con la fuerza pública, eso pedimos, pero por sobre todo, profunda y activa fe en que representamos la totalidad de lo que es Colombia y su historia entera. Los dos partidos no podrán ser arrollados ni desaparecerán jamás de nuestra vida pública, menos ahora, cuando están unidos para trabajar por la paz de la nación, por el regreso a sus instituciones y por el restablecimiento de un régimen de repare los daños que el actual gobierno le ha caudado a la patria.
Pero queremos que nuestros amigos entiendan bien que nadie puede quedar, si tiene amor por su partido además de veneración y respeto por la República, al margen de esta lucha, en la que se juega radicalmente la suerte de Colombia.
ALBERTO LLERAS, Director de liberalismo GUILLERMO LEÓN VALENCIA
Directorio Nacional Conservador, Francisco de Paula Pérez, Juan Uribe Cualla, Rafael Azuero. Alfredo Carbonell, Alfredo Vásquez Carrizosa (Secretario General
Alfonso López Pumarejo,Eduardo Santos, FALTAN NOMBRES – COPIAR PAG 190, 191
Tomado de: Libro “Las Jornadas de Mayo”; Ediciones Documentos Colombianos Bogotá; Pagina: 188-189-
MANIFIESTO DE LOS DIRECTORIOS POLÍTICOS A LAS CLASES TRABAJADORAS
Los directores nacionales de los partidos liberal y conservador desean expresar a las clases obreras la satisfacción con que reciben la adhesión que le están prestando al inmenso movimiento nacional, cuyo primer objetivo es devolverle a toda la nación, y singularmente a las masas populares, su libertad política y el derecho a intervenir en la manera cómo se resuelvan los problemas económicos y sociales que las afectan tan hondamente.
Los universitarios, los gremios, los industriales, banqueros, comerciantes que toman parte en la batalla pacífica contra la dictadura no están defendiendo sus intereses particulares; por el contrario, no han vacilado en exponerlos gravemente a trueque de devolverle su libertad al país y de evitar que el gobierno, que tan graves males ha causado ya a la posición económica de todos los colombianos y naturalmente a la de los sectores más pobres, precipite a la nación a una crisis que ya ha comenzado a sentirse y de la cual son muestras claras la abrumadora carestía de la vida, el alza vertiginosa del cambio, la escasez, el insuficiente abastecimiento de materias primas para las fábricas y el desempleo que ya es notorio en muchas actividades. El gobierno, al través de su maquinaria de mentirosa propaganda y con la censura de prensa, pretende ocultar todos esos hechos y presentarse como el defensor de las clases pobres, cuando es lo cierto que la causa de los males que ya está sufriendo el país y de los muchos más graves que se le esperan, si no se establece un gobierno responsable, controlado por la opinión pública, no es otra que la conducta del General Rojas Pinilla y del pequeño grupo de privilegiados que usufructúan los recursos de todo el pueblo colombiano….
Y, desconociendo el carácter orgulloso y digno de los obrero colombiano, el gobierno presente que los servicios de bienestar social, pagados con el dinero de todos los contribuyentes, sean recibidos por esos obreros como una limosna, como si el General Rojas Pinilla los estuviera costeando con sus propios fondos y tuviera derecho a exigir por ello la obediencia incondicional y la humillación del pueblo. La verdad es que el gobierno le da al pueblo mucho menos de lo que debería darle, habida cuenta de las inmensas sumas de que ha dispuesto. Y la verdad es también que los servicios sociales los paga el mismo pueblo con los impuestos, y que no guardan proporción con la carga inmensa de los innumerables gravámenes que se han establecido sobre los consumidores…..
Y a cambio de lo poco que entrega, la dictadura pretende que el pueblo colombiano renuncie a sus libertades, se convierta en un esclavo, despojado de todo derecho, que eses pueblo no intervenga en elecciones para decir quién debe representarlo, sino que acepte indefinidamente que un solo hombre mande sobre todo sin control alguno, y que haya que rogarle a él como limosna, lo que si el pueblo tuviera libertad podría darse, de mejor y más completa manera.
