lunes, 3 de agosto de 2009
Discurso Ignacio Valencia ante el Congreso de Colombia celebrando el centenario del nacimiento del exPresidente Guillermo Leon Valencia
El señor Presidente del Honorable Senado de la República, Senador Hernán Andrade Serrano y sus distinguidos colegas de la Mesa Directiva, el Senador Omar de Jesús Suárez Mira, Primer Vice Presidente, el Senador Luís Fernando Duque García, segundo Vice Presidente y el doctor Emilio Botero Dajud, Secretario General, han querido honrar la memoria de Guillermo León Valencia, Ex presidente de Colombia, con ocasión de la primera conmemoración centenaria de su natalicio. Y cuando el Senado de La República, evoca el nombre de Valencia, exalta y enaltece, en grado sumo, a quien fue todo abnegación, sacrificio, valor, lealtad y honradez, y al propio tiempo, pone de presente la ejemplarizante parábola vital de Valencia, relevada por una virtud característica y eminente que guió su larga vida pública: su inquebrantable compromiso de servicio al pueblo colombiano sin distingos de raza, clase o credo.
La conmemoración centenaria del natalicio de Valencia nos recuerda un hecho natural que emana de la esencia creadora de la Divina Providencia, quien además y generosamente, infundió en el alma de Valencia un don maravilloso que le permitió vivir y navegar sobre los espacios ilimitados de un ensueño grandioso de idealidad.
Aquel espíritu de Valencia levantó el vuelo, oteó y surcó los espacios abiertos y llegó muy lejos y muy alto hasta posarse, por voluntad popular, en ésta tribuna excelsa del Senado de Colombia, donde fue orador férvido, tribuno elocuente, brillante y sagaz y artífice egregio de la palabra que fue su única arma para rugir, luchar y vencer--
La personalidad de Valencia tiene su raíz en la severa disciplina y la probidad diamantina que le inculcó su padre, el Maestro Guillermo Valencia. Aquel hogar cristiano y sencillo, conformado por el Maestro Valencia y su esposa Josefina Muñoz, le enseñó a vivir dentro de un severo marco de valores morales, en un ambiente de virtudes, trabajo exigente y alegrías, de afecto y honor, que en su casa abundaban en permanente florescencia. Valencia lee, estudia y aprende, movido por un espíritu inquieto con ansias de saber, y de la rígida aula universitaria en Popayán pasa a la desafiante arena política a partir el sol con los gladiadores de la democracia colombiana. Perora en las plazas públicas, escribe en su periódico de provincia, “Claridad”, propone, debate, incrimina y señala objetivos y propósitos al servicio de Colombia. Esta etapa se releva cuando el jefe del conservatismo, doctor Laureano Gómez, lo postula como Diputado a la Asamblea de Cundinamarca por la provincia del Guavio y es elegido. Esta tribuna le permite congregar y recoger muchos partidarios y amigos; muéstrese elocuente y brillante; se apercibe en la Asamblea de Cundinamarca al gran parlamentario que colmaría etapas muy gloriosas en el acontecer nacional y en las fuertes batallas de oposición en que se encontraba comprometida su colectividad conservadora.
El pueblo lo elige Senador de la República por el Departamento del Cauca. Aquí, en éste recinto del Senado, conoció el complejo laberinto de la impredecible acción política y la complejidad de la tarea parlamentaria. Supo entender y valorar las diversas corrientes sociales que forman el alma de la nación; comprende y asimila la inmensa tarea que las dos grandes fuerzas políticas de la nación- el conservatismo y el liberalismo- han llevado a cabo para que, paso a paso, fluyera una síntesis fecunda de armonía como resultado final del esfuerzo de las dos colectividades para plasmar y dirigir el destino común de nuestra Patria.
Conquista luego las más altas dignidades en la dirección política de su partido y con sus brillantes colegas del Directorio Nacional, estudia y propone fórmulas de solución para enfrentar los grandes problemas de la sociedad y del Estado: la salud pública y privada, el analfabetismo, la reforma universitaria, el sistema electoral, el esquema tributario, las aspiraciones de las regiones, la infraestructura vial y los puertos, la navegación marítima y fluvial, la burocracia, el estímulo del empleo y la relación entre sus dos grandes componentes: el capital y el trabajo, la protección del medio físico. En fin, aboga por unas fórmulas de conciliación que sean la expresión libre y consciente de la auténtica voluntad nacional ajena al predominio grupista y sectario que divide, debilita y finalmente destruye los caminos del progreso y de la confraternidad entre los grupos sociales.
Valencia se movía en la política nacional conforme a este pensamiento y supo ser coherente entre el discurso y su acción real. Por estas razones, ocupó puesto de dirección, mando y prestigio en la vanguardia combatiente del conservatismo y, al propio tiempo, se ganó y mereció el mas cálido respeto del adversario político, pues el liberalismo colombiano siempre reconoció en Valencia, con especial e histórico gesto, su probidad diamantina y su trayectoria democrática totalmente ajena al sectarismo, a los odios excluyentes y estériles y a la violencia.
Valencia dedicó su vida a la consolidación de la democracia, la defensa de la libertad y promovió siempre los acuerdos patrióticos entre los partidos y los grupos sociales. Así actuó en las plazas públicas, como diputado en Cundinamarca, Senador por el Cauca y también Senador por el departamento de Antioquia ---- acontecimiento político que Valencia siempre reputó y recibió como el mas significativo y grato de su larga vida pública ---- luego en la hazañosa empresa de restauración de la libertad y de las instituciones republicanas en el año de 1957 y finalmente como Presidente de Colombia en el año de 1962.
Ni amenazas ni prisiones doblegaron su heroica voluntad de lucha como candidato presidencial del Frente Nacional para el período 1958–1962. Es decir, al frente de una política de conciliación nacional pactada por el conservatismo y el liberalismo contra el imperio del gobierno de círculo, excluyente y despótico.
Estamos recordando a Valencia como candidato del Frente Nacional pronunciando la arenga y dando la batalla y cómo en ésa lucha, el choque de las espadas le dio temple de acero a su pensar. Y su compromiso de honor con la Patria alcanzó una fecunda expansión radioactiva que encendió un fuego primordial que iluminaba su verbo poderoso y que prendió la voluntad de rebeldía y lucha del pueblo colombiano. La juventud universitaria derramó generosamente la sangre preciosa de sus mártires y los gremios, el pueblo, la nación entera, se movilizaron en masa detrás del carácter y el valor que simbolizó la valerosa y decisoria acción de Valencia en aquellas horas aciagas. Esta batalla restauró la libertad y dio nueva vida a la democracia. Así nació la segunda República el 10 de mayo de 1957.
La historia recogerá en toda su grandeza la hazañosa empresa llevada a cabo por los dos partidos históricos. Colombia rechazó los trágicos errores del pasado. Pero quiso el destino que así como la acción temeraria de Valencia al frente del pueblo se transformase en aquel movimiento victorioso del 10 de mayo de 1957, al propio tiempo, su esfuerzo y su heroísmo rindieran solamente frutos de ingratitud para el candidato nacional, cuando fue sustituido faltando pocos días para las elecciones presidenciales. El león cayó herido. Y fue entonces cuando Valencia aquilató su condición de caudillo noble, de convicciones irreductibles en torno al ideal de concordia nacional. Valencia transformó el sacrificio de su propia candidatura presidencial en un nuevo y decisivo signo de reconciliación nacional al anunciar y luego votar, estampando su firma en la papeleta, por su ilustre compañero de luchas, el doctor Alberto Lleras Camargo, jefe del partido liberal.
Se debe meditar con serena objetividad sobre ésta histórica decisión política. Valencia pudo mantener su propia candidatura presidencial para el período 1958-1962, que fue solemnemente proclamada por los dos partidos en instantes cruciales de la vida colombiana. La proclamación de Valencia se hizo primero en Medellín, por los directorios conservador y liberal de Antioquia y posteriormente en Bogotá, donde su candidatura nacional fue reafirmada por los dos partidos históricos. Valencia ostentaba un título indiscutible como candidato nacional a la Presidencia de la República, para el período 1958--1962. Y desde luego, participar en el debate presidencial del año 1958, era una decisión que dependía de su propia voluntad. ¿Acaso nos hemos detenido alguna vez a pensar acerca de la manera como se habría desarrollado un debate electoral que hubiese enfrentado a Alberto Lleras Camargo, candidato presidencial y jefe único del partido liberal con la candidatura de Valencia, reconocido jefe conservador, quien a su vez y previamente, había sido proclamado como candidato del Frente Nacional por Lleras Camargo a nombre del liberalismo y también, por el Directorio Nacional Conservador?
Nada más honroso para la memoria de Valencia, que recordar hoy, aquí, en el Senado de la República, un párrafo del histórico discurso pronunciado por Alberto Lleras Camargo, en la proclamación de Valencia, que tuvo lugar en la residencia del doctor Eduardo Zuleta Ángel, en Bogotá, el 12 de abril de 1957.
Oigamos a Alberto Lleras: “…Por eso hoy, cuando todos ustedes esperan ansiosos oír la voz de quien es desde el 8 de abril el jefe consagrado para el honor y resuelto al sacrificio, yo sólo tengo que decir que mi partido deposita su fe en Guillermo León Valencia, como lo hizo en 1917, en su padre….. Aquí está con nosotros, y para nosotros, un ciudadano que lleva más de veinte años de vida pública, que ha tenido en sus manos más poder o influencia que la mayor parte de nosotros, y que sin embargo, está más pobre hoy que lo que fue el primer día de su advenimiento a la acción política…. Pero, además, la vida de Guillermo León Valencia es de una transparencia absoluta, y su rectitud no tiene sombras. Es, por otra parte, un ejemplo de lo que debe ser un político colombiano, respetuoso de todas las leyes e instituciones creadas en más de un siglo de esfuerzos por la inteligencia de nuestros grandes compatriotas….. El liberalismo le ofrece una cooperación sin otro límite que el fiel cumplimiento de la palabra que ha empeñado en ese documento histórico del 20 de marzo……” Hasta aquí las palabras de Alberto Lleras.
¿Habría germinado la semilla de la concordia nacional si los dos caudillos del entendimiento bipartidista, Lleras Camargo y Valencia se enfrentaban como gladiadores llamados a partir el sol en la arena democrática?
¿Esa lucha épica de titanes que enfrentaba nuevamente a los partidos por el poder no habría enardecido los ánimos populares y avivado el fuego del sectarismo partidista en éste combate formidable?
¿Acaso podría haberse fracturado la plataforma del Frente Nacional fundada sobre el honor de los partidos comprometido en la firma de los grandes acuerdos nacionales suscritos en el año de 1957?
Si Valencia hubiese actuado de manera diferente, podríamos preguntar: ¿la joven y bella cabeza coronada con el laurel de la paz que representaba el Frente Nacional podría haber sido cercenada por un doble mandoble de sectarismo y retaliación?
Con su histórica decisión de retirar su candidatura presidencial para el período 1958-–1962, Valencia renovó su lealtad a la política de entendimiento entre los partidos, para asegurar la concordia y la paz de la nación. Fue un instante estelar de su existencia, que ni la ingratitud, ni la tergiversación, ni el tiempo, podrán borrar de los anales de la historia mientras en Colombia aliente la moral y la verdad presida la marcha de nuestra democracia.
Hago estos comentarios obligado por la densa tiniebla con que se ha pretendido ocultar y desfigurar la verdad y crear un ambiente turbio, como si se tratase de un mezquino propósito deliberado y falaz, para opacar el brillo, el carácter y el valor de las trascendentales decisiones políticas de Valencia, recio y noble caudillo, quien conquistó el corazón del pueblo en aquellas gestas más con el espíritu de generosidad de sus decisiones políticas en horas críticas que con sus propias acciones heroicas.
Por todo ello, aunque los círculos del resentimiento y la envidia, quisieron borrar su nombre de las páginas del futuro, cuatro años después, en el año de 1962, el conservatismo y el liberalismo se reencontraron en estrecho abrazo de reconciliación alrededor del nombre de Valencia, quien, otra vez y por segunda ocasión, es proclamado como candidato nacional de los dos partidos para el periodo 1962-1966, cuando fue elegido Presidente de Colombia, con 1.633.873 votos, es decir, con el 62% de la votación. Los candidatos opuestos a Valencia tuvieron la siguiente votación: Jorge Leiva: 308.814 votos; General Gustavo Rojas Pinilla: 54.557 votos; Alfonso López Michelsen: (candidato inconstitucional): 624.873 votos.
Valencia tenía un especial don para prever el proceso social y para reconocer el talento y los atributos de nuestros dirigentes. Supo captar entre ellos el aporte de bien que representaban para la República. Recordemos a Virgilio Barco Vargas y Belisario Betancur, quienes fueron insignes ministro de Valencia y llegaron después a la Presidencia de Colombia elegidos por el pueblo. Gustavo Balcazar Monzón, también su ministro, fue luego Designado a la Presidencia de la República. Todas las ilustres personalidades que honraron a Valencia como ministros exhiben realizaciones y aportes sustantivos en el progreso social del país y su honda huella señaló un camino seguro a las aspiraciones nacionales.
Este solemne acto en el Senado de la República, se origina en el corazón mismo de la Patria, porque en este recinto glorioso de la democracia, el Señor Presidente del Congreso de Colombia, honorable Senador Hernán Andrade, con sus brillantes palabras, nos ha hecho sentir las pulsaciones robustas del corazón de Colombia, que hoy recuerda con generosidad y reconocimiento a uno de sus hijos, Guillermo León Valencia que amó y sirvió a la República y a todo el pueblo colombiano en una lucha sin tregua durante toda su existencia.
En un país como el nuestro de permanentes ensayos y de perpetuas mudanzas, el Senado de la República, recuerda hoy que Guillermo León Valencia, encarnó la fortaleza inflexible en la dirección política de Colombia, que emanaba de la sólida unidad moral que presidió su larga vida pública.
Nadie se le anteponía en probidad pública y privada, serenidad de espíritu y amor a Colombia, en imparcialidad y en justicia. La fortaleza en las luchas por sus ideales y el decoro fueron a manera de vestiduras suyas.
La generosa iniciativa del Señor Presidente del Senado, honorable Senador Hernán Andrade, ostenta todos los atributos de un homenaje enaltecedor que esta augusta Corporación le ofrece a la memoria de Valencia. Quiero expresar, en nombre de los hijos y de la familia del Ex presidente Valencia, el mas emocionado testimonio de gratitud al Señor Presidente del Senado, a los señores Vice presidentes y al Secretario General, a los honorables Parlamentarios y a todos los asistentes que nos honran con su presencia, por el sumo valor que su presencia le imprime a esta conmemoración centenaria del natalicio de Valencia. Y también queremos decirles que nos emociona estar en éste recinto y experimentar la maravillosa sensación de oír, hoy y aquí, en el Senado de Colombia, el eco que viene de éstos muros invictos y que nos trae el himno de la vida de Valencia: colombiano, cristiano, conservador, amigo leal, personero de la concordia, orador, artífice de la paz, jefe, diplomático, esposo y padre amantísimo, candidato nacional y Presidente de Colombia.
Que la brillante, larga e inmaculada trayectoria de Valencia en el Senado de la República, siga simbolizando un noble ejemplo de concordia política, para que la libertad, la democracia, el progreso, la justicia social y la paz continúen alcanzando una intensa plenitud gloriosa que fue el legado de su carrera pública a las futuras generaciones republicanas.
Señor ex Presidente Belisario Betancur: muchas gracias por haber aceptado nuestra comedida invitación para presidir el Comité organizador de los actos conmemoratorios del natalicio de Guillermo León Valencia. Su ilustre nombre, señor ex Presidente Betancur, tiene virtud suficiente para exaltar y ennoblecer todo aquello a lo que usted se digne prestarle su enaltecedora cooperación. Valencia reputó como señalado honor de su existencia haberle ofrecido a usted el más cálido, desinteresado y sincero estímulo cuando usted inició, al frente de un formidable movimiento popular, su histórica marcha hacia la conquista del mas alto honor que la democracia otorga a sus hijos gloriosos: la Presidencia de la República. Y nosotros recibimos como recíproca manifestación de aquella especial amistad su presencia en este acto, pues Belisario nos ha traído el afecto puro que brota de su alma noble y grande vinculada con Valencia en el generoso campo de las ideas.
Gustavo Balcazar Monzón, noble amigo y gallardo paladín de la democracia, exhibe una trayectoria de luchas y victorias al frente de poderosas fuerzas sociales y populares en la pujante región del Valle del Cauca, Fue invitado por Valencia a formar parte se gobierno y el aportó su preeminencia, su prestigio y su autoridad en el desempeño brillante de su gestión. Valencia tuvo admiración y aprecio por la figura prestigiosa de Gustavo Balcázar Monzón. Su nombre en el Comité y su honrosa presencia en este acto es gallarda expresión de su caballerosidad que ha querido exaltar la memoria de Valencia.
José Félix Patiño, ministro de Valencia, consagrado a las ciencias médicas, conquista elevado rango académico en una severa selección entre los mejores, escala peldaños en el saber y se gana merecida reputación. Su inteligencia y espíritu de servicio al pueblo, puso al alcance de la comunidad, como Ministro de Salud Pública en el gobierno de Valencia, las drogas genéricas que permite a las clases pobres y marginadas disponer de remedios para sus dolencias a precios asequibles para el pueblo. También fue Rector de la Universidad Nacional en el gobierno de Valencia y en su gestión, éste centro académico triplicó sus recursos monetarios. Este caballero del saber ha sido y es un artífice de ideas brillantes, quien honró al gobierno de Valencia y a la democracia.
Debo recalcar que Valencia recibió con la más profunda emoción de su vida pública, su elección como Senador por el departamento de Antioquia en el año de 1958. Había sido objeto de los más duros ataques e injustas descalificaciones en la virulenta división conservadora de entonces, y como epílogo de ese fenomenal enfrentamiento, se presentaron a consideración del pueblo conservador de Antioquia dos listas conservadoras: una encabezada por Laureano Gómez y la otra por Guillermo León Valencia. La lista de Valencia obtuvo resonante victoria. Para Valencia, este triunfo en Antioquia - que históricamente ha sido y sigue siendo la cabeza visible de la más grande fuerza de centro - derecha de Colombia y de América - fue el hecho político mas grato de su existencia. Por esta razón, nos honran hoy con su presencia los doctores Fabio Valencia Cossio y Oscar Arboleda Palacio, insignes personeros de esa formidable fuerza humana intelectual y política que representa Antioquia conservadora. Ellos son los heraldos y guardianes que representan y defienden el ara santa que guarda los principios eternos que inspiran al conservatismo colombiano.
El senador José Darío Salazar Cruz, quien representa al conservatismo caucano en el Congreso, ha sido un dilecto amigo, siempre caballeroso y cordial, quien desempeña con lujo de competencia y solvencia intelectual sus responsabilidades y ha venido construyendo una senda ascendente en el cuerpo jerárquico de nuestra colectividad.
Aurelio Iragorri Hormaza, destacado líder popular y muy eficaz gestor del progreso del Cauca y del país en el curso de su larga y exitosa carrera política y parlamentaria ha sido además, y así lo sentimos y expresamos, como un miembro de nuestra familia, pues nos une un reciproco sentimiento de amistad, lealtad y espíritu de servicio.
Deseo expresar también un profundo sentimiento de gratitud al doctor Juan Manuel Santos, Ministro de Defensa, cuyo apoyo hace algunos años fue decisivo para adquirir y luego organizar, bajo la dirección del Museo Nacional de Colombia, la casa- museo Guillermo León Valencia, tal y como lo dispuso la ley 170 de 1973 aprobada por el Congreso de la República y sancionada por el señor Presidente de la época, Misael Pastrana Botero. Dígnese aceptar, doctor Santos nuestro renovado testimonio de reconocimiento, porque su generosa y decisiva intervención hizo realidad palpable la letra y el espíritu de la ley aprobada por el Congreso como homenaje a Valencia.
La conmemoración centenaria del natalicio de Guillermo León Valencia, seguramente tendrá eco en el sentimiento general de la nación con el honroso homenaje que se le ha ofrecido hoy, en el Senado de la República. Y también, porque el señor Presidente de Colombia, doctor Alvaro Uribe Vélez, con su proverbial gallardía y generosidad, estará en Popayán, el próximo mes de mayo, presidiendo los actos para celebrar el centenario del natalicio de Valencia en la ciudad fecunda. Y entonces, la memoria de Valencia, será así, consagrada en su ciudad, con los hálitos de fuerza, generosidad y gloria que emanan de la figura procera del Presidente Uribe Vélez, caudillo democrático, severo y arrogante pensador y fecundo realizador del bien común.
IGNACIO VALENCIA LOPEZ
SENADO DE LA REPUBLICA
ABRIL 27 DE 2009
La conmemoración centenaria del natalicio de Valencia nos recuerda un hecho natural que emana de la esencia creadora de la Divina Providencia, quien además y generosamente, infundió en el alma de Valencia un don maravilloso que le permitió vivir y navegar sobre los espacios ilimitados de un ensueño grandioso de idealidad.
Aquel espíritu de Valencia levantó el vuelo, oteó y surcó los espacios abiertos y llegó muy lejos y muy alto hasta posarse, por voluntad popular, en ésta tribuna excelsa del Senado de Colombia, donde fue orador férvido, tribuno elocuente, brillante y sagaz y artífice egregio de la palabra que fue su única arma para rugir, luchar y vencer--
La personalidad de Valencia tiene su raíz en la severa disciplina y la probidad diamantina que le inculcó su padre, el Maestro Guillermo Valencia. Aquel hogar cristiano y sencillo, conformado por el Maestro Valencia y su esposa Josefina Muñoz, le enseñó a vivir dentro de un severo marco de valores morales, en un ambiente de virtudes, trabajo exigente y alegrías, de afecto y honor, que en su casa abundaban en permanente florescencia. Valencia lee, estudia y aprende, movido por un espíritu inquieto con ansias de saber, y de la rígida aula universitaria en Popayán pasa a la desafiante arena política a partir el sol con los gladiadores de la democracia colombiana. Perora en las plazas públicas, escribe en su periódico de provincia, “Claridad”, propone, debate, incrimina y señala objetivos y propósitos al servicio de Colombia. Esta etapa se releva cuando el jefe del conservatismo, doctor Laureano Gómez, lo postula como Diputado a la Asamblea de Cundinamarca por la provincia del Guavio y es elegido. Esta tribuna le permite congregar y recoger muchos partidarios y amigos; muéstrese elocuente y brillante; se apercibe en la Asamblea de Cundinamarca al gran parlamentario que colmaría etapas muy gloriosas en el acontecer nacional y en las fuertes batallas de oposición en que se encontraba comprometida su colectividad conservadora.
El pueblo lo elige Senador de la República por el Departamento del Cauca. Aquí, en éste recinto del Senado, conoció el complejo laberinto de la impredecible acción política y la complejidad de la tarea parlamentaria. Supo entender y valorar las diversas corrientes sociales que forman el alma de la nación; comprende y asimila la inmensa tarea que las dos grandes fuerzas políticas de la nación- el conservatismo y el liberalismo- han llevado a cabo para que, paso a paso, fluyera una síntesis fecunda de armonía como resultado final del esfuerzo de las dos colectividades para plasmar y dirigir el destino común de nuestra Patria.
Conquista luego las más altas dignidades en la dirección política de su partido y con sus brillantes colegas del Directorio Nacional, estudia y propone fórmulas de solución para enfrentar los grandes problemas de la sociedad y del Estado: la salud pública y privada, el analfabetismo, la reforma universitaria, el sistema electoral, el esquema tributario, las aspiraciones de las regiones, la infraestructura vial y los puertos, la navegación marítima y fluvial, la burocracia, el estímulo del empleo y la relación entre sus dos grandes componentes: el capital y el trabajo, la protección del medio físico. En fin, aboga por unas fórmulas de conciliación que sean la expresión libre y consciente de la auténtica voluntad nacional ajena al predominio grupista y sectario que divide, debilita y finalmente destruye los caminos del progreso y de la confraternidad entre los grupos sociales.
Valencia se movía en la política nacional conforme a este pensamiento y supo ser coherente entre el discurso y su acción real. Por estas razones, ocupó puesto de dirección, mando y prestigio en la vanguardia combatiente del conservatismo y, al propio tiempo, se ganó y mereció el mas cálido respeto del adversario político, pues el liberalismo colombiano siempre reconoció en Valencia, con especial e histórico gesto, su probidad diamantina y su trayectoria democrática totalmente ajena al sectarismo, a los odios excluyentes y estériles y a la violencia.
Valencia dedicó su vida a la consolidación de la democracia, la defensa de la libertad y promovió siempre los acuerdos patrióticos entre los partidos y los grupos sociales. Así actuó en las plazas públicas, como diputado en Cundinamarca, Senador por el Cauca y también Senador por el departamento de Antioquia ---- acontecimiento político que Valencia siempre reputó y recibió como el mas significativo y grato de su larga vida pública ---- luego en la hazañosa empresa de restauración de la libertad y de las instituciones republicanas en el año de 1957 y finalmente como Presidente de Colombia en el año de 1962.
Ni amenazas ni prisiones doblegaron su heroica voluntad de lucha como candidato presidencial del Frente Nacional para el período 1958–1962. Es decir, al frente de una política de conciliación nacional pactada por el conservatismo y el liberalismo contra el imperio del gobierno de círculo, excluyente y despótico.
Estamos recordando a Valencia como candidato del Frente Nacional pronunciando la arenga y dando la batalla y cómo en ésa lucha, el choque de las espadas le dio temple de acero a su pensar. Y su compromiso de honor con la Patria alcanzó una fecunda expansión radioactiva que encendió un fuego primordial que iluminaba su verbo poderoso y que prendió la voluntad de rebeldía y lucha del pueblo colombiano. La juventud universitaria derramó generosamente la sangre preciosa de sus mártires y los gremios, el pueblo, la nación entera, se movilizaron en masa detrás del carácter y el valor que simbolizó la valerosa y decisoria acción de Valencia en aquellas horas aciagas. Esta batalla restauró la libertad y dio nueva vida a la democracia. Así nació la segunda República el 10 de mayo de 1957.
La historia recogerá en toda su grandeza la hazañosa empresa llevada a cabo por los dos partidos históricos. Colombia rechazó los trágicos errores del pasado. Pero quiso el destino que así como la acción temeraria de Valencia al frente del pueblo se transformase en aquel movimiento victorioso del 10 de mayo de 1957, al propio tiempo, su esfuerzo y su heroísmo rindieran solamente frutos de ingratitud para el candidato nacional, cuando fue sustituido faltando pocos días para las elecciones presidenciales. El león cayó herido. Y fue entonces cuando Valencia aquilató su condición de caudillo noble, de convicciones irreductibles en torno al ideal de concordia nacional. Valencia transformó el sacrificio de su propia candidatura presidencial en un nuevo y decisivo signo de reconciliación nacional al anunciar y luego votar, estampando su firma en la papeleta, por su ilustre compañero de luchas, el doctor Alberto Lleras Camargo, jefe del partido liberal.
Se debe meditar con serena objetividad sobre ésta histórica decisión política. Valencia pudo mantener su propia candidatura presidencial para el período 1958-1962, que fue solemnemente proclamada por los dos partidos en instantes cruciales de la vida colombiana. La proclamación de Valencia se hizo primero en Medellín, por los directorios conservador y liberal de Antioquia y posteriormente en Bogotá, donde su candidatura nacional fue reafirmada por los dos partidos históricos. Valencia ostentaba un título indiscutible como candidato nacional a la Presidencia de la República, para el período 1958--1962. Y desde luego, participar en el debate presidencial del año 1958, era una decisión que dependía de su propia voluntad. ¿Acaso nos hemos detenido alguna vez a pensar acerca de la manera como se habría desarrollado un debate electoral que hubiese enfrentado a Alberto Lleras Camargo, candidato presidencial y jefe único del partido liberal con la candidatura de Valencia, reconocido jefe conservador, quien a su vez y previamente, había sido proclamado como candidato del Frente Nacional por Lleras Camargo a nombre del liberalismo y también, por el Directorio Nacional Conservador?
Nada más honroso para la memoria de Valencia, que recordar hoy, aquí, en el Senado de la República, un párrafo del histórico discurso pronunciado por Alberto Lleras Camargo, en la proclamación de Valencia, que tuvo lugar en la residencia del doctor Eduardo Zuleta Ángel, en Bogotá, el 12 de abril de 1957.
Oigamos a Alberto Lleras: “…Por eso hoy, cuando todos ustedes esperan ansiosos oír la voz de quien es desde el 8 de abril el jefe consagrado para el honor y resuelto al sacrificio, yo sólo tengo que decir que mi partido deposita su fe en Guillermo León Valencia, como lo hizo en 1917, en su padre….. Aquí está con nosotros, y para nosotros, un ciudadano que lleva más de veinte años de vida pública, que ha tenido en sus manos más poder o influencia que la mayor parte de nosotros, y que sin embargo, está más pobre hoy que lo que fue el primer día de su advenimiento a la acción política…. Pero, además, la vida de Guillermo León Valencia es de una transparencia absoluta, y su rectitud no tiene sombras. Es, por otra parte, un ejemplo de lo que debe ser un político colombiano, respetuoso de todas las leyes e instituciones creadas en más de un siglo de esfuerzos por la inteligencia de nuestros grandes compatriotas….. El liberalismo le ofrece una cooperación sin otro límite que el fiel cumplimiento de la palabra que ha empeñado en ese documento histórico del 20 de marzo……” Hasta aquí las palabras de Alberto Lleras.
¿Habría germinado la semilla de la concordia nacional si los dos caudillos del entendimiento bipartidista, Lleras Camargo y Valencia se enfrentaban como gladiadores llamados a partir el sol en la arena democrática?
¿Esa lucha épica de titanes que enfrentaba nuevamente a los partidos por el poder no habría enardecido los ánimos populares y avivado el fuego del sectarismo partidista en éste combate formidable?
¿Acaso podría haberse fracturado la plataforma del Frente Nacional fundada sobre el honor de los partidos comprometido en la firma de los grandes acuerdos nacionales suscritos en el año de 1957?
Si Valencia hubiese actuado de manera diferente, podríamos preguntar: ¿la joven y bella cabeza coronada con el laurel de la paz que representaba el Frente Nacional podría haber sido cercenada por un doble mandoble de sectarismo y retaliación?
Con su histórica decisión de retirar su candidatura presidencial para el período 1958-–1962, Valencia renovó su lealtad a la política de entendimiento entre los partidos, para asegurar la concordia y la paz de la nación. Fue un instante estelar de su existencia, que ni la ingratitud, ni la tergiversación, ni el tiempo, podrán borrar de los anales de la historia mientras en Colombia aliente la moral y la verdad presida la marcha de nuestra democracia.
Hago estos comentarios obligado por la densa tiniebla con que se ha pretendido ocultar y desfigurar la verdad y crear un ambiente turbio, como si se tratase de un mezquino propósito deliberado y falaz, para opacar el brillo, el carácter y el valor de las trascendentales decisiones políticas de Valencia, recio y noble caudillo, quien conquistó el corazón del pueblo en aquellas gestas más con el espíritu de generosidad de sus decisiones políticas en horas críticas que con sus propias acciones heroicas.