Contra todo eso el país se ha levantado unánimemente, y está gritando que somos colombianos y como tales queremos ser libres. El pueblo desea que su libertad sindical esté garantizada por las leyes y no dependa que su libertad sindical esté garantizada por las leyes y no dependa del capricho del gobierno, quien mira con animadversión los sindicatos que no se ponen humildemente a su servicio. El pueblo desea tener sus voceros auténticos en las corporaciones legislativas para que intervengan en la legislación social y en la fijación de las sumas que deben destinarse a la educación popular, a la vivienda para las clases pobres, a los servicios médicos y hospitalarios. El pueblo desea que se adelante una política económica y fiscal dirigida a beneficiarlo positivamente y no a enriquecer a unos pocos con perjuicio de todos. El pueblo desea tener libertad para hablar, para reunirse, para poder leer en los periódicos la verdad, sin censura. El pueblo desea que los fondos públicos no se gasten en pagar indebidamente periódicos mercenarios que quieren engañarlo con propagandas mentirosas. El pueblo desea ser libre de hacer manifestaciones cuando a bien le plazca y no se quiera obligarlo a marchar como un rebaño de esclavos, por orden de las autoridades para rendir homenajes que no quiere rendir, o expresar adhesiones que está negando en su conciencia. Y todo eso es lo que quiere conseguir el actual movimiento, el cual ofrece a la nación no sólo la paz garantizada solemnemente por el pacto de los partidos; no sólo la igualdad de los partidos políticos dentro de un gobierno sin hegemonía de ninguno y que no excluya a nadie por razones sectarias de los puestos públicos o del trabajo en las empresas oficiales; no sólo el derecho para las clases populares de designar sus propios voceros para que defiendan sus intereses en los consejos , asambleas y cámaras, sino también política economía y fiscal puesta al servicio de las clases trabajadoras que destine al beneficio de éstas parte sustancial de los dineros públicos, que aligere la carga insoportable de los impuestos y disminuya el costo de vida hoy terriblemente elevado por la política inflacionaria y los despilfarros oficiales.
Y ofrece también una política social que no únicamente conserve sino perfeccione las conquistas alcanzadas, que garantice efectivamente la libertad sindical y defienda en el trabajador ante todo la dignidad de la persona humana, reconociéndole su libertad. Su independencia, su carácter de verdadero ciudadano.
Por todo esto estamos luchando, unidos íntimamente los miembros de todas las clases sociales y de todos los paridos políticos. Y el triunfo será nuestro, de ello estamos seguros, porque nos asiste el derecho. Somos los colombianos de siempre; no hemos caído en la vergüenza de plegarnos a la servidumbre, y con eses título que es común a todos vamos a la victoria.
ALBERTO LLERAS GUILLERMO LEÓN VALENCIA
Dirección Nacional Liberal Directorio Nacional Conservador
Tomado de: Libro “Las Jornadas de Mayo”; Ediciones Documentos Colombianos Bogotá; Pagina: 171-172-173-174
Los universitarios, los gremios, los industriales, banqueros, comerciantes que toman parte en la batalla pacífica contra la dictadura no están defendiendo sus intereses particulares; por el contrario, no han vacilado en exponerlos gravemente a trueque de devolverle su libertad al país y de evitar que el gobierno, que tan graves males ha causado ya a la posición económica de todos los colombianos y naturalmente a la de los sectores más pobres, precipite a la nación a una crisis que ya ha comenzado a sentirse y de la cual son muestras claras la abrumadora carestía de la vida, el alza vertiginosa del cambio, la escasez, el insuficiente abastecimiento de materias primas para las fábricas y el desempleo que ya es notorio en muchas actividades. El gobierno, al través de su maquinaria de mentirosa propaganda y con la censura de prensa, pretende ocultar todos esos hechos y presentarse como el defensor de las clases pobres, cuando es lo cierto que la causa de los males que ya está sufriendo el país y de los muchos más graves que se le esperan, si no se establece un gobierno responsable, controlado por la opinión pública, no es otra que la conducta del General Rojas Pinilla y del pequeño grupo de privilegiados que usufructúan los recursos de todo el pueblo colombiano….
Y, desconociendo el carácter orgulloso y digno de los obrero colombiano, el gobierno presente que los servicios de bienestar social, pagados con el dinero de todos los contribuyentes, sean recibidos por esos obreros como una limosna, como si el General Rojas Pinilla los estuviera costeando con sus propios fondos y tuviera derecho a exigir por ello la obediencia incondicional y la humillación del pueblo. La verdad es que el gobierno le da al pueblo mucho menos de lo que debería darle, habida cuenta de las inmensas sumas de que ha dispuesto. Y la verdad es también que los servicios sociales los paga el mismo pueblo con los impuestos, y que no guardan proporción con la carga inmensa de los innumerables gravámenes que se han establecido sobre los consumidores…..
Y a cambio de lo poco que entrega, la dictadura pretende que el pueblo colombiano renuncie a sus libertades, se convierta en un esclavo, despojado de todo derecho, que eses pueblo no intervenga en elecciones para decir quién debe representarlo, sino que acepte indefinidamente que un solo hombre mande sobre todo sin control alguno, y que haya que rogarle a él como limosna, lo que si el pueblo tuviera libertad podría darse, de mejor y más completa manera.
Contra todo eso el país se ha levantado unánimemente, y está gritando que somos colombianos y como tales queremos ser libres. El pueblo desea que su libertad sindical esté garantizada por las leyes y no dependa que su libertad sindical esté garantizada por las leyes y no dependa del capricho del gobierno, quien mira con animadversión los sindicatos que no se ponen humildemente a su servicio. El pueblo desea tener sus voceros auténticos en las corporaciones legislativas para que intervengan en la legislación social y en la fijación de las sumas que deben destinarse a la educación popular, a la vivienda para las clases pobres, a los servicios médicos y hospitalarios. El pueblo desea que se adelante una política económica y fiscal dirigida a beneficiarlo positivamente y no a enriquecer a unos pocos con perjuicio de todos. El pueblo desea tener libertad para hablar, para reunirse, para poder leer en los periódicos la verdad, sin censura. El pueblo desea que los fondos públicos no se gasten en pagar indebidamente periódicos mercenarios que quieren engañarlo con propagandas mentirosas. El pueblo desea ser libre de hacer manifestaciones cuando a bien le plazca y no se quiera obligarlo a marchar como un rebaño de esclavos, por orden de las autoridades para rendir homenajes que no quiere rendir, o expresar adhesiones que está negando en su conciencia. Y todo eso es lo que quiere conseguir el actual movimiento, el cual ofrece a la nación no sólo la paz garantizada solemnemente por el pacto de los partidos; no sólo la igualdad de los partidos políticos dentro de un gobierno sin hegemonía de ninguno y que no excluya a nadie por razones sectarias de los puestos públicos o del trabajo en las empresas oficiales; no sólo el derecho para las clases populares de designar sus propios voceros para que defiendan sus intereses en los consejos , asambleas y cámaras, sino también política economía y fiscal puesta al servicio de las clases trabajadoras que destine al beneficio de éstas parte sustancial de los dineros públicos, que aligere la carga insoportable de los impuestos y disminuya el costo de vida hoy terriblemente elevado por la política inflacionaria y los despilfarros oficiales.
Y ofrece también una política social que no únicamente conserve sino perfeccione las conquistas alcanzadas, que garantice efectivamente la libertad sindical y defienda en el trabajador ante todo la dignidad de la persona humana, reconociéndole su libertad. Su independencia, su carácter de verdadero ciudadano.
Por todo esto estamos luchando, unidos íntimamente los miembros de todas las clases sociales y de todos los paridos políticos. Y el triunfo será nuestro, de ello estamos seguros, porque nos asiste el derecho. Somos los colombianos de siempre; no hemos caído en la vergüenza de plegarnos a la servidumbre, y con eses título que es común a todos vamos a la victoria.
ALBERTO LLERAS GUILLERMO LEÓN VALENCIA
Dirección Nacional Liberal Directorio Nacional Conservador
Tomado de: Libro “Las Jornadas de Mayo”; Ediciones Documentos Colombianos Bogotá; Pagina: 171-172-173-174
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