Por todo ello, aunque los círculos del resentimiento y la envidia, quisieron borrar su nombre de las páginas del futuro, cuatro años después, en el año de 1962, el conservatismo y el liberalismo se reencontraron en estrecho abrazo de reconciliación alrededor del nombre de Valencia, quien, otra vez y por segunda ocasión, es proclamado como candidato nacional de los dos partidos para el periodo 1962-1966, cuando fue elegido Presidente de Colombia, con 1.633.873 votos, es decir, con el 62% de la votación. Los candidatos opuestos a Valencia tuvieron la siguiente votación: Jorge Leiva: 308.814 votos; General Gustavo Rojas Pinilla: 54.557 votos; Alfonso López Michelsen: (candidato inconstitucional): 624.873 votos.
Valencia tenía un especial don para prever el proceso social y para reconocer el talento y los atributos de nuestros dirigentes. Supo captar entre ellos el aporte de bien que representaban para la República. Recordemos a Virgilio Barco Vargas y Belisario Betancur, quienes fueron insignes ministro de Valencia y llegaron después a la Presidencia de Colombia elegidos por el pueblo. Gustavo Balcazar Monzón, también su ministro, fue luego Designado a la Presidencia de la República. Todas las ilustres personalidades que honraron a Valencia como ministros exhiben realizaciones y aportes sustantivos en el progreso social del país y su honda huella señaló un camino seguro a las aspiraciones nacionales.
Este solemne acto en el Senado de la República, se origina en el corazón mismo de la Patria, porque en este recinto glorioso de la democracia, el Señor Presidente del Congreso de Colombia, honorable Senador Hernán Andrade, con sus brillantes palabras, nos ha hecho sentir las pulsaciones robustas del corazón de Colombia, que hoy recuerda con generosidad y reconocimiento a uno de sus hijos, Guillermo León Valencia que amó y sirvió a la República y a todo el pueblo colombiano en una lucha sin tregua durante toda su existencia.
En un país como el nuestro de permanentes ensayos y de perpetuas mudanzas, el Senado de la República, recuerda hoy que Guillermo León Valencia, encarnó la fortaleza inflexible en la dirección política de Colombia, que emanaba de la sólida unidad moral que presidió su larga vida pública.
Nadie se le anteponía en probidad pública y privada, serenidad de espíritu y amor a Colombia, en imparcialidad y en justicia. La fortaleza en las luchas por sus ideales y el decoro fueron a manera de vestiduras suyas.
La generosa iniciativa del Señor Presidente del Senado, honorable Senador Hernán Andrade, ostenta todos los atributos de un homenaje enaltecedor que esta augusta Corporación le ofrece a la memoria de Valencia. Quiero expresar, en nombre de los hijos y de la familia del Ex presidente Valencia, el mas emocionado testimonio de gratitud al Señor Presidente del Senado, a los señores Vice presidentes y al Secretario General, a los honorables Parlamentarios y a todos los asistentes que nos honran con su presencia, por el sumo valor que su presencia le imprime a esta conmemoración centenaria del natalicio de Valencia. Y también queremos decirles que nos emociona estar en éste recinto y experimentar la maravillosa sensación de oír, hoy y aquí, en el Senado de Colombia, el eco que viene de éstos muros invictos y que nos trae el himno de la vida de Valencia: colombiano, cristiano, conservador, amigo leal, personero de la concordia, orador, artífice de la paz, jefe, diplomático, esposo y padre amantísimo, candidato nacional y Presidente de Colombia.
Que la brillante, larga e inmaculada trayectoria de Valencia en el Senado de la República, siga simbolizando un noble ejemplo de concordia política, para que la libertad, la democracia, el progreso, la justicia social y la paz continúen alcanzando una intensa plenitud gloriosa que fue el legado de su carrera pública a las futuras generaciones republicanas.
Señor ex Presidente Belisario Betancur: muchas gracias por haber aceptado nuestra comedida invitación para presidir el Comité organizador de los actos conmemoratorios del natalicio de Guillermo León Valencia. Su ilustre nombre, señor ex Presidente Betancur, tiene virtud suficiente para exaltar y ennoblecer todo aquello a lo que usted se digne prestarle su enaltecedora cooperación. Valencia reputó como señalado honor de su existencia haberle ofrecido a usted el más cálido, desinteresado y sincero estímulo cuando usted inició, al frente de un formidable movimiento popular, su histórica marcha hacia la conquista del mas alto honor que la democracia otorga a sus hijos gloriosos: la Presidencia de la República. Y nosotros recibimos como recíproca manifestación de aquella especial amistad su presencia en este acto, pues Belisario nos ha traído el afecto puro que brota de su alma noble y grande vinculada con Valencia en el generoso campo de las ideas.
Gustavo Balcazar Monzón, noble amigo y gallardo paladín de la democracia, exhibe una trayectoria de luchas y victorias al frente de poderosas fuerzas sociales y populares en la pujante región del Valle del Cauca, Fue invitado por Valencia a formar parte se gobierno y el aportó su preeminencia, su prestigio y su autoridad en el desempeño brillante de su gestión. Valencia tuvo admiración y aprecio por la figura prestigiosa de Gustavo Balcázar Monzón. Su nombre en el Comité y su honrosa presencia en este acto es gallarda expresión de su caballerosidad que ha querido exaltar la memoria de Valencia.
José Félix Patiño, ministro de Valencia, consagrado a las ciencias médicas, conquista elevado rango académico en una severa selección entre los mejores, escala peldaños en el saber y se gana merecida reputación. Su inteligencia y espíritu de servicio al pueblo, puso al alcance de la comunidad, como Ministro de Salud Pública en el gobierno de Valencia, las drogas genéricas que permite a las clases pobres y marginadas disponer de remedios para sus dolencias a precios asequibles para el pueblo. También fue Rector de la Universidad Nacional en el gobierno de Valencia y en su gestión, éste centro académico triplicó sus recursos monetarios. Este caballero del saber ha sido y es un artífice de ideas brillantes, quien honró al gobierno de Valencia y a la democracia.
Debo recalcar que Valencia recibió con la más profunda emoción de su vida pública, su elección como Senador por el departamento de Antioquia en el año de 1958. Había sido objeto de los más duros ataques e injustas descalificaciones en la virulenta división conservadora de entonces, y como epílogo de ese fenomenal enfrentamiento, se presentaron a consideración del pueblo conservador de Antioquia dos listas conservadoras: una encabezada por Laureano Gómez y la otra por Guillermo León Valencia. La lista de Valencia obtuvo resonante victoria. Para Valencia, este triunfo en Antioquia - que históricamente ha sido y sigue siendo la cabeza visible de la más grande fuerza de centro - derecha de Colombia y de América - fue el hecho político mas grato de su existencia. Por esta razón, nos honran hoy con su presencia los doctores Fabio Valencia Cossio y Oscar Arboleda Palacio, insignes personeros de esa formidable fuerza humana intelectual y política que representa Antioquia conservadora. Ellos son los heraldos y guardianes que representan y defienden el ara santa que guarda los principios eternos que inspiran al conservatismo colombiano.
El senador José Darío Salazar Cruz, quien representa al conservatismo caucano en el Congreso, ha sido un dilecto amigo, siempre caballeroso y cordial, quien desempeña con lujo de competencia y solvencia intelectual sus responsabilidades y ha venido construyendo una senda ascendente en el cuerpo jerárquico de nuestra colectividad.
Aurelio Iragorri Hormaza, destacado líder popular y muy eficaz gestor del progreso del Cauca y del país en el curso de su larga y exitosa carrera política y parlamentaria ha sido además, y así lo sentimos y expresamos, como un miembro de nuestra familia, pues nos une un reciproco sentimiento de amistad, lealtad y espíritu de servicio.
Deseo expresar también un profundo sentimiento de gratitud al doctor Juan Manuel Santos, Ministro de Defensa, cuyo apoyo hace algunos años fue decisivo para adquirir y luego organizar, bajo la dirección del Museo Nacional de Colombia, la casa- museo Guillermo León Valencia, tal y como lo dispuso la ley 170 de 1973 aprobada por el Congreso de la República y sancionada por el señor Presidente de la época, Misael Pastrana Botero. Dígnese aceptar, doctor Santos nuestro renovado testimonio de reconocimiento, porque su generosa y decisiva intervención hizo realidad palpable la letra y el espíritu de la ley aprobada por el Congreso como homenaje a Valencia.
La conmemoración centenaria del natalicio de Guillermo León Valencia, seguramente tendrá eco en el sentimiento general de la nación con el honroso homenaje que se le ha ofrecido hoy, en el Senado de la República. Y también, porque el señor Presidente de Colombia, doctor Alvaro Uribe Vélez, con su proverbial gallardía y generosidad, estará en Popayán, el próximo mes de mayo, presidiendo los actos para celebrar el centenario del natalicio de Valencia en la ciudad fecunda. Y entonces, la memoria de Valencia, será así, consagrada en su ciudad, con los hálitos de fuerza, generosidad y gloria que emanan de la figura procera del Presidente Uribe Vélez, caudillo democrático, severo y arrogante pensador y fecundo realizador del bien común.
IGNACIO VALENCIA LOPEZ
SENADO DE LA REPUBLICA
ABRIL 27 DE 2009
Semblanza
Por: Ignacio Valencia
El señor Presidente de la República, doctor Alvaro Uribe Vélez, la Ministra de Comunicaciones, doctora María del Rosario Guerra de La Espriella, el Presidente de los Servicios Postales Nacionales, doctor Juan Ernesto Vargas Uribe, con la honrosa decisión de editar una estampilla conmemorativa con la efigie de Guillermo León Valencia, han querido honrar la memoria del Ex presidente de Colombia, con ocasión de la primera conmemoración centenaria de su natalicio. Y cuando se evoca el nombre de Valencia, al propio tiempo, se exalta y enaltece, en grado sumo, a quien fue todo abnegación, sacrificio, valor, lealtad y honradez, y pone de presente la ejemplarizante parábola vital de Valencia y su inquebrantable compromiso de servicio al pueblo colombiano sin distingos de raza, clase o credo.
La personalidad de Valencia tiene su raíz en la severa disciplina y la probidad diamantina que le inculcó su padre, el Maestro Guillermo Valencia. Aquel hogar cristiano y sencillo, conformado por el Maestro Valencia y su esposa Josefina Muñoz, le enseñó a vivir dentro de un severo marco de valores morales, en un ambiente de virtudes, trabajo exigente y alegrías, de afecto y honor, que en su casa abundaban en permanente florescencia. Valencia lee, estudia y aprende, movido por un espíritu inquieto con ansias de saber. Perora en las plazas públicas, escribe en su periódico de provincia, “Claridad”, propone, debate, incrimina y señala objetivos y propósitos al servicio de Colombia. Esta etapa se releva cuando el jefe del conservatismo, doctor Laureano Gómez, lo postula como Diputado a la Asamblea de Cundinamarca por la provincia del Guavio y es elegido. Esta tribuna le permite congregar y recoger muchos partidarios y amigos; muéstrese elocuente y brillante; se apercibe en la Asamblea de Cundinamarca al gran parlamentario que colmaría etapas muy gloriosas en el acontecer nacional y en las fuertes batallas de oposición en que se encontraba comprometida su colectividad conservadora.
El pueblo lo elige Senador de la República por el Departamento del Cauca. Aquí, en éste recinto del Senado, conoció el complicado laberinto de la impredecible acción política y la complejidad de la tarea parlamentaria; comprende y asimila la inmensa tarea que las dos grandes fuerzas políticas de la nación- el conservatismo y el liberalismo- han llevado a cabo para que, paso a paso, fluyera una síntesis fecunda de armonía como resultado final del esfuerzo de las dos colectividades para plasmar y dirigir el destino común de nuestra Patria.
Conquista luego las más altas dignidades en la dirección política de su partido y con sus brillantes colegas del Directorio Nacional Conservador, estudia y propone fórmulas de solución para enfrentar los grandes problemas de la sociedad y del Estado: las aspiraciones de las regiones, el estímulo del empleo y la relación entre sus dos grandes componentes: el capital y el trabajo, la protección del medio físico. En fin, aboga por unas fórmulas de conciliación ajenas al predominio grupista y sectario que divide, debilita y finalmente destruye los caminos del progreso y de la confraternidad entre los grupos sociales.
Valencia se movía en la política nacional conforme a este pensamiento y supo ser coherente entre el discurso y su acción real. Por estas razones, ocupó puesto de dirección, mando y prestigio en la vanguardia combatiente del conservatismo y, al propio tiempo, se ganó y mereció el mas cálido respeto del adversario político, pues el liberalismo colombiano siempre reconoció en Valencia, con especial e histórico gesto, su probidad diamantina y su trayectoria democrática totalmente ajena al sectarismo, a los odios excluyentes y estériles y a la violencia. Dedicó su vida a la consolidación de la democracia, la defensa de la libertad y promovió siempre los acuerdos patrióticos entre los partidos y los grupos sociales. De allí, su resolución de ir hasta el sacrificio en la hazañosa empresa de restauración de la libertad y de las instituciones republicanas en el año de 1957.
Su figura fue el símbolo del pueblo colombiano en la gran batalla por la restauración de la libertad, el imperio de la democracia y la vigencia de las instituciones republicanas. Su compromiso con los ideales de concordia y reconstrucción de la democracia hicieron de él uno de los creadores del Frente Nacional, que ha sido la más grande rectificación histórica del rumbo de la nación. Colombia se decidió por una política de entendimiento, conciliación y gobierno conjunto de los partidos históricos. Como candidato nacional a la Presidencia, para el período 1.958-1.962, se comprometió en una lucha sin cuartel que culminó el 10 de mayo de 1.957 con el derrocamiento de la dictadura. Servidor devoto de la democracia, se desempeño como diputado a la Asamblea de Cundinamarca; Senador de la República, por el Departamento del Cauca; Presidente del Directorio Nacional Conservador en la campaña por la reconquista del poder que culminó con la elección de Mariano Ospina Pérez como Presidente de la República; Constituyente en la Asamblea Nacional convocada en el gobierno del doctor Laureano Gómez; Senador de la República por el Departamento de Antioquia; Embajador ante las Naciones Unidas; Embajador de Colombia en España en dos oportunidades; diversos gobiernos le ofrecieron varios Ministerios, que no aceptó; Candidato Nacional a la Presidencia de la República en dos ocasiones y Presidente de la República.
Ni amenazas ni prisiones doblegaron su heroica voluntad de lucha como candidato presidencial del Frente Nacional para el período 1958–1962, al frente de una política de conciliación nacional pactada por el conservatismo y el liberalismo contra el imperio del gobierno de círculo, excluyente y despótico.
Valencia como candidato del Frente Nacional pronuncia la arenga y da la batalla y en ésa lucha, el choque de las espadas le dio temple de acero a su pensar. Y su compromiso de honor con la Patria alcanzó una fecunda expansión radioactiva que encendió un fuego primordial que iluminaba su verbo poderoso y que prendió la voluntad de rebeldía y lucha del pueblo colombiano. La juventud universitaria derramó generosamente la sangre preciosa de sus mártires y los gremios, el pueblo, la nación entera, se movilizaron en masa detrás del carácter y el valor que simbolizó la heróica y decisoria acción de Valencia en aquellas horas aciagas. Esta batalla restauró la libertad. No se disparó ni un solo tiro. Así nació la segunda República el 10 de mayo de 1957.
La historia recogerá en toda su grandeza la hazañosa empresa llevada a cabo por los dos partidos históricos. Colombia rechazó los trágicos errores del pasado. Pero quiso el destino que así como la acción temeraria de Valencia al frente del pueblo se transformase en aquel movimiento victorioso del 10 de mayo de 1957, al propio tiempo, su esfuerzo y su heroísmo rindieran solamente frutos de ingratitud para el candidato nacional, cuando fue sustituido faltando pocos días para las elecciones presidenciales. El león cayó herido. Y fue entonces cuando Valencia aquilató su condición de caudillo noble, de convicciones irreductibles en torno al ideal de concordia nacional. Valencia transformó el sacrificio de su propia candidatura presidencial en un nuevo y decisivo signo de reconciliación nacional al anunciar y luego votar, estampando su firma en la papeleta, por su ilustre compañero de luchas, el doctor Alberto Lleras Camargo, jefe del partido liberal.
Se debe meditar con serena objetividad sobre ésta histórica decisión política. Valencia pudo mantener su propia candidatura presidencial para el período 1958-1962, que fue solemnemente proclamada por los dos partidos en instantes cruciales de la vida colombiana. Valencia ostentaba un título indiscutible como candidato nacional a la Presidencia de la República. Y participar en el debate presidencial del año 1958, era una decisión que dependía de su propia voluntad. ¿Acaso nos hemos detenido alguna vez a pensar acerca de la manera como se habría desarrollado un debate que hubiese enfrentado a Alberto Lleras Camargo, candidato presidencial y jefe único del partido liberal con la candidatura de Valencia, reconocido jefe conservador, quien a su vez y previamente, había sido proclamado como candidato del Frente Nacional por Lleras Camargo a nombre del liberalismo y también, por el Directorio Nacional Conservador?
El Frente Nacional propugnaba por un gobierno bipartidista, paritario y con programa común –como fórmula patriótica de eliminar el sectarismo, la violencia y los enfrentamientos, en las luchas por el poder- ¿,esta confrontación de los partidos enfrentados en la elección presidencial, no significaba un derrumbe del ideal de concordia y al propio tiempo, iniciaba, otra vez, al combate político entre los partidos ?
Nada más honroso para la memoria de Valencia, que recordar apartes del histórico discurso pronunciado por Alberto Lleras Camargo, en la proclamación de Valencia, que tuvo lugar en la residencia del doctor Eduardo Zuleta Ángel, en Bogotá, el 12 de abril de 1957.
Oigamos a Alberto Lleras: “…Por eso hoy, cuando todos ustedes esperan ansiosos oír la voz de quien es desde el 8 de abril el jefe consagrado para el honor y resuelto al sacrificio, yo sólo tengo que decir que mi partido deposita su fe en Guillermo León Valencia, como lo hizo en 1917, en su padre….. Aquí está con nosotros, y para nosotros, un ciudadano que lleva más de veinte años de vida pública, que ha tenido en sus manos más poder o influencia que la mayor parte de nosotros, y que sin embargo, está más pobre hoy que lo que fue el primer día de su advenimiento a la acción política…. Pero, además, la vida de Guillermo León Valencia es de una transparencia absoluta, y su rectitud no tiene sombras. Es, por otra parte, un ejemplo de lo que debe ser un político colombiano, respetuoso de todas las leyes e instituciones creadas en más de un siglo de esfuerzos por la inteligencia de nuestros grandes compatriotas….. El liberalismo le ofrece una cooperación sin otro límite que el fiel cumplimiento de la palabra que ha empeñado en ese documento histórico del 20 de marzo……” Hasta aquí las palabras de Alberto Lleras.
¿Habría germinado la semilla de la concordia nacional si los dos caudillos del entendimiento bipartidista, Lleras Camargo y Valencia se enfrentaban como gladiadores llamados a partir el sol en la arena democrática?
¿Esa lucha épica de titanes que enfrentaba nuevamente a los partidos por el poder no habría enardecido los ánimos populares y fracturado la plataforma del Frente Nacional fundada sobre el honor de los partidos comprometido en la firma de los grandes acuerdos nacionales suscritos en el año de 1957?
Si Valencia hubiese actuado de manera diferente, podríamos preguntar: ¿la joven y bella cabeza coronada con el laurel de la paz que representaba el Frente Nacional podría haber sido cercenada por un doble mandoble de sectarismo y retaliación?
Con su histórica decisión de retirar su candidatura presidencial en el año 1958, Valencia aseguró la concordia y la paz de la nación. Fue un instante estelar de su existencia y un momento único de la democracia por su imponente sencillez.
Ni la ingratitud, ni la tergiversación, ni el tiempo, podrán borrar de los anales de la historia ésta gloriosa gesta de Valencia mientras en Colombia aliente la moral y la verdad presida la marcha de nuestra democracia.
Hago estos comentarios obligado por la densa tiniebla con que se ha pretendido ocultar y desfigurar la verdad y crear un ambiente turbio, como si se tratase de un mezquino propósito deliberado y falaz, para opacar el brillo, el carácter y el valor de las trascendentales decisiones políticas de Valencia, recio y noble caudillo, quien conquistó el corazón del pueblo en aquellas luchas más con el espíritu de generosidad de sus decisiones políticas en horas críticas que con sus propias acciones heroicas.
Por todo ello, aunque los círculos del resentimiento y la envidia, quisieron borrar su nombre de las páginas del futuro, cuatro años después, en el año de 1962, el conservatismo y el liberalismo se reencontraron en estrecho abrazo de reconciliación alrededor del nombre de Valencia, quien, otra vez y por segunda ocasión, es proclamado como candidato nacional de los dos partidos para el periodo 1962-1966, cuando fue elegido Presidente de Colombia, con 1.636.081 votos, es decir, con el 62% de la votación. Los candidatos opuestos a Valencia tuvieron la siguiente votación: Jorge Leiva: 308.992 votos; General Gustavo Rojas Pinilla: 54.557 votos; Alfonso López Michelsen: (candidato inconstitucional): 624.863 votos.
Como Presidente de Colombia, cumplió con regidez “milimétrica” la letra y el espíritu de la Constitución, que consagraba los gobiernos ejercidos conjuntamente por los partidos, en forma paritaria y un programa común. Valencia, el día de su posesión, conmocionó el escenario político de la nación y produjo un hecho fundamental en la historia del Frente Nacional: nombró su gabinete ministerial dando representación a los dos partidos históricos, pero respetando las realidades internas de cada una de las colectividades. Valencia congregó en su gobierno al liberalismo oficialista, dirigido por Carlos Lleras Restrepo, y también, al Movimiento Revolucionario Liberal -MRL– orientado por Alfonso López Michelsen, representado en el gabinete por el Senador Juan José Turbay, figura cimera de ése grupo. es decir, a todo el partido liberal. Y con relación al conservatismo, Valencia dejó atónito al país, cuando nombró -en pié de igualdad– ministros de las dos vertientes de la época: el laureanismo y el unionismo. Este gesto de Valencia, no estaba en los cálculos ni en las conjeturas de los más avezados y conspicuos arúspices políticos. La dos implacables batallas libradas contra las candidaturas de Valencia en 1958 y luego, en 1962, ponían totalmente fuera de contexto -era un imposible- cualquier posibilidad de aproximación. Pero Valencia, como siempre, supo ser fiel a su inquebrantable espíritu de conciliación patriótica e inspirado por su lealtad y por su amor al conservatismo, ése día, en su posesión como Presidente de Colombia, el 7 de agosto de 1962, selló la unión conservadora, que posteriormente fue protocolizada y suscrita en el propio Palacio Presidencial, cuando todos los congresistas del partido, encabezados por los Jefes máximos, pusieron en las manos de Valencia un pergamino que expresaba la “gratitud incancelable “ del partido conservador colombiano al Presidente Guillermo León Valencia, por haber facilitado e impulsado la unión conservadora. Este documento histórico fue suscrito por los congresistas y el nuevo Directorio Nacional de Unión Conservadora, presidido por Mariano Ospina Pérez y Alvaro Gómez Hurtado.
Valencia, al proceder como lo hizo, revocó los antecedentes que apretaban y asfixiaban, como una tenaza, los alcances políticos de integración que consagraba el Frente Nacional, y en cambio de éstas herramientas que se oxidan y corroen , extendió sus brazos en noble y patriótico gesto de reconciliación conservadora y nacional. Fue el esplendor del Frente Nacional. Con la nación así unificada llevó a cabo una eficaz tarea de pacificación que sometió a los violentos homicidas que cruelmente cobraban una dolorosa cuota de sangre inocente al pueblo colombiano. La nación agradecida le ofreció entonces gajos de laurel cuando lo apellidaron: Presidente de la paz.
En el área social, Valencia realizó su gestión consagrada a atender las demandas populares y destinada a mejorar la vida de los sectores más pobres de la comunidad. La eliminación de la cuota inicial de las casas de habitación para la población de escasos recursos, que facilitaba su adquisición por el pueblo. La destinación del 20% del presupuesto nacional a la educación pública, como factor de redistribución de la riqueza y elemento de igualdad de oportunidades para toda la comunidad; fue la más amplia inversión en educación en la historia. La creación de la Junta Monetaria, que atribuyó a esta nueva entidad el manejo de la política monetaria que propició un desarrollo económico con mayor equidad en la reglas de juego. La garantía de un ambiente de plenas libertades para la expresión de las opiniones de los diversos grupos sociales, así como también para adelantar los debates libres de fraudes y de violencia tal y como se llevaron acabo las elecciones para Congreso y Presidente de la República en el año de 1.966. Respeto por las creencias religiosas y positiva armonía con las Jerarquías y la Iglesia Católica. Apoyo a la iniciativa privada en el proceso económico con la necesaria intervención del estado como poder regulador. Mensaje constante para estimular el entendimiento y la concordia entre los grupos sociales como el mejor medio para mantener la paz alcanzada. Decisión permanente para convertir el Estado en instrumento creador de un orden moral en el manejo del tesoro público. Prédica continua a favor del entendimiento con el Partido Liberal y las demás fuerzas políticas de la nación para asegurar el porvenir de la República. Probidad sin mancha del primer mandatario de la nación, porque Valencia actuó siempre sobre la base de su absoluta honradez personal e inmaculada conducta en la dirección de los destinos nacionales. Con su Ministro de Salud Pública, doctor José Félix Patiño, ordenó un beneficio inmenso para los pobres: las drogas genéricas, que pusieron al alcance del pueblo los remedios esenciales para el cuidado de su salud con una rebaja de más del 60% del precio. Y de igual manera procedió en todos los temas de interés para los vastos sectores de población más necesitada y marginada. Valencia luchó para mejorar la calidad de la vida de los grupos sociales populares. Honra a Valencia, que las dos grandes Centrales Obreras de Colombia, entonces, cuando fue Presidente: la UTC y la CTC, manifestaran, públicamente, que en la historia de las luchas sindicales en el país, las más grandes conquistas y avances para los trabajadores colombianos se habían logrado con el apoyo del gobierno de Valencia. Ahí están los dos discursos pronunciados por Tulio Cuevas y José Raquel Mercado, donde queda estampado éste testimonio de los más grandes líderes sindicales de Colombia. Tulio Cuevas, prestigioso líder popular, que dejó honda huella en el corazón de los trabajadores como conductor responsable, inteligente y eficaz de los trabajadores. Y José Raquel Mercado, vigoroso personero del pueblo y de la justicia social – injusta y cruelmente sacrificado por los violentos homicidas -- dedicó su vida a servir la causa de los trabajadores y fue un personero leal de las causas populares.
El homenaje del Gobierno Nacional con la edición de la estampilla de Valencia, es uno de aquellos eventos que se originan en el corazón mismo de la Patria, porque éste sello conmemorativo, por su origen altísimo, encarnado en el Señor Presidente de la República, Alvaro Uribe Vélez y en su Ministra, María del Rosario Guerra de la Espriella, nos ha hecho sentir las pulsaciones robustas del corazón de Colombia, que hoy recuerda con generosidad y reconocimiento a uno de sus grandes conductores, Guillermo León Valencia, que amó y sirvió a todo el pueblo colombiano en una lucha sin tregua durante toda su existencia.
La conmemoración centenaria del nacimiento de Valencia, recuerda un hecho natural que emana de la Divina Providencia, quien además de crearle su vida, infundió en su alma un don maravilloso que le permitió vivir y navegar en los espacios ilimitados de un grandioso ensueño de idealidad.
Dijérase que aquella alma inmensa que le dio el Creador, mostraba a Valencia como un inactual, la figura antitécnica de los tiempos que corren, cuando sólo cuentan la utilidad y la ventaja,
En un país como el nuestro de permanentes ensayos y de perpetuas mudanzas, ésta estampilla le recuerda a Colombia que Guillermo León Valencia, encarnó la fortaleza inflexible en la dirección política de Colombia, fortaleza que emanaba de la sólida unidad moral que presidió su larga vida pública.
Nadie se le anteponía en probidad pública y privada, serenidad de espíritu y amor la Patria, en imparcialidad y en justicia. La fortaleza en las luchas por sus ideales y el decoro fueron a manera de vestiduras suyas.
Esta generosa iniciativa ostenta todos los atributos de un homenaje enaltecedor a la memoria de Valencia. Quiero expresar, en nombre de los hijos y de la familia del Ex presidente Valencia, el mas emocionado testimonio de gratitud al señor Presidente de la República, a la Ministra de Comunicaciones y al Presidente de los Servicios Postales Nacionales y a todo el personal directivo, por el sumo valor que su decisión de emitir la estampilla le imprime a esta conmemoración centenaria del natalicio de Valencia. Y también queremos manifestar que nos emociona atestiguar que éste sello queda adherido en las páginas de la historia de Colombia y que además, muestra y nos trae, con la efigie de un colombiano glorioso, los ecos del himno de la vida de Valencia: colombiano, cristiano, conservador, amigo leal, personero de la concordia, orador, artífice de la paz, jefe, diplomático, esposo y padre amantísimo, candidato nacional y Presidente de Colombia.
Valencia deja ancha y honda huella como un demócrata integral y auténtico que jamás toleró que la violencia fuera una plataforma legítima para un partido o una carrera política.
El 4 de noviembre de 1971, de manera repentina, se produjo el fallecimiento del Ex presidente Valencia en la ciudad de New York. La triste noticia conmovió y enlutó a la nación colombiana y el gobierno nacional con el doctor Misael Pastrana Borrero, como Presidente de la República, presidió todos los solemnes actos que tuvieron lugar con tan dolorosa ocasión.
Los restos mortales de Colombia retornaron a Colombia en el avión presidencial y permanecieron en cámara ardiente en el recinto del Congreso de la República. Al día siguiente se realizaron los oficios fúnebres en la Catedral Primada de Colombia, y el Presidente Pastrana Borrero, llevó la palabra a nombre del pueblo colombiano en el atrio de la Catedral de Bogotá. El Presidente Pastrana Borrero pronunció una oración brillante y elocuente, exaltó la limpia trayectoria democrática de Valencia y dejó su testimonio insuperable y autorizado, exaltando la trayectoria política de Valencia; su sólido prestigio popular; la extraordinaria confianza que en él depositaron constantemente las dos grandes colectividades históricas en tantas y graves circunstancias políticas y la transparencia y honradez que sellaban todos sus compromisos con la Patria. Los restos mortales de Valencia colocados sobre una cureña, recorrieron las calles de Bogotá en medio de una conmovedora despedida del pueblo con pañuelos blancos e inolvidables manifestaciones de afecto y gratitud.
En Popayán, también se expresó el duelo colectivo con la presencia multitudinaria del pueblo caucano, tanto en las honras fúnebres oficiadas por el señor Arzobispo de Popayán, Miguel Ángel Arce Vivas, como en el sepelio que tuvo lugar en la Casa Valencia. El entierro de Valencia fue un homenaje de reconocimiento y consagración a la grandeza y probidad de su vida dedicada con desinterés y patriotismo al servicio de Colombia. El presidente Pastrana Borrero presidió los actos y en el patio de la Casa Valencia, llevaron la palabra los más eminentes voceros de los dos partidos políticos y de la nación colombiana, quienes en memorables panegíricos, cantaron a Valencia himnos para su gloria.
Los prestigiosos, respetados y acatados conductores de la nación que con su palabra iluminada dejaron plasmada la trascendencia histórica de Guillermo León Valencia fueron: Raimundo Emiliani Román, Enrique Pardo Parra, Mario Laserna Pinzón, Alvaro Gómez Hurtado, Germán Zea Hernándes, en representaciónde la Dirección Liberal Nacional y Belisario Betancur.
Que la brillante, larga e inmaculada trayectoria de Valencia al servicio de Colombia, siga simbolizando un noble ejemplo de conciliación patriótica y de concordia política, para que la libertad, la democracia, el progreso, la justicia social, el decoro y la paz continúen alcanzando una intensa plenitud gloriosa que fue el legado de su carrera pública a las futuras generaciones republicanas.
IGNACIO VALENCIA LÓPEZ
Bogotá, 10 de mayo de 2009
El señor Presidente de la República, doctor Alvaro Uribe Vélez, la Ministra de Comunicaciones, doctora María del Rosario Guerra de La Espriella, el Presidente de los Servicios Postales Nacionales, doctor Juan Ernesto Vargas Uribe, con la honrosa decisión de editar una estampilla conmemorativa con la efigie de Guillermo León Valencia, han querido honrar la memoria del Ex presidente de Colombia, con ocasión de la primera conmemoración centenaria de su natalicio. Y cuando se evoca el nombre de Valencia, al propio tiempo, se exalta y enaltece, en grado sumo, a quien fue todo abnegación, sacrificio, valor, lealtad y honradez, y pone de presente la ejemplarizante parábola vital de Valencia y su inquebrantable compromiso de servicio al pueblo colombiano sin distingos de raza, clase o credo.
La personalidad de Valencia tiene su raíz en la severa disciplina y la probidad diamantina que le inculcó su padre, el Maestro Guillermo Valencia. Aquel hogar cristiano y sencillo, conformado por el Maestro Valencia y su esposa Josefina Muñoz, le enseñó a vivir dentro de un severo marco de valores morales, en un ambiente de virtudes, trabajo exigente y alegrías, de afecto y honor, que en su casa abundaban en permanente florescencia. Valencia lee, estudia y aprende, movido por un espíritu inquieto con ansias de saber. Perora en las plazas públicas, escribe en su periódico de provincia, “Claridad”, propone, debate, incrimina y señala objetivos y propósitos al servicio de Colombia. Esta etapa se releva cuando el jefe del conservatismo, doctor Laureano Gómez, lo postula como Diputado a la Asamblea de Cundinamarca por la provincia del Guavio y es elegido. Esta tribuna le permite congregar y recoger muchos partidarios y amigos; muéstrese elocuente y brillante; se apercibe en la Asamblea de Cundinamarca al gran parlamentario que colmaría etapas muy gloriosas en el acontecer nacional y en las fuertes batallas de oposición en que se encontraba comprometida su colectividad conservadora.
El pueblo lo elige Senador de la República por el Departamento del Cauca. Aquí, en éste recinto del Senado, conoció el complicado laberinto de la impredecible acción política y la complejidad de la tarea parlamentaria; comprende y asimila la inmensa tarea que las dos grandes fuerzas políticas de la nación- el conservatismo y el liberalismo- han llevado a cabo para que, paso a paso, fluyera una síntesis fecunda de armonía como resultado final del esfuerzo de las dos colectividades para plasmar y dirigir el destino común de nuestra Patria.
Conquista luego las más altas dignidades en la dirección política de su partido y con sus brillantes colegas del Directorio Nacional Conservador, estudia y propone fórmulas de solución para enfrentar los grandes problemas de la sociedad y del Estado: las aspiraciones de las regiones, el estímulo del empleo y la relación entre sus dos grandes componentes: el capital y el trabajo, la protección del medio físico. En fin, aboga por unas fórmulas de conciliación ajenas al predominio grupista y sectario que divide, debilita y finalmente destruye los caminos del progreso y de la confraternidad entre los grupos sociales.
Valencia se movía en la política nacional conforme a este pensamiento y supo ser coherente entre el discurso y su acción real. Por estas razones, ocupó puesto de dirección, mando y prestigio en la vanguardia combatiente del conservatismo y, al propio tiempo, se ganó y mereció el mas cálido respeto del adversario político, pues el liberalismo colombiano siempre reconoció en Valencia, con especial e histórico gesto, su probidad diamantina y su trayectoria democrática totalmente ajena al sectarismo, a los odios excluyentes y estériles y a la violencia. Dedicó su vida a la consolidación de la democracia, la defensa de la libertad y promovió siempre los acuerdos patrióticos entre los partidos y los grupos sociales. De allí, su resolución de ir hasta el sacrificio en la hazañosa empresa de restauración de la libertad y de las instituciones republicanas en el año de 1957.
Su figura fue el símbolo del pueblo colombiano en la gran batalla por la restauración de la libertad, el imperio de la democracia y la vigencia de las instituciones republicanas. Su compromiso con los ideales de concordia y reconstrucción de la democracia hicieron de él uno de los creadores del Frente Nacional, que ha sido la más grande rectificación histórica del rumbo de la nación. Colombia se decidió por una política de entendimiento, conciliación y gobierno conjunto de los partidos históricos. Como candidato nacional a la Presidencia, para el período 1.958-1.962, se comprometió en una lucha sin cuartel que culminó el 10 de mayo de 1.957 con el derrocamiento de la dictadura. Servidor devoto de la democracia, se desempeño como diputado a la Asamblea de Cundinamarca; Senador de la República, por el Departamento del Cauca; Presidente del Directorio Nacional Conservador en la campaña por la reconquista del poder que culminó con la elección de Mariano Ospina Pérez como Presidente de la República; Constituyente en la Asamblea Nacional convocada en el gobierno del doctor Laureano Gómez; Senador de la República por el Departamento de Antioquia; Embajador ante las Naciones Unidas; Embajador de Colombia en España en dos oportunidades; diversos gobiernos le ofrecieron varios Ministerios, que no aceptó; Candidato Nacional a la Presidencia de la República en dos ocasiones y Presidente de la República.
Ni amenazas ni prisiones doblegaron su heroica voluntad de lucha como candidato presidencial del Frente Nacional para el período 1958–1962, al frente de una política de conciliación nacional pactada por el conservatismo y el liberalismo contra el imperio del gobierno de círculo, excluyente y despótico.
Valencia como candidato del Frente Nacional pronuncia la arenga y da la batalla y en ésa lucha, el choque de las espadas le dio temple de acero a su pensar. Y su compromiso de honor con la Patria alcanzó una fecunda expansión radioactiva que encendió un fuego primordial que iluminaba su verbo poderoso y que prendió la voluntad de rebeldía y lucha del pueblo colombiano. La juventud universitaria derramó generosamente la sangre preciosa de sus mártires y los gremios, el pueblo, la nación entera, se movilizaron en masa detrás del carácter y el valor que simbolizó la heróica y decisoria acción de Valencia en aquellas horas aciagas. Esta batalla restauró la libertad. No se disparó ni un solo tiro. Así nació la segunda República el 10 de mayo de 1957.
La historia recogerá en toda su grandeza la hazañosa empresa llevada a cabo por los dos partidos históricos. Colombia rechazó los trágicos errores del pasado. Pero quiso el destino que así como la acción temeraria de Valencia al frente del pueblo se transformase en aquel movimiento victorioso del 10 de mayo de 1957, al propio tiempo, su esfuerzo y su heroísmo rindieran solamente frutos de ingratitud para el candidato nacional, cuando fue sustituido faltando pocos días para las elecciones presidenciales. El león cayó herido. Y fue entonces cuando Valencia aquilató su condición de caudillo noble, de convicciones irreductibles en torno al ideal de concordia nacional. Valencia transformó el sacrificio de su propia candidatura presidencial en un nuevo y decisivo signo de reconciliación nacional al anunciar y luego votar, estampando su firma en la papeleta, por su ilustre compañero de luchas, el doctor Alberto Lleras Camargo, jefe del partido liberal.
Se debe meditar con serena objetividad sobre ésta histórica decisión política. Valencia pudo mantener su propia candidatura presidencial para el período 1958-1962, que fue solemnemente proclamada por los dos partidos en instantes cruciales de la vida colombiana. Valencia ostentaba un título indiscutible como candidato nacional a la Presidencia de la República. Y participar en el debate presidencial del año 1958, era una decisión que dependía de su propia voluntad. ¿Acaso nos hemos detenido alguna vez a pensar acerca de la manera como se habría desarrollado un debate que hubiese enfrentado a Alberto Lleras Camargo, candidato presidencial y jefe único del partido liberal con la candidatura de Valencia, reconocido jefe conservador, quien a su vez y previamente, había sido proclamado como candidato del Frente Nacional por Lleras Camargo a nombre del liberalismo y también, por el Directorio Nacional Conservador?
El Frente Nacional propugnaba por un gobierno bipartidista, paritario y con programa común –como fórmula patriótica de eliminar el sectarismo, la violencia y los enfrentamientos, en las luchas por el poder- ¿,esta confrontación de los partidos enfrentados en la elección presidencial, no significaba un derrumbe del ideal de concordia y al propio tiempo, iniciaba, otra vez, al combate político entre los partidos ?
Nada más honroso para la memoria de Valencia, que recordar apartes del histórico discurso pronunciado por Alberto Lleras Camargo, en la proclamación de Valencia, que tuvo lugar en la residencia del doctor Eduardo Zuleta Ángel, en Bogotá, el 12 de abril de 1957.
Oigamos a Alberto Lleras: “…Por eso hoy, cuando todos ustedes esperan ansiosos oír la voz de quien es desde el 8 de abril el jefe consagrado para el honor y resuelto al sacrificio, yo sólo tengo que decir que mi partido deposita su fe en Guillermo León Valencia, como lo hizo en 1917, en su padre….. Aquí está con nosotros, y para nosotros, un ciudadano que lleva más de veinte años de vida pública, que ha tenido en sus manos más poder o influencia que la mayor parte de nosotros, y que sin embargo, está más pobre hoy que lo que fue el primer día de su advenimiento a la acción política…. Pero, además, la vida de Guillermo León Valencia es de una transparencia absoluta, y su rectitud no tiene sombras. Es, por otra parte, un ejemplo de lo que debe ser un político colombiano, respetuoso de todas las leyes e instituciones creadas en más de un siglo de esfuerzos por la inteligencia de nuestros grandes compatriotas….. El liberalismo le ofrece una cooperación sin otro límite que el fiel cumplimiento de la palabra que ha empeñado en ese documento histórico del 20 de marzo……” Hasta aquí las palabras de Alberto Lleras.
¿Habría germinado la semilla de la concordia nacional si los dos caudillos del entendimiento bipartidista, Lleras Camargo y Valencia se enfrentaban como gladiadores llamados a partir el sol en la arena democrática?
¿Esa lucha épica de titanes que enfrentaba nuevamente a los partidos por el poder no habría enardecido los ánimos populares y fracturado la plataforma del Frente Nacional fundada sobre el honor de los partidos comprometido en la firma de los grandes acuerdos nacionales suscritos en el año de 1957?
Si Valencia hubiese actuado de manera diferente, podríamos preguntar: ¿la joven y bella cabeza coronada con el laurel de la paz que representaba el Frente Nacional podría haber sido cercenada por un doble mandoble de sectarismo y retaliación?
Con su histórica decisión de retirar su candidatura presidencial en el año 1958, Valencia aseguró la concordia y la paz de la nación. Fue un instante estelar de su existencia y un momento único de la democracia por su imponente sencillez.
Ni la ingratitud, ni la tergiversación, ni el tiempo, podrán borrar de los anales de la historia ésta gloriosa gesta de Valencia mientras en Colombia aliente la moral y la verdad presida la marcha de nuestra democracia.
Hago estos comentarios obligado por la densa tiniebla con que se ha pretendido ocultar y desfigurar la verdad y crear un ambiente turbio, como si se tratase de un mezquino propósito deliberado y falaz, para opacar el brillo, el carácter y el valor de las trascendentales decisiones políticas de Valencia, recio y noble caudillo, quien conquistó el corazón del pueblo en aquellas luchas más con el espíritu de generosidad de sus decisiones políticas en horas críticas que con sus propias acciones heroicas.
Por todo ello, aunque los círculos del resentimiento y la envidia, quisieron borrar su nombre de las páginas del futuro, cuatro años después, en el año de 1962, el conservatismo y el liberalismo se reencontraron en estrecho abrazo de reconciliación alrededor del nombre de Valencia, quien, otra vez y por segunda ocasión, es proclamado como candidato nacional de los dos partidos para el periodo 1962-1966, cuando fue elegido Presidente de Colombia, con 1.636.081 votos, es decir, con el 62% de la votación. Los candidatos opuestos a Valencia tuvieron la siguiente votación: Jorge Leiva: 308.992 votos; General Gustavo Rojas Pinilla: 54.557 votos; Alfonso López Michelsen: (candidato inconstitucional): 624.863 votos.
Como Presidente de Colombia, cumplió con regidez “milimétrica” la letra y el espíritu de la Constitución, que consagraba los gobiernos ejercidos conjuntamente por los partidos, en forma paritaria y un programa común. Valencia, el día de su posesión, conmocionó el escenario político de la nación y produjo un hecho fundamental en la historia del Frente Nacional: nombró su gabinete ministerial dando representación a los dos partidos históricos, pero respetando las realidades internas de cada una de las colectividades. Valencia congregó en su gobierno al liberalismo oficialista, dirigido por Carlos Lleras Restrepo, y también, al Movimiento Revolucionario Liberal -MRL– orientado por Alfonso López Michelsen, representado en el gabinete por el Senador Juan José Turbay, figura cimera de ése grupo. es decir, a todo el partido liberal. Y con relación al conservatismo, Valencia dejó atónito al país, cuando nombró -en pié de igualdad– ministros de las dos vertientes de la época: el laureanismo y el unionismo. Este gesto de Valencia, no estaba en los cálculos ni en las conjeturas de los más avezados y conspicuos arúspices políticos. La dos implacables batallas libradas contra las candidaturas de Valencia en 1958 y luego, en 1962, ponían totalmente fuera de contexto -era un imposible- cualquier posibilidad de aproximación. Pero Valencia, como siempre, supo ser fiel a su inquebrantable espíritu de conciliación patriótica e inspirado por su lealtad y por su amor al conservatismo, ése día, en su posesión como Presidente de Colombia, el 7 de agosto de 1962, selló la unión conservadora, que posteriormente fue protocolizada y suscrita en el propio Palacio Presidencial, cuando todos los congresistas del partido, encabezados por los Jefes máximos, pusieron en las manos de Valencia un pergamino que expresaba la “gratitud incancelable “ del partido conservador colombiano al Presidente Guillermo León Valencia, por haber facilitado e impulsado la unión conservadora. Este documento histórico fue suscrito por los congresistas y el nuevo Directorio Nacional de Unión Conservadora, presidido por Mariano Ospina Pérez y Alvaro Gómez Hurtado.
Valencia, al proceder como lo hizo, revocó los antecedentes que apretaban y asfixiaban, como una tenaza, los alcances políticos de integración que consagraba el Frente Nacional, y en cambio de éstas herramientas que se oxidan y corroen , extendió sus brazos en noble y patriótico gesto de reconciliación conservadora y nacional. Fue el esplendor del Frente Nacional. Con la nación así unificada llevó a cabo una eficaz tarea de pacificación que sometió a los violentos homicidas que cruelmente cobraban una dolorosa cuota de sangre inocente al pueblo colombiano. La nación agradecida le ofreció entonces gajos de laurel cuando lo apellidaron: Presidente de la paz.
En el área social, Valencia realizó su gestión consagrada a atender las demandas populares y destinada a mejorar la vida de los sectores más pobres de la comunidad. La eliminación de la cuota inicial de las casas de habitación para la población de escasos recursos, que facilitaba su adquisición por el pueblo. La destinación del 20% del presupuesto nacional a la educación pública, como factor de redistribución de la riqueza y elemento de igualdad de oportunidades para toda la comunidad; fue la más amplia inversión en educación en la historia. La creación de la Junta Monetaria, que atribuyó a esta nueva entidad el manejo de la política monetaria que propició un desarrollo económico con mayor equidad en la reglas de juego. La garantía de un ambiente de plenas libertades para la expresión de las opiniones de los diversos grupos sociales, así como también para adelantar los debates libres de fraudes y de violencia tal y como se llevaron acabo las elecciones para Congreso y Presidente de la República en el año de 1.966. Respeto por las creencias religiosas y positiva armonía con las Jerarquías y la Iglesia Católica. Apoyo a la iniciativa privada en el proceso económico con la necesaria intervención del estado como poder regulador. Mensaje constante para estimular el entendimiento y la concordia entre los grupos sociales como el mejor medio para mantener la paz alcanzada. Decisión permanente para convertir el Estado en instrumento creador de un orden moral en el manejo del tesoro público. Prédica continua a favor del entendimiento con el Partido Liberal y las demás fuerzas políticas de la nación para asegurar el porvenir de la República. Probidad sin mancha del primer mandatario de la nación, porque Valencia actuó siempre sobre la base de su absoluta honradez personal e inmaculada conducta en la dirección de los destinos nacionales. Con su Ministro de Salud Pública, doctor José Félix Patiño, ordenó un beneficio inmenso para los pobres: las drogas genéricas, que pusieron al alcance del pueblo los remedios esenciales para el cuidado de su salud con una rebaja de más del 60% del precio. Y de igual manera procedió en todos los temas de interés para los vastos sectores de población más necesitada y marginada. Valencia luchó para mejorar la calidad de la vida de los grupos sociales populares. Honra a Valencia, que las dos grandes Centrales Obreras de Colombia, entonces, cuando fue Presidente: la UTC y la CTC, manifestaran, públicamente, que en la historia de las luchas sindicales en el país, las más grandes conquistas y avances para los trabajadores colombianos se habían logrado con el apoyo del gobierno de Valencia. Ahí están los dos discursos pronunciados por Tulio Cuevas y José Raquel Mercado, donde queda estampado éste testimonio de los más grandes líderes sindicales de Colombia. Tulio Cuevas, prestigioso líder popular, que dejó honda huella en el corazón de los trabajadores como conductor responsable, inteligente y eficaz de los trabajadores. Y José Raquel Mercado, vigoroso personero del pueblo y de la justicia social – injusta y cruelmente sacrificado por los violentos homicidas -- dedicó su vida a servir la causa de los trabajadores y fue un personero leal de las causas populares.
El homenaje del Gobierno Nacional con la edición de la estampilla de Valencia, es uno de aquellos eventos que se originan en el corazón mismo de la Patria, porque éste sello conmemorativo, por su origen altísimo, encarnado en el Señor Presidente de la República, Alvaro Uribe Vélez y en su Ministra, María del Rosario Guerra de la Espriella, nos ha hecho sentir las pulsaciones robustas del corazón de Colombia, que hoy recuerda con generosidad y reconocimiento a uno de sus grandes conductores, Guillermo León Valencia, que amó y sirvió a todo el pueblo colombiano en una lucha sin tregua durante toda su existencia.
La conmemoración centenaria del nacimiento de Valencia, recuerda un hecho natural que emana de la Divina Providencia, quien además de crearle su vida, infundió en su alma un don maravilloso que le permitió vivir y navegar en los espacios ilimitados de un grandioso ensueño de idealidad.
Dijérase que aquella alma inmensa que le dio el Creador, mostraba a Valencia como un inactual, la figura antitécnica de los tiempos que corren, cuando sólo cuentan la utilidad y la ventaja,
En un país como el nuestro de permanentes ensayos y de perpetuas mudanzas, ésta estampilla le recuerda a Colombia que Guillermo León Valencia, encarnó la fortaleza inflexible en la dirección política de Colombia, fortaleza que emanaba de la sólida unidad moral que presidió su larga vida pública.
Nadie se le anteponía en probidad pública y privada, serenidad de espíritu y amor la Patria, en imparcialidad y en justicia. La fortaleza en las luchas por sus ideales y el decoro fueron a manera de vestiduras suyas.
Esta generosa iniciativa ostenta todos los atributos de un homenaje enaltecedor a la memoria de Valencia. Quiero expresar, en nombre de los hijos y de la familia del Ex presidente Valencia, el mas emocionado testimonio de gratitud al señor Presidente de la República, a la Ministra de Comunicaciones y al Presidente de los Servicios Postales Nacionales y a todo el personal directivo, por el sumo valor que su decisión de emitir la estampilla le imprime a esta conmemoración centenaria del natalicio de Valencia. Y también queremos manifestar que nos emociona atestiguar que éste sello queda adherido en las páginas de la historia de Colombia y que además, muestra y nos trae, con la efigie de un colombiano glorioso, los ecos del himno de la vida de Valencia: colombiano, cristiano, conservador, amigo leal, personero de la concordia, orador, artífice de la paz, jefe, diplomático, esposo y padre amantísimo, candidato nacional y Presidente de Colombia.
Valencia deja ancha y honda huella como un demócrata integral y auténtico que jamás toleró que la violencia fuera una plataforma legítima para un partido o una carrera política.
El 4 de noviembre de 1971, de manera repentina, se produjo el fallecimiento del Ex presidente Valencia en la ciudad de New York. La triste noticia conmovió y enlutó a la nación colombiana y el gobierno nacional con el doctor Misael Pastrana Borrero, como Presidente de la República, presidió todos los solemnes actos que tuvieron lugar con tan dolorosa ocasión.
Los restos mortales de Colombia retornaron a Colombia en el avión presidencial y permanecieron en cámara ardiente en el recinto del Congreso de la República. Al día siguiente se realizaron los oficios fúnebres en la Catedral Primada de Colombia, y el Presidente Pastrana Borrero, llevó la palabra a nombre del pueblo colombiano en el atrio de la Catedral de Bogotá. El Presidente Pastrana Borrero pronunció una oración brillante y elocuente, exaltó la limpia trayectoria democrática de Valencia y dejó su testimonio insuperable y autorizado, exaltando la trayectoria política de Valencia; su sólido prestigio popular; la extraordinaria confianza que en él depositaron constantemente las dos grandes colectividades históricas en tantas y graves circunstancias políticas y la transparencia y honradez que sellaban todos sus compromisos con la Patria. Los restos mortales de Valencia colocados sobre una cureña, recorrieron las calles de Bogotá en medio de una conmovedora despedida del pueblo con pañuelos blancos e inolvidables manifestaciones de afecto y gratitud.
En Popayán, también se expresó el duelo colectivo con la presencia multitudinaria del pueblo caucano, tanto en las honras fúnebres oficiadas por el señor Arzobispo de Popayán, Miguel Ángel Arce Vivas, como en el sepelio que tuvo lugar en la Casa Valencia. El entierro de Valencia fue un homenaje de reconocimiento y consagración a la grandeza y probidad de su vida dedicada con desinterés y patriotismo al servicio de Colombia. El presidente Pastrana Borrero presidió los actos y en el patio de la Casa Valencia, llevaron la palabra los más eminentes voceros de los dos partidos políticos y de la nación colombiana, quienes en memorables panegíricos, cantaron a Valencia himnos para su gloria.
Los prestigiosos, respetados y acatados conductores de la nación que con su palabra iluminada dejaron plasmada la trascendencia histórica de Guillermo León Valencia fueron: Raimundo Emiliani Román, Enrique Pardo Parra, Mario Laserna Pinzón, Alvaro Gómez Hurtado, Germán Zea Hernándes, en representaciónde la Dirección Liberal Nacional y Belisario Betancur.
Que la brillante, larga e inmaculada trayectoria de Valencia al servicio de Colombia, siga simbolizando un noble ejemplo de conciliación patriótica y de concordia política, para que la libertad, la democracia, el progreso, la justicia social, el decoro y la paz continúen alcanzando una intensa plenitud gloriosa que fue el legado de su carrera pública a las futuras generaciones republicanas.
IGNACIO VALENCIA LÓPEZ
Bogotá, 10 de mayo de 2009
Discurso del Ministro del Interior y Justicia. Fabio Valencia Cossio
ASPECTOS PRINCIPALES DE LA VIDA Y OBRA
DEL EX–PRESIDENTE GUILLERMO LEON VALENCIA
Señoras y Señores:
Conmemoramos hoy, 27 de abril del año 2009, cien años del nacimiento del ilustre ex presidente de la República Guillermo León Valencia, razón por la cual el Gobierno Nacional conmemora y enaltece su memoria resaltandosu vida y obra como ejemplo para las generaciones actuales y futuras de la Patria.
El doctor Guillermo León Valencia fue presidente de la República de Colombia en el período 1962- 1966. Fue Concejal de Popayán y Diputado de la Asamblea del Cauca, Senador de la República y Embajador ante la Organización de las Naciones Unidas en la Asamblea General del año 1949. También ocupó el cargo de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario ante el Reino de España una vez terminó su mandato presidencial.
El doctor Valencia, fue un demócrata integral; combatió consu oratoria la dictadura del General Rojas Pinilla y fue gestor importante de los acuerdos políticos que acabarían con el mandato del General y darían luego origen al denominado Frente Nacional, pacto que permitió a Valencia llegar a la Presidencia de la República durante el periodo 1962 – 1966.
El Ex presidente Guillermo León Valencia se rodeó de los mejores hombres de cada partido y equilibradamente lideró un gobierno que logró importantes avances en la concordia política, en el entendimiento ciudadano y en el progreso nacional.
Su mandato tuvo tres pilares básicos: restablecimiento del orden público, apoyo a la educación nacional y responsable manejo de la economía. Con relación al restablecimiento del orden público, el gobierno Valencia logró importantes resultados y sus acciones cívico-militares permitieron recuperar regiones importantes para la Patria.Por esta razón fue llamado justamente EL PRESIDENTE DE LA PAZ.
También es destacable el decidido apoyo que este gobierno dio a la educación nacional. Durante el periodo presidencial 1962-1966 se crearon los Institutos Nacionales de Enseñanza Media –INEM- con el loable propósito de ampliar la cobertura escolar a nivel de bachillerato y permitir a través del mismo, que los estudiantes adquirieran una serie de destrezas complementarias que les facilitaran posteriormente su inserción en el campo laboral; asimismo, la creación de los
INEM estuvo acompañada de un significativo aumento en el presupuesto destinado a la educación de los colombianos, a tal punto, que el rubro educativo representó en este gobierno una quinta parte de todo el presupuesto nacional.
Igualmente importante fue el acertado manejo que durante este tiempo se le dio a las finanzas públicas y a la economía nacional en general. Para la época, se presentó una reducción importante en los precios internacionales del café, a la sazón el principal producto de exportación de Colombia, con lo cual las finanzas públicas y privadas derivadas del grano se vieron seriamente afectadas y las reservas internacionales del país quedaron peligrosamente debilitadas.
Para contrarrestar esta situación y tratar de preservar el orden económico en general, el Presidente Valencia y su equipo de gobierno lideraron desde el ejecutivo una serie de reformas y mecanismos de pesos y contrapesos económicos tendientes a preservar el poder adquisitivo del peso, garantizar el nivel de vida de los caficultores y procurar el normal flujo de los ingresos y egresos de la nación.
Fue así como bajo este gobierno se dio vida al impuesto a las ventas, se devaluó la moneda nacional y se acordaron mercados variables de divisas, según el origen y las
variaciones en la oferta y la demanda de las mismas. De igual manera, se creó la Junta Monetaria y se dio un notable impulso a las importaciones mediante la eliminación parcial del tradicional régimen de licencia previa.
Finalmente y como complemento del restablecimiento del orden público, el apoyo a la educación nacional y el responsable manejo de la economía, el gobierno conservador del Presidente Guillermo León Valencia creó los hoy prósperos departamentos de la Guajira y el Quindío, brindó un decidido apoyo a la electrificación del país y a las exploraciones y explotaciones de
hidrocarburos, construyó, a través del Instituto de Crédito Territorial –ICT-, más de 60.000 viviendas destinadas a las clases menos favorecidas, inauguró el complejo residencial Ciudad Kennedy y, queriendo ser recordado como el “Presidente de los Pobres”, estructuró y puso en marcha el mecanismo de los llamados “medicamentos genéricos” como estrategia de fabricación y comercialización que permitió abaratar de manera radical las medicinas más elementales requeridas por la población y que, por sus altos precios, eran poco menos que inalcanzables para las clases populares colombianas.
Esta es una breve visión del hombre al cual los colombianos le estamos rindiendo homenaje en el
centenario de su nacimiento.Digo que es una muy breve visión porque los actos oficiales
del gobierno, por solicitud expresa del presidente Uribe, los vamos a celebrar aproximadamente en un mes, no solamente en Boyacá y en Popayán, su bella ciudad que lo vio nacer, sino en todo el país.
Guillermo León Valencia, es para los colombianos algo así como ese presidente que encarnó al pueblo. Recuerdo, en mis primeros pinitos como político, ver esa figura de Guillermo León Valencia identificado plenamente con el pueblo colombiano.
De él me gustaba mucho cómo se parecía al pueblo en general, cómo quería representarlo. El no tenía ninguna pretensión. El lo que quería ser era el presidente de los pobres y el presidente de la paz y a fe que lo logró. Por eso lo quisimos y lo queremos tanto. Porque se parecía a nosotros, se parecía al pueblo común y corriente, porque a pesar de su estirpe y sus blasones familiares nunca los enarboló para su relación con el pueblo raso de Colombia. Guillermo León Valencia es, entonces, el símbolo del hombre bueno, del hombre honesto, del hombre transparente, del político intachable, del orador fulminante, de hombre creativo, del verbo encendido, de la chispa
inmediata, de la respuesta oportuna, pero siempre fue el hombre que encarnó a Colombia.
En nombre del Gobierno Nacional, con “profunda emoción patriótica” como era su usual expresión, palabra suya que el acuñó, la cual recordamos los colombianos, quiero sumarme en este acto al reconocimiento de tan ilustre compatriota.
Quiero decirles, finalmente, que esta tarde que voy a tener de nuevo el honor de asumir funciones presidenciales por el viaje de nuestro querido Presidente a cumplir con compromisos internacionales a España e Italia, me quedará siempre para mi memoria y mi hoja de vida, al haber coincidido con el natalicio de ese gran hombre a quien quise, a quien admiro y a quien quiero seguir.
Gracias.
DEL EX–PRESIDENTE GUILLERMO LEON VALENCIA
Señoras y Señores:
Conmemoramos hoy, 27 de abril del año 2009, cien años del nacimiento del ilustre ex presidente de la República Guillermo León Valencia, razón por la cual el Gobierno Nacional conmemora y enaltece su memoria resaltandosu vida y obra como ejemplo para las generaciones actuales y futuras de la Patria.
El doctor Guillermo León Valencia fue presidente de la República de Colombia en el período 1962- 1966. Fue Concejal de Popayán y Diputado de la Asamblea del Cauca, Senador de la República y Embajador ante la Organización de las Naciones Unidas en la Asamblea General del año 1949. También ocupó el cargo de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario ante el Reino de España una vez terminó su mandato presidencial.
El doctor Valencia, fue un demócrata integral; combatió consu oratoria la dictadura del General Rojas Pinilla y fue gestor importante de los acuerdos políticos que acabarían con el mandato del General y darían luego origen al denominado Frente Nacional, pacto que permitió a Valencia llegar a la Presidencia de la República durante el periodo 1962 – 1966.
El Ex presidente Guillermo León Valencia se rodeó de los mejores hombres de cada partido y equilibradamente lideró un gobierno que logró importantes avances en la concordia política, en el entendimiento ciudadano y en el progreso nacional.
Su mandato tuvo tres pilares básicos: restablecimiento del orden público, apoyo a la educación nacional y responsable manejo de la economía. Con relación al restablecimiento del orden público, el gobierno Valencia logró importantes resultados y sus acciones cívico-militares permitieron recuperar regiones importantes para la Patria.Por esta razón fue llamado justamente EL PRESIDENTE DE LA PAZ.
También es destacable el decidido apoyo que este gobierno dio a la educación nacional. Durante el periodo presidencial 1962-1966 se crearon los Institutos Nacionales de Enseñanza Media –INEM- con el loable propósito de ampliar la cobertura escolar a nivel de bachillerato y permitir a través del mismo, que los estudiantes adquirieran una serie de destrezas complementarias que les facilitaran posteriormente su inserción en el campo laboral; asimismo, la creación de los
INEM estuvo acompañada de un significativo aumento en el presupuesto destinado a la educación de los colombianos, a tal punto, que el rubro educativo representó en este gobierno una quinta parte de todo el presupuesto nacional.
Igualmente importante fue el acertado manejo que durante este tiempo se le dio a las finanzas públicas y a la economía nacional en general. Para la época, se presentó una reducción importante en los precios internacionales del café, a la sazón el principal producto de exportación de Colombia, con lo cual las finanzas públicas y privadas derivadas del grano se vieron seriamente afectadas y las reservas internacionales del país quedaron peligrosamente debilitadas.
Para contrarrestar esta situación y tratar de preservar el orden económico en general, el Presidente Valencia y su equipo de gobierno lideraron desde el ejecutivo una serie de reformas y mecanismos de pesos y contrapesos económicos tendientes a preservar el poder adquisitivo del peso, garantizar el nivel de vida de los caficultores y procurar el normal flujo de los ingresos y egresos de la nación.
Fue así como bajo este gobierno se dio vida al impuesto a las ventas, se devaluó la moneda nacional y se acordaron mercados variables de divisas, según el origen y las
variaciones en la oferta y la demanda de las mismas. De igual manera, se creó la Junta Monetaria y se dio un notable impulso a las importaciones mediante la eliminación parcial del tradicional régimen de licencia previa.
Finalmente y como complemento del restablecimiento del orden público, el apoyo a la educación nacional y el responsable manejo de la economía, el gobierno conservador del Presidente Guillermo León Valencia creó los hoy prósperos departamentos de la Guajira y el Quindío, brindó un decidido apoyo a la electrificación del país y a las exploraciones y explotaciones de
hidrocarburos, construyó, a través del Instituto de Crédito Territorial –ICT-, más de 60.000 viviendas destinadas a las clases menos favorecidas, inauguró el complejo residencial Ciudad Kennedy y, queriendo ser recordado como el “Presidente de los Pobres”, estructuró y puso en marcha el mecanismo de los llamados “medicamentos genéricos” como estrategia de fabricación y comercialización que permitió abaratar de manera radical las medicinas más elementales requeridas por la población y que, por sus altos precios, eran poco menos que inalcanzables para las clases populares colombianas.
Esta es una breve visión del hombre al cual los colombianos le estamos rindiendo homenaje en el
centenario de su nacimiento.Digo que es una muy breve visión porque los actos oficiales
del gobierno, por solicitud expresa del presidente Uribe, los vamos a celebrar aproximadamente en un mes, no solamente en Boyacá y en Popayán, su bella ciudad que lo vio nacer, sino en todo el país.
Guillermo León Valencia, es para los colombianos algo así como ese presidente que encarnó al pueblo. Recuerdo, en mis primeros pinitos como político, ver esa figura de Guillermo León Valencia identificado plenamente con el pueblo colombiano.
De él me gustaba mucho cómo se parecía al pueblo en general, cómo quería representarlo. El no tenía ninguna pretensión. El lo que quería ser era el presidente de los pobres y el presidente de la paz y a fe que lo logró. Por eso lo quisimos y lo queremos tanto. Porque se parecía a nosotros, se parecía al pueblo común y corriente, porque a pesar de su estirpe y sus blasones familiares nunca los enarboló para su relación con el pueblo raso de Colombia. Guillermo León Valencia es, entonces, el símbolo del hombre bueno, del hombre honesto, del hombre transparente, del político intachable, del orador fulminante, de hombre creativo, del verbo encendido, de la chispa
inmediata, de la respuesta oportuna, pero siempre fue el hombre que encarnó a Colombia.
En nombre del Gobierno Nacional, con “profunda emoción patriótica” como era su usual expresión, palabra suya que el acuñó, la cual recordamos los colombianos, quiero sumarme en este acto al reconocimiento de tan ilustre compatriota.
Quiero decirles, finalmente, que esta tarde que voy a tener de nuevo el honor de asumir funciones presidenciales por el viaje de nuestro querido Presidente a cumplir con compromisos internacionales a España e Italia, me quedará siempre para mi memoria y mi hoja de vida, al haber coincidido con el natalicio de ese gran hombre a quien quise, a quien admiro y a quien quiero seguir.
Gracias.
Recuerdos de Valencia
Publicado en El Pais de Cali
Julio 03 de 2009
Carlos Mejía Valencia
Cuando se conmemora el centenario de Guillermo León Valencia me tropiezo con un par de imborrables recuerdos juveniles que, en su hora, me parecieron heroicos. Hoy cuento uno.
Hacia 1957, la Asamblea Nacional Constituyente, Anac, en decisión imperdonable, aprobó la reelección de Gustavo Rojas Pinilla. Entretanto, la Nación se levantaba, primero en la sombra y luego de viva voz, para derrocar la dictadura. La oposición estaba dirigida por la inteligente frialdad de Alberto Lleras Camargo y el verbo ardiente de Guillermo León Valencia. Perfecta conjunción de cálculo y razón con entusiastas emociones.
Comenzaban a levantarse aquí y allá hasta los estudiantes muertos. De ellos Cali había puesto la más alta cuota. A nivel nacional, los bancos cerraron, las empresas comenzaron a andar a media marcha y muchos representantes de la Iglesia medraban con sigilo primero, pero luego desembozadamente. Bullía un volcán social. Guillermo León Valencia había venido a Cali a presidir desafiantes actos privados, porque las intervenciones públicas estaban vedadas. Lo detuvieron y le dieron por cárcel la casa de su paisano y amigo Jorge Vernaza, en el barrio Versalles.
Cuando el dictador dispuso su libertad, vino de lejos el padre Rebollo, quien fungiría como garante de que el ilustre payanés saliera directo para Bogotá y dejara de agitar unas aguas que ya estaban a punto del desbordamiento total.
Un amigo mío, casi niño, cuya familia era allegada a Rebollo, y yo, nos disfrazamos de gamines para llevarle un par de maletas al osado cura a fin de poder observar a Valencia saliendo de su reclusión domiciliaria. A esas edades inmaduras uno no sabe de límites ni riesgos y menos si va a ser testigo de un trozo de historia.
Ya en el lugar, mi amigo y yo desembozamos nuestras caras lampiñas, aupados por el temple casi heroico de Valencia, quien comenzó a caminar, con talante procero, la prominente barbilla en alto, por la Avenida 4 Norte, a través de una especie de calle de deshonor colmada de fusiles y bayonetas. Luego elevó su voz hacia la compañía del Ejército que lo vigilaba, reprimía, conducía y acechaba: “Díganle al tirano que seguiré en mi lucha hasta derrocarlo. Y como el déspota dice que sólo me reúno en clubes con oligarcas, agréguenle que me permita intervenir en unas cuantas plazas públicas y prometo derribarlo de su pedestal de barro. Los cobardes son los que llevan las botas, los alamares y las presillas mal instalados y no los que llevamos los pantalones y la virilidad bien puestos. Sépanlo ustedes y todo el país: los días de la dictadura están contados, porque entre todos recuperaremos la dignidad de nuestra democracia” (Palabras más, palabras menos). Valencia vino, vio y venció.
Sobrevino el feliz 10 de mayo de 1957, cuando Colombia, en carnaval, borró el inaudito error de haber permitido el derrocamiento de Laureano Gómez y la subsiguiente dictadura rojaspinillista. De la histeria del 13 de junio de 1953 regresamos a la historia (1957) cuando, en mucha medida gracias a Valencia, volvimos a enhebrar el hilo roto de la institucionalidad.
Hoy podemos revivir la película nacional de la época en pocas tomas: ‘la violencia’, el derrocamiento de Laureano, la dictadura de Rojas, el Frente Nacional. De este último, Valencia fue segundo presidente y como jefe de Estado reafirmó su valor, hidalguía y su obsesión por respetar y hacer respetar nuestras instituciones democráticas. Durante su mandato temblaron los corruptos y los insurgentes.
Julio 03 de 2009
Carlos Mejía Valencia
Cuando se conmemora el centenario de Guillermo León Valencia me tropiezo con un par de imborrables recuerdos juveniles que, en su hora, me parecieron heroicos. Hoy cuento uno.
Hacia 1957, la Asamblea Nacional Constituyente, Anac, en decisión imperdonable, aprobó la reelección de Gustavo Rojas Pinilla. Entretanto, la Nación se levantaba, primero en la sombra y luego de viva voz, para derrocar la dictadura. La oposición estaba dirigida por la inteligente frialdad de Alberto Lleras Camargo y el verbo ardiente de Guillermo León Valencia. Perfecta conjunción de cálculo y razón con entusiastas emociones.
Comenzaban a levantarse aquí y allá hasta los estudiantes muertos. De ellos Cali había puesto la más alta cuota. A nivel nacional, los bancos cerraron, las empresas comenzaron a andar a media marcha y muchos representantes de la Iglesia medraban con sigilo primero, pero luego desembozadamente. Bullía un volcán social. Guillermo León Valencia había venido a Cali a presidir desafiantes actos privados, porque las intervenciones públicas estaban vedadas. Lo detuvieron y le dieron por cárcel la casa de su paisano y amigo Jorge Vernaza, en el barrio Versalles.
Cuando el dictador dispuso su libertad, vino de lejos el padre Rebollo, quien fungiría como garante de que el ilustre payanés saliera directo para Bogotá y dejara de agitar unas aguas que ya estaban a punto del desbordamiento total.
Un amigo mío, casi niño, cuya familia era allegada a Rebollo, y yo, nos disfrazamos de gamines para llevarle un par de maletas al osado cura a fin de poder observar a Valencia saliendo de su reclusión domiciliaria. A esas edades inmaduras uno no sabe de límites ni riesgos y menos si va a ser testigo de un trozo de historia.
Ya en el lugar, mi amigo y yo desembozamos nuestras caras lampiñas, aupados por el temple casi heroico de Valencia, quien comenzó a caminar, con talante procero, la prominente barbilla en alto, por la Avenida 4 Norte, a través de una especie de calle de deshonor colmada de fusiles y bayonetas. Luego elevó su voz hacia la compañía del Ejército que lo vigilaba, reprimía, conducía y acechaba: “Díganle al tirano que seguiré en mi lucha hasta derrocarlo. Y como el déspota dice que sólo me reúno en clubes con oligarcas, agréguenle que me permita intervenir en unas cuantas plazas públicas y prometo derribarlo de su pedestal de barro. Los cobardes son los que llevan las botas, los alamares y las presillas mal instalados y no los que llevamos los pantalones y la virilidad bien puestos. Sépanlo ustedes y todo el país: los días de la dictadura están contados, porque entre todos recuperaremos la dignidad de nuestra democracia” (Palabras más, palabras menos). Valencia vino, vio y venció.
Sobrevino el feliz 10 de mayo de 1957, cuando Colombia, en carnaval, borró el inaudito error de haber permitido el derrocamiento de Laureano Gómez y la subsiguiente dictadura rojaspinillista. De la histeria del 13 de junio de 1953 regresamos a la historia (1957) cuando, en mucha medida gracias a Valencia, volvimos a enhebrar el hilo roto de la institucionalidad.
Hoy podemos revivir la película nacional de la época en pocas tomas: ‘la violencia’, el derrocamiento de Laureano, la dictadura de Rojas, el Frente Nacional. De este último, Valencia fue segundo presidente y como jefe de Estado reafirmó su valor, hidalguía y su obsesión por respetar y hacer respetar nuestras instituciones democráticas. Durante su mandato temblaron los corruptos y los insurgentes.
Guillermo L. Valencia
Publicado en el Diario El Pais de Cali
El Gobierno tiene listos los actos para conmemorar los 100 años de su natalicio.
Con una serie de actividades académicas y políticas, a partir de hoy el país conmemora el primer centenario del natalicio del ex presidente Guillermo León Valencia Muñoz, uno de los hombres que más se opuso en su momento a la permanencia en el poder de la dictadura militar del general Gustavo Rojas Pinilla.
Nacido en Popayán el 27 de abril de 1909, el ex mandatario conservador fue educado en el seminario de su ciudad natal y estudió derecho en la Universidad del Cauca. A pesar de que nunca se graduó, en 1956 el alma máter le otorgó el título Honoris Causa.
Hijo del poeta y dirigente político Guillermo Valencia, uno de los más importantes del siglo pasado, Valencia Muñoz se dedicó desde muy joven a la vida pública. Fue concejal, diputado y senador.
Durante el gobierno de la Junta Militar -entre 1953 y 1957- el ex presidente conservador canalizó el apoyo de amplios sectores sociales que se oponían a la posibilidad de que Rojas Pinilla fuera reelegido, a pesar que también había llegado al poder con el apoyo de liberales, conservadores y diversos sectores de la sociedad capitalina.
“A finales de la dictadura, el respaldo popular a Rojas Pinilla era muy poco. Entonces se organiza un frente civil cuyo objetivo era la terminación de la dictadura militar y uno de los símbolos de ese frente civil fue precisamente Guillermo León Valencia”, explica el historiador Juan Carlos Flórez.
A ello se agrega que desde España, el exiliado ex presidente conservador Laureano Gómez y su homólogo liberal Alberto Lleras Camargo, diseñaron el famoso ‘Pacto de Benidorm’, que terminaría en la creación del Frente Nacional, un acuerdo entre los dos partidos tradicionales para alternarse en el poder y así ponerle fin a la violencia política.
“Todo mundo pensó que Guillermo León Valencia sería el primer presidente del Frente Nacional porque así se había pactado. Pero las divisiones internas en el Partido Conservador y la oposición de Laureano Gómez impidieron su candidatura. Lleras Camargo fue el escogido y a Valencia le correspondió el segundo turno”, recuerda el también historiador Alberto Abello.
De los aspectos más sobresalientes de la gestión de Valencia Muñoz desde la Presidencia fue la gran ofensiva militar que lanzó su gobierno contra las llamadas ‘repúblicas independientes’ que denunció Álvaro Gómez Hurtado desde el periódico El Siglo de Bogotá.
Se trataba de reductos bandoleros en Riochiquito, Guayabero, El Pato y Marquetalia, donde nacieron las Farc en 1965, grupo que argumentó rechazar la creación del Frente Nacional.
Sin embargo, la violencia partidista no cesó, sino que por el contrario se acrecentó aún más en todo el territorio.
Obra de gobierno
Durante su mandato (1962-1966), Guillermo León Valencia creó la Junta Monetaria como máxima autoridad económica del país; construyó a través del Instituto de Crédito Territorial más de 60.000 viviendas de tipo social; devaluó el peso colombiano y creó nuevos impuestos, entre ellos el impuesto a las ventas, y le dio especial impulso a las importaciones al derogar el trámite de licencia previa a muchos bienes necesarios en el país.
"Guillermo León Valencia fue arquetipo de nacionalidad. Como hombre público, no imitó a nadie, fue un hombre auténtico”. Ricardo Abello, historiador.
Así mismo, aumentó el presupuesto para el sector educativo, construyó colegios como los Inem, estimuló la construcción de carreteras y obras públicas y extendió la red eléctrica y telefónica a buena parte del territorio nacional.
También bajo su mandato nacieron los departamentos de La Guajira, Sucre y Quindío.
Al terminar su mandato presidencial fue designado embajador ante la Organización de Naciones Unidas y representante de Colombia ante diversos organismos internacionales.
Valencia Muñoz ha sido el único presidente colombiano que ha enviudado en ejercicio del cargo, pues su esposa Susana López Navia falleció de forma repentina. Con ella tuvo cuatro hijos.
Una de las anécdotas que más se recuerdan del ex mandatario conservador tuvo lugar durante la visita del presidente francés Charles de Gaulle, a quien Valencia recibió como ‘héroe de la humanidad’. En su discurso de bienvenida, el entonces Primer Mandatario colombiano dijo: ¡Viva España!, en vez de ¡Viva Francia!
El historiador Flórez destaca esta anécdota, sumada a los gustos de Valencia por actividades de caza y su intensa vida social, que marcaron más su gestión que el propio legado gubernamental.
Sin embargo, el profesor Abello considera que el legado de Valencia Muñoz hay que verlo en el contexto histórico como la violencia partidista, los intentos de desestabilización del Estado y las confrontaciones sociales.
“Valencia se ganó la credibilidad del pueblo porque era un hombre que respetaba su palabra y cumplía los pactos, y como gobernante fue muy enérgico”, concluye el analista.
El legado de Guillermo León Valencia
Una de las obras más importantes del ex presidente conservador fue el Plan Vallejo, que impulsó la importación de bienes de capital y el comercio.
La ‘pacificación del país’ fue su principal obsesión. A pesar de combatir las ‘repúblicas independientes’, la violencia partidista no cesó.
En 1965 Guillermo León Valencia tuvo que lidiar con el gran movimiento estudiantil que se extendió a varias ciudades.
Ese levantamiento terminó en la declaratoria del Estado de Sitio.
Regreso. En 1969 Guillermo León Valencia regresó al país para apoyar la campaña presidencial de Belisario Betancourt, en 1970.
Dato clave
El Concejo de Popayán prepara una serie de actos especiales para honrar la memoria del ilustre ex presidente Conservador (1909-1971). Una de las actividades consiste en un concurso para premiar al mejor ensayo histórico sobre la vida y obra del ex mandatario. La Casa Museo que lleva su nombre estará abierta al público a partir de hoy.
En pocas palabras
"La gestión del presidente Valencia está asociada con la lucha de sectores sociales en contra de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla”.
Juan C. Flórez, historiador.
http://www.elpais.com.co/paisonline/notas/Abril272009/valencia.html
El Gobierno tiene listos los actos para conmemorar los 100 años de su natalicio.
Con una serie de actividades académicas y políticas, a partir de hoy el país conmemora el primer centenario del natalicio del ex presidente Guillermo León Valencia Muñoz, uno de los hombres que más se opuso en su momento a la permanencia en el poder de la dictadura militar del general Gustavo Rojas Pinilla.
Nacido en Popayán el 27 de abril de 1909, el ex mandatario conservador fue educado en el seminario de su ciudad natal y estudió derecho en la Universidad del Cauca. A pesar de que nunca se graduó, en 1956 el alma máter le otorgó el título Honoris Causa.
Hijo del poeta y dirigente político Guillermo Valencia, uno de los más importantes del siglo pasado, Valencia Muñoz se dedicó desde muy joven a la vida pública. Fue concejal, diputado y senador.
Durante el gobierno de la Junta Militar -entre 1953 y 1957- el ex presidente conservador canalizó el apoyo de amplios sectores sociales que se oponían a la posibilidad de que Rojas Pinilla fuera reelegido, a pesar que también había llegado al poder con el apoyo de liberales, conservadores y diversos sectores de la sociedad capitalina.
“A finales de la dictadura, el respaldo popular a Rojas Pinilla era muy poco. Entonces se organiza un frente civil cuyo objetivo era la terminación de la dictadura militar y uno de los símbolos de ese frente civil fue precisamente Guillermo León Valencia”, explica el historiador Juan Carlos Flórez.
A ello se agrega que desde España, el exiliado ex presidente conservador Laureano Gómez y su homólogo liberal Alberto Lleras Camargo, diseñaron el famoso ‘Pacto de Benidorm’, que terminaría en la creación del Frente Nacional, un acuerdo entre los dos partidos tradicionales para alternarse en el poder y así ponerle fin a la violencia política.
“Todo mundo pensó que Guillermo León Valencia sería el primer presidente del Frente Nacional porque así se había pactado. Pero las divisiones internas en el Partido Conservador y la oposición de Laureano Gómez impidieron su candidatura. Lleras Camargo fue el escogido y a Valencia le correspondió el segundo turno”, recuerda el también historiador Alberto Abello.
De los aspectos más sobresalientes de la gestión de Valencia Muñoz desde la Presidencia fue la gran ofensiva militar que lanzó su gobierno contra las llamadas ‘repúblicas independientes’ que denunció Álvaro Gómez Hurtado desde el periódico El Siglo de Bogotá.
Se trataba de reductos bandoleros en Riochiquito, Guayabero, El Pato y Marquetalia, donde nacieron las Farc en 1965, grupo que argumentó rechazar la creación del Frente Nacional.
Sin embargo, la violencia partidista no cesó, sino que por el contrario se acrecentó aún más en todo el territorio.
Obra de gobierno
Durante su mandato (1962-1966), Guillermo León Valencia creó la Junta Monetaria como máxima autoridad económica del país; construyó a través del Instituto de Crédito Territorial más de 60.000 viviendas de tipo social; devaluó el peso colombiano y creó nuevos impuestos, entre ellos el impuesto a las ventas, y le dio especial impulso a las importaciones al derogar el trámite de licencia previa a muchos bienes necesarios en el país.
"Guillermo León Valencia fue arquetipo de nacionalidad. Como hombre público, no imitó a nadie, fue un hombre auténtico”. Ricardo Abello, historiador.
Así mismo, aumentó el presupuesto para el sector educativo, construyó colegios como los Inem, estimuló la construcción de carreteras y obras públicas y extendió la red eléctrica y telefónica a buena parte del territorio nacional.
También bajo su mandato nacieron los departamentos de La Guajira, Sucre y Quindío.
Al terminar su mandato presidencial fue designado embajador ante la Organización de Naciones Unidas y representante de Colombia ante diversos organismos internacionales.
Valencia Muñoz ha sido el único presidente colombiano que ha enviudado en ejercicio del cargo, pues su esposa Susana López Navia falleció de forma repentina. Con ella tuvo cuatro hijos.
Una de las anécdotas que más se recuerdan del ex mandatario conservador tuvo lugar durante la visita del presidente francés Charles de Gaulle, a quien Valencia recibió como ‘héroe de la humanidad’. En su discurso de bienvenida, el entonces Primer Mandatario colombiano dijo: ¡Viva España!, en vez de ¡Viva Francia!
El historiador Flórez destaca esta anécdota, sumada a los gustos de Valencia por actividades de caza y su intensa vida social, que marcaron más su gestión que el propio legado gubernamental.
Sin embargo, el profesor Abello considera que el legado de Valencia Muñoz hay que verlo en el contexto histórico como la violencia partidista, los intentos de desestabilización del Estado y las confrontaciones sociales.
“Valencia se ganó la credibilidad del pueblo porque era un hombre que respetaba su palabra y cumplía los pactos, y como gobernante fue muy enérgico”, concluye el analista.
El legado de Guillermo León Valencia
Una de las obras más importantes del ex presidente conservador fue el Plan Vallejo, que impulsó la importación de bienes de capital y el comercio.
La ‘pacificación del país’ fue su principal obsesión. A pesar de combatir las ‘repúblicas independientes’, la violencia partidista no cesó.
En 1965 Guillermo León Valencia tuvo que lidiar con el gran movimiento estudiantil que se extendió a varias ciudades.
Ese levantamiento terminó en la declaratoria del Estado de Sitio.
Regreso. En 1969 Guillermo León Valencia regresó al país para apoyar la campaña presidencial de Belisario Betancourt, en 1970.
Dato clave
El Concejo de Popayán prepara una serie de actos especiales para honrar la memoria del ilustre ex presidente Conservador (1909-1971). Una de las actividades consiste en un concurso para premiar al mejor ensayo histórico sobre la vida y obra del ex mandatario. La Casa Museo que lleva su nombre estará abierta al público a partir de hoy.
En pocas palabras
"La gestión del presidente Valencia está asociada con la lucha de sectores sociales en contra de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla”.
Juan C. Flórez, historiador.
http://www.elpais.com.co/paisonline/notas/Abril272009/valencia.html
Presidente Uribe exalta la política económica del período presidencial de Guillermo León Valencia
Presidente Uribe exalta la política económica del período presidencial de Guillermo León Valencia
“El Presidente Valencia anticipó la necesidad de incorporar a Colombia a la economía internacional”, expresó el Jefe de Estado y destacó la creación del Plan Vallejo y de la Junta Monetaria en la administración del estadista caucano. El Mandatario encabezó la conmemoración del centenario del natalicio de Guillermo León Valencia este jueves en Popayán.
Bogotá, 27 may (SP). El Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, destacó el manejo económico que el Presidente Guillermo León Valencia promovió durante su periodo presidencial (1962-1966) y recordó que durante ese mandato se crearon el Plan Vallejo, para promover las exportaciones, y las Junta Monetaria.
El Presidente Uribe encabezó este jueves la conmemoración del centenario del natalicio del Presidente payanés (1909-1971) en el teatro de la capital caucana que lleva el nombre de su padre, el maestro Guillermo Valencia.
“El Presidente Valencia anticipó la necesidad de incorporar a Colombia a la economía internacional. Su gobierno tuvo que aceptar una devaluación, pero para no afectar la necesaria importación de bienes que se incorporaran a las importaciones colombianas, concibió el Plan Vallejo”, dijo el Presidente Uribe.
Recordó que también se creó la Junta Monetaria. “Esta institución nadie la cuestionaba. Cumplió una gran tarea hasta que fue eliminada por la Constitución de 1991 y sustituida por la independencia del Banco de la República”, indicó.
Manifestó que Guillermo León Valencia fue el Presidente de la fraternidad, contrario a la lucha violenta de clases y también al capitalismo salvaje.
“Como lo han dicho mis antiguos antecesores, tuvo como punto de referencia los preceptos de la doctrina social de la iglesia”, afirmó Uribe Vélez.
“La retroactividad de las cesantías se constituyó en 1963 en la mayor reivindicación de los trabajadores. (…) No podía anticiparse en 1963, que un país con inflaciones bajas pudiera llegar a tener inflaciones persistentes, cercanas al 30 por ciento. Lo cual hizo que en la reforma laboral de 1990 se diera el paso de convertir la retroactividad de las cesantías en los Fondos de Cesantías”, explicó.
También subrayó que Valencia fue un gran visionario de la seguridad social.
“El paso de la aprobación de licencia de los medicamentos genéricos durante su administración, anticipó lo que podría llamarse la necesidad del acceso universal de los colombianos a la seguridad social”, concluyó el Presidente Uribe Vélez.
Presidente Uribe invita a visitar la Casa Museo Guillermo León Valencia
El Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, corta la cinta inaugural de la Casa Museo Guillermo León Valencia en Popayán. Lo acompañan el ex presidente Belisario Betancur, el Gobernador del departamento del Cauca, Guillermo Alberto González Mosquera, María Victoria de Robayo; directora del Museo Nacional de Colombia; y el arzobispo de Popayán, monseñor Iván Marín López. Foto:
“Esta Casa Museo del Presidente Guillermo León Valencia se constituye en las coordenadas para que todos los colombianos identifiquemos en esta dirección el valor civil, el amor a Colombia y el espíritu democrático que caracterizaron al Presidente”, dijo el Mandatario, tras inaugurar el museo, que a partir de hoy abre las puertas al público para mostrar la vida y obra de este gran estadista y político caucano.
Popayán, 27 may (SP). En la Casa Museo Guillermo León Valencia, en Popayán, los colombianos podrán encontrar el “valor civil, el amor a Colombia y el espíritu democrático que caracterizaron al Presidente” payanés que gobernó el país en el periodo 1962-1966.
Así lo aseguró el Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, al inaugurar este miércoles este museo, que a partir de hoy abre las puertas al público para mostrar la vida y obra del gran estadista y político caucano.
“Esta Casa Museo del Presidente Guillermo León Valencia se constituye en las coordenadas para que todos los colombianos identifiquemos en esta dirección el valor civil, el amor a Colombia y el espíritu democrático que caracterizaron al Presidente Guillermo León Valencia”, dijo el Mandatario.
Por eso, invitó a todos los colombianos a visitarla: “Que las nuevas generaciones vengan aquí a contagiarse de energía para el bien de Colombia”, expresó el jefe de Estado.
El evento comenzó con el simbólico corte de cinta y la bendición del lugar a cargo del Arzobispo de Popayán y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Monseñor Iván Marín López.
Luego, el Presidente, acompañado del ex presidente Belisario Betancur y de la familia Valencia, hizo un recorrido por el nuevo centro cultural.
“Estamos muy emocionados por la conmemoración de este centenario aquí en la casa que guarda su memoria”, dijo el Mandatario.
Durante el recorrido, Uribe Vélez observó las tres salas de exhibición, tres patios, y el auditorio que tiene el centro de estudio, cultura y educación para las nuevas generaciones, así como las fotos, libros, objetos personales, pinturas, insignias y las 65 medallas y condecoraciones otorgadas en vida al Presidente Valencia.
Posteriormente, el Mandatario colocó una ofrenda floral en el sitio en donde reposan las cenizas del estadista.
Allí, la Ministra de Comunicaciones, María del Rosario Guerra, entregó de forma oficial un aula interactiva para uso de los visitantes, que fue donada por el programa del Ministerio de Comunicaciones Computadores para Educar y la Gobernación del Cauca.
“El Ministerio de Comunicaciones, a través de sus programas Computadores para Educar y Compartel, hace entrega de 25 computadores a la Casa Museo Valencia, abiertos a la comunidad, con acceso gratuitito, con conectividad de un mega, para que la ciudadanía pueda aquí navegar en Internet y hacer todo tipo de ejercicios académicos y culturales. Igualmente, se entrega una sala con retroproyección y audio para estar pasando permanentemente la voz y los videos del Presidente Valencia”, señaló la Ministra.
El Presidente Uribe firmó el libro de los visitantes ilustres que reposará en la Casa Museo. “Acudo a rendir tributo a un ejemplo de la Patria colombiana: al compañero Guillermo León Valencia”, fue el mensaje que estampó el Jefe de Estado.
En el sitio se presentó una emisión filatélica en memoria del Presidente payanés, por parte de la empresa 4-72, operadora de los servicios postales del Estado. La emisión está conformada por 120 mil unidades.
Emisión filatélica en homenaje al Presidente Guillermo León Valencia
Mayo 27
Presentan emisión filatélica en homenaje al Presidente Guillermo León Valencia
Popayán, 27 may (SP). Servicios Postales Nacionales presentó este miércoles la estampilla con la cual se rinde homenaje al Presidente Guillermo León Valencia, con ocasión del centenario de su natalicio.
Esta emisión filatélica, que empieza a circular desde hoy 27 de mayo, fue presentada en la Casa Museo ‘Guillermo León Valencia’, durante los actos de conmemoración del natalicio del ilustre estadista, en los cuales participó el Presidente Álvaro Uribe Vélez.
El diseño impreso en cada una de las estampillas es resultado de una composición gráfica cuyo motivo principal corresponde a una fotografía con la efigie del líder colombiano, registrada en blanco y negro, el 7 de agosto de 1962, día en que tomó posesión como Presidente de Colombia.
Esta imagen fue troquelada para destacar fundamentalmente la figura del mandatario.
Además el montaje digital combina fotografías de época tomadas en tonos sepia en 1094, en las cuales aparecen el Parque Caldas y otros aspectos relativos a Popayán, ciudad natal del Presidente, en donde se destaca como defensor de la democracia.
Armoniza el conjunto un juego en degradé
Emisión filatélica que empieza a circular desde hoy 27 de mayo y fue presentada en la Casa Museo ‘Guillermo León Valencia’, durante los actos de conmemoración del natalicio del ilustre estadista payanés, en los cuales participó el Presidente Álvaro Uribe Vélez.
de nubes difuminadas en tonalidades aguamarina y ocre, que le aportan modernidad, libertad y vanguardismo al diseño final.
La emisión está conformada por 120 mil unidades.
